Una linda visita

Nunca tomé consciencia de cuánto extraño…hasta hoy. Es lindo que te visiten, pero también está el otro costado: volver a despedirte. ODIO las despedidas (¿Quién no?). Mi familia en Córdoba bien sabe que cada vez que los despido lloro como un bebé.

¿A quién me tocó despedir? A papá.

Obviamente que fue una felicidad enorme verlo, pero a la vez fue un sacudón de emociones y me hizo caer en lo mucho que extraño a mis amigos, a mi familia y a Buenos Aires.

El sábado por la mañana llegó a París y se fue el martes, estaba por trabajo en Madrid y aprovechó la oportunidad para visitarme.

Papá ya conocía Paris por lo cual no teníamos la presión de visitar todos los lugares "que hay que visitar". Nos dedicamos a pasear tranquilos, charlar de la vida y disfrutar de la ciudad. Acá les cuento un poco el recorrido que hicimos.

El primer día lo pasé a buscar por su hotel y en cuanto nos vimos, nos abrazamos y nos largamos a llorar. Desde agosto del 2014 que no lo veía, ¡fue inevitable no emocionarnos!

Salimos del hotel y nos fuimos a caminar por el barrio Latino, almorzamos y después fuimos a Notre Dame.

El domingo seguimos el recorrido. Caminamos por los jardines de Tuileries, almorzamos en Champs-Élysées, hicimos un tour por los locales en Solde y caminamos hasta el arco de triunfo. Cuando empezó a atardecer nos fuimos en metro a Trocadero a ver la torre Eiffel. Recomiendo ir en este horario porque se puede ver la torre iluminada y el juego de luces que realiza los primeros diez minutos de cada hora.

Tomamos un café por Trocadero y después fuimos a mi casa a que conozca mi humilde palacio de 25 m2.

El último día fuimos a Sacre-Coeur y almorzamos en Montmartre. A la noche vino a cenar al restaurante donde trabajo. Fue lindo que pueda conocer el ambiente en el que convivo día a día y la gente con la que trabajo.

Finalmente la parte más dura…el martes me desperté bien temprano, desayunamos juntos y lo despedí. ¿No hace falte que les diga que lloré no?

Juli.