Piso compartido
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Mi marido se animó finalmente. Compró unas baldosas vinílicas autoadhesivas y con ayuda de su papá, le arregló el piso a sus hijas. Esto que parece una pavada es un hecho muy significativo en mi vida. De algún modo, el viejo piso todo roto impedía que yo me pusiera las pilas en darle vida al entonces cuarto de China. Sumada Lupe a la familia, no daba (no da) seguir gitaneando en mi habitación y era (sigue siendo) imperioso activar este espacio, de a poco.
¿Vieron qué lindo quedó? Dicen que dura un par de años. Es una opción económica y seductora, sobre todo para quienes están alquilando.
No sólo por esto el sábado fue un gran día. Sentí en mi cuerpo un recambio de energía tremendo. ¡¡¡Qué alegría!!! Me sirvió mucho sentarme a hablar y a desahogarme con China. La semana pasada estaba en crisis de maternidad, sentía que no daba abasto con su nivel de demanda y eso un poco -o bastante- me fastidiaba. "Me da más trabajo la de dos que la recién nacida", comentaba a todos los que preguntaban. Estaba enojada con ella y conmigo misma, o al menos eso parecía. Pero el viernes a la tarde, con un dolor de garganta considerable, me acosté a su lado -mientras ella dormía- y empecé a hablarle. Uff, no saben cómo brotaron las lágrimas, con qué alivio salieron esas palabras. Y qué rápido pude detectar el sentimiento base (desde que Dios es Dios y Eva, Eva):
La culpa.
La culpa por haberle quitado el trono a mi hija, ese lugar inmaculado que ella tenía. Por haberme borrado de su jornada diaria, de su día a día; por haber convertido nuestro pequeño mundito cómplice y compañero en un desfile de señoras que limpian y abuelos. La culpa por no poder alzarla durante todo este tiempo, por no poder sacarla a tomar algo rico o a comprar caramelos. ¡¡¡La culpa por no estar disfrutándola (como debiera hacerlo)!!!
Y así como apareció, así cómo salió y se hizo agua, la culpa transmutó en algo mejor. ¡Gracias! El sábado volví a besarla enloquecidamente y a hacerle cosquillas. El sábado volví a sentirme su mejor amiga. El sábado empecé a ser y a ejercer esta maternidad ampliada con mucho más placer y elegancia.
Las amo a ambas, chiquitas. Sigamos enseñándonos entre las 3 (¡entre los 4!) a VIVIR más plena/os.
¿Y a Uds.? ¡¿Qué les genera culpa?! ¡¿Qué nos cuesta permitirnos?! En general y en relación a los hijos.
PD: ¡Gracias Loló! ¡Gracias Josefina!
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