Reinventarse en pandemia: los empredimientos online del Barrio Mugica

La cuarentena que disparó el COVID-19 obligó a emprendedores y comerciantes del Barrio Mugica de Retiro (ex villa 31) a reinventar sus negocios para salir a flote. Gracias al esfuerzo en conjunto y a la ayuda del Gobierno de la Ciudad crearon “Recoveco”, la marca que aglomera sus productos y que ahora venden a través de una flamante tienda online. Esta es su historia de superación.

El nombre anticipa la esencia de la marca: un lugar de tesoros escondidos y secretos bien guardados. Ese es el sentimiento que comparten los emprendedores de Recoveco, tanto por su barrio como por sus productos. Son gastronómicos, fabricantes y diseñadores que, frente a la adversidad de los tiempos que corren, decidieron unir fuerzas y lanzar una marca y una tienda online en común en donde exponen y comercializan su trabajo.

Con edades que varían entre los 20 y 60 años, los creadores de Recoveco ofrecen productos caseros “hechos con amor y con materia prima de buena calidad”, como tartas, empanadas, chipás, pizzas, hamburguesas, chocolates, tortas, especias, frutas, verduras y hasta tapabocas. Se ocupan tanto de la producción y el envasado como de la logística y entrega de la mercadería, que hoy alcanza a toda la Ciudad.

El motor que mueve a cada uno de los emprendedores que forman parte de Recoveco es la esperanza de poder trascender prejuicios y barreras. Aclaran que “ellos representan a la enorme mayoría del Barrio Mugica, comercios y vecinos que tienen la voluntad de vivir y trabajar de manera formal como cualquier otro en la Ciudad, con todo en regla y sin que nadie los juzgue.”

Una sociedad solidaria

Bijou artesanal es parte de la oferta de Recoveco

El emprendimiento contó con la ayuda inicial de distintas organizaciones: Tienda Nube brindó su asesoría para crear la tienda online de forma gratuita y continúa haciendo su mantenimiento; la agencia de marketing Volando se ocupó de la pauta en redes para la promoción y publicidad del emprendimiento; y dos aplicaciones les permitieron hacer los seguimientos de la hoja de ruta, también sin costos. A su vez, todo el proyecto fue co-gestionado con el equipo de Integración Económica de la Secretaría de Integración Social y Urbana (GCBA).

Obstáculos con recompensa

Llegar tan lejos no fue fácil: el camino estuvo repleto de obstáculos y aprendizajes, en especial financieros y administrativos. Utilizar una plataforma de e-commerce implicaba conformar una sociedad y abrir una cuenta bancaria colectiva, lo que hubiese significado que el negocio no fuese redituable. La solución surgió, nuevamente, del compromiso mutuo: los emprendedores se turnan durante un tiempo determinado para ser la cuenta bancaria representante de Recoveco, lo que, aunque genera un trabajo contable mayúsculo, permite al grupo seguir adelante.

También supieron perfeccionar el emprendimiento en base a la demanda, mejorando el surtido de productos y las hojas de ruta para las entregas y disminuyendo la cantidad de errores por días de entrega. La experiencia y el tiempo les enseñó que la satisfacción del cliente es lo más valioso.

Con miras al futuro

Ravioles artesanales, una delicia hecha con mucho amor.

En este nuevo año, Recoveco apuesta a sumar emprendedores del barrio, fidelizar a sus clientes y alcanzar las 25 ventas semanales. Por otro lado, el equipo está trabajando con plataformas de última milla para aumentar los canales de comercialización y expandir las entregas a la zona norte del Gran Buenos Aires.

Ysabel Franco (53) y Matilde Bernal (36), emprendedoras de Recoveco, comparten sus consejos a la hora de lanzar un proyecto propio:

Animarse a mostrar lo que uno sabe hacer, las capacidades y conocimientos que uno tiene. El nombre del grupo lo dice: hay que salir del recoveco y mostrarse al mundo.
Tener un sueño y una meta clara. Con el objetivo en foco, las oportunidades aparecen y los caminos se van abriendo al andar.
No quedarse sentado esperando que las cosas pasen; al contrario, hay que salir a hacerlas y adaptarse a las circunstancias.
Para llevar el día a día, el empuje tiene que venir de uno mismo. La dedicación sale de estar haciendo lo que a uno le gusta.
Apoyarse entre emprendimientos: comprar en los locales del barrio, a otros emprendedores y darse a conocer juntos. Es una cadena que lleva a todos a mejorar y vender más.