El mejor estilo guaraní pone su acento a pasos de Asunción

ASUNCION DEL PARAGUAY.- La ciudad es un eco de tiempos antiguos. Con su vieja estación de ferrocarril -en pleno centro, sobre la avenida Mariscal López y la calle Paraguarí-, de 1861 y su primera locomotora; con las barracas coloniales que conviven entre naranjos, chivatos en flor y las primeras construcciones que siguieron a la Colonia. Las glicinas y las achiras se han comido las veredas.

Asunción huele a azahar y a gardenias. Suena a río y un resabio de otros tiempos se filtra entre el aire -siempre húmedo y caliente- y las casas que supieron de la guerra y sobreviven a fuerza de siestas y ritmo de guarania, esa música que imita el silbido de los carreteros cuando bajan del monte trayendo madera en los campos aledaños a la ciudad.

Un indiecito enamorado

Cuenta la leyenda que los hombres solteros de las tribus guaraníes que habitaban estas tierras habían traído de la selva los más preciados regalos para la hija del cacique, que estaba lista para casarse. Uno le ofreció la flor más exótica de toda la región. Otros, plumas de colores extravagantes. Pero hubo un indiecito de voz dulce y corazón sensible que se apiadó de la belleza que guardaba la selva y no cortó, para la niña, siquiera un pétalo de azahar. En cambio, guardó en su memoria cada color que el primer rayo de luz pintó sobre el ñandutí (tela de araña), todavía húmedo del rocío matinal, que había descubierto bajo la rama de un palo santo.

Tan bello y delicado le había parecido el trabajo de la pequeña araña, que decidió encargar a la tejedora de la tribu, un tul con aquellos diseños. Ese sería su obsequio para la hija del cacique. Ya reunidos en consejo, cuñatai porá (niña bonita) y su padre se conmovieron ante el alma piadosa del indiecito. Así, el hombre sensible de la tribu se casó con la hija del cacique, que lució sobre su cabello azabache el tejido más hermoso que jamás se hubiera visto. Desde entonces, las mujeres tejen el ñandutí en bastidores de madera y reproducen los tonos de las flores y de las frutas de la selva de esta tierra. Tejidos ñandutí, encaje yu -forma más antigua de bordado, hecho sólo con hilos de color crudo-, Ao po´i y Ao poyvi -blusas y vestidos, hamacas y mantas bordados en tambor- se pueden encontrar en La Recova del Puerto, el paseo de artesanías de la ciudad, en la esquina Presidente Franco y Colón.

Una lengua gutural

Delicada y atractiva como un arco iris posado sobre una tela de araña, así, igual, es el entramado de vocales, consonantes y sonidos guturales que componen el guaraní.

El río inmenso que va al mar también sabe de otras voces y tiempos modernos: la costa del Yacht y Golf Club Paraguayo, este año es sede del Open 2001 de wakeboard, que reúne a Scott Byerly, Parks Bonifay y Randy Harris, los tres mejores profesionales norteamericanos del mundo. También, con sus tablas listas para dibujar piruetas en el aire, el campeón sudamericano Edgardo Martín, el campeón de Double Up Juan Martín y el campeón latinoamericano Federico Bruland. Rampas, lanchas y sliders preparados... el río Paraguay es, por primer vez, escenario de la competencia de wakeboard más grande de América del Sur.

Con los palos a cuestas

Para quienes prefieren paseos más tranquilos, sin tanto traje de neoprene y tablas flúo, del muelle del mismo resort zarpa cada día un yate que recorre las bahías. La embarcación bordea los hoyos 3, 4 y 5 que dan al río de la cancha de 18 hoyos que pertenece al mismo complejo. La cancha, de par 71, salpicada de pinos y jacarandaes en flor, tajys con sus ramilletes rosados y amarillos; con hileras de palmeras en el sector que da al río. La ida tiene dos hoyos par 5, seis par 4 y un par 3. La vuelta, siete hoyos par 4 y dos par 3. Diseñada por Carlos Serra, la cancha cuenta entre sus profesionales a Silvio Brites, Marcial González y Mario Ortigoza.

El hoyo 4 es el más complicado: corre al costado del río, son 234 yardas para un par 3 con arroyo a la derecha, bunkers y el Paraná a la izquierda... Dificultades no faltan.

Ya de noche. Las apuestas se multiplican en el casino. Las canchas de tenis -en las que se disputó varias veces la Copa Davis y que contó entre sus profesores al ex capitán del equipo nacional, Víctor Pecchi- aún tienen encendidas las luces para algún huésped trasnochado que en lugar del rum rum de la ruleta prefirió el canto de los grillos. A 16 kilómetros de este oasis, la calle Brasilia seguro se ha colmado ya de música y de gente que festeja el carnaval.

Datos útiles

Cómo llegar: el aéreo, ida y vuelta, a Asunción cuesta 385 dólares. (Información proporcionada por TAM)

Dónde dormir: en el hotel Casino Yacht y Golf Club Paraguayo, la habitación base doble cuesta 199 dólares. Incluye desayuno buffet americano, traslados aeropuerto /hotel/aeropuerto, uso sin costo e ilimitado de las canchas de golf y tenis. Entrada libre al Casino, piscina y gimnasio. Estas tarifas están sujetas al 10% de impuesto.

• El complejo cuenta con departamentos de deportes y recreación, de belleza y relax. Playa privada y embarcadero. Además, 4 restaurantes, 3 bares, discoteca y casino.

Precios: el alquiler del carrito de golf para jugar los 18 hoyos es de 25 dólares y de 12,50 para 9 hoyos.

• Salir a la cancha con un caddie de primera (aquel que enseña) cuesta, para los huéspedes del resort: 15 dólares. La tarifa del caddie -sin lecciones durante el juego- es de 10.

Promociones del resort: Family Plan: dos mayores y dos menores, 125 dólares por día. Escapada de fin de semana: 189 por persona.

Más información: oficina de reservas en Bs. As. (4393-5002). En internet: https://www.hotelyacht.com.py P.O. Box 1795. Oficina de Turismo de Paraguay (4802-3826) Atención: de lunes a viernes, de 9 a 14.

Por Soledad Pita Romero

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