
Un periodista con gran espíritu andariego
Federico Kirbus es un viajero incansable que hace más de 40 años recorre el país y tiene muchas anécdotas para contar
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Todavía conserva un peculiar acento alemán y el recuerdo amargo del frío que la Segunda Guerra Mundial le dejó entre los huesos. Parece un robusto roble de Eslavonia, pero es un genuino argentino que por esas cosas de la vida nació en Avellaneda, creció cerca de los bosques vieneses y a los 14 años, regresó nuevamente a la Argentina.
Este hombre de espaldas y corazón anchos es uno de los mayores conocedores del territorio argentino. Se llama Federico Kirbus, tiene 72 años y todavía está en carrera. Su especialidad sigue siendo el turismo aventura.
Realizó más de 120 viajes superiores a 5000 km y a esta altura del camino pocos rincones del país guardan secretos para él. "Nuestra especialidad es la Argentina desconocida", apunta María Luisa, su compañera inseparable desde hace 40 años y a la que todos llaman Marlú. Y de hecho, así es. Gracias a su testarudez, sus investigaciones, las fotos aéreas, los mapas satelitales y las leyendas de los lugareños llegó a sitios inalcanzables para la mayoría de los viajeros.
Pionero en Talampaya
"En 1967, en San Luis, descubrí periodísticamente Ischigualasto, después conocido como Valle de la Luna. En 1977, fuimos pioneros en incursionar en el cañón de Talampaya.
En Catamarca descubrimos una mina de oro del Ingenio del Arenal, que no es un socavón, sino una mina a cielo abierto."
Después de tres intentos fallidos, en 2000 puso pie en el cráter Escondido, a 5300 metros de altura, "la meca de los overlandistas, en el noroeste de La rioja, al pie del volcán Pissis, que no tiene nada que ver con el zodíaco". Abrió caminos a Tuaní, un pueblito perdido en el sudeste riojano.
La caldera del Galán, en el límite entre Catamarca y Salta, les trajo tantas dificultades que también se convirtió en un hito turístico. Otro tanto sucedió con Las Tres Lagunas, en Salta; la Quebrada de Chuspimayu, en la Puna jujeña, y muchos otros parajes.
Como dicen algunos de sus amigos, llegó "a los lugares más difíciles por el camino menos complicado".
Para que algunos de esos tesoros ocultos continúen siendo vírgenes, mantiene en secreto el nombre de algunos parajes desconocidos.
Tal el caso de la ficticia Coyutinga, en Jujuy, una quebrada camino a Misa Rumi que -cuenta-, supo ser una opulenta mina de oro y sus habitantes tan ricos, comían en vajilla de cristal tallado. Toda su saga comenzó en 1954, cuando era cronista deportivo y cubría por el país el circuito de Turismo Carretera. Por entonces llegó a Belén, en Catamarca, y unos paisanos le preguntaron de dónde venía. "De la cuesta Miranda", les contestó. "Ah! Entonces habrá pasado por la cueva del Chacho", le retrucaron, pero él ignoraba de qué le estaban hablando.
Bastó esto para acicatear su curiosidad y jurar que habría de pisar siempre algún nuevo rincón. Y desde entonces viene cumpliendo su promesa. Su profesión lo acercó a muchos deportistas, pero un orgullo comprensible le cambia la mirada azul cuando admite que su trabajo le permitió conocer a Juan Manuel Fangio y acompañarlo por varios circuitos europeos. Kirbus asegura que el campeón le enseñó a conducir. Y el alumno no dejó mal parado a su maestro: otra de sus actividades de toda la vida fue la de tester o probador de autos nuevos.
Su experiencia está volcada en más de 20 publicaciones de toda índole. La arqueología, la historia y la aeronáutica fueron varias de sus áreas de estudio (es conocida su teoría que la segunda fundación de Buenos Aires, tuvo lugar en Belén de Escobar y no en los alrededores de Plaza de Mayo).
El fabuloso Tren a las Nubes , Tesoro del Inca , La vida de Juan Manuel Fangio y Preparación de motores de competición son algunos de los títulos que engrosan su currículum. Su Guía de aventuras y turismo de la Argentina es un libro de cabecera entre los guías turísticos. El exitoso texto de 1996, La mágica ruta 40 , en el que también participó el periodista Germán Sopeña, será reeditado este año.
Ya salió a la venta Patagonia y en breve se conocerá Humahuaca, patrimonio de la humanidad . Después de tanto andar, confiesa que lo que más lo apasiona es desentrañar los secretos de la montaña, recorrer ríos secos, llegar a lo inaccesible.
Los mejores sitios del país
Asegura que hay dos lugares increíbles en la Argentina desconocida: el cerro piramidal que custodia el Valle Hermoso, detrás de las Leñas, y la mina La Casualidad, en la frontera de Salta y Chile: una cordillera inmaculada, pero no blanca por la nieve sino de pura sal.
Su vida de trotacaminos sigue poniéndolo en marcha, pero ya sacó una conclusión: "Vivimos en el mejor país del mundo, es increíble lo generoso que es este suelo, la gente que tenemos.
Un viajero toca una puerta en cualquier lado y recibe ayuda. En otras partes, eso ya no existe más".
Siempre listo para superar escollos
Cada vez que emprende un viaje, Federico Kirbus prepara su cajita mágica, todo lo que no debe faltarle a ningún explorador: cortaplumas, hilo de nylon, alambre de fardo, una vela, fósforos, pegamento, bolígrafo, un trozo de goma, lupa, abrelatas, vaselina, destornillador y pinza de depilar. Una vez, en el paraje de Laguna Brava, en La Rioja, pudo poner a prueba los poderes mágicos de su cajita. En medio del desierto, a -20°C se le rompió el eje trasero de su vehículo. Tenía un repuesto, pero no calzaba. ¿La solución? Una simple lima de uñas.
No muchas personas transitaron la puna argentina como Kirbus y pocos son tan expertos en evitar apunamientos. "Los hipertensos son los que más sufren la falta de oxígeno. Sólo líquidos para que el cuerpo esté liviano", recomienda. El y su esposa, Marlú, nacida en Francfort, llevan siempre un refuerzo: unos bloquecitos de glucosa compactada, tan eficaces que en segundos son capaces de revivir a Lázaro.





