Bergoglio declaró por los sacerdotes desaparecidos
En una inédita audiencia, que cambió durante la mañana la fisonomía y la rutina del Arzobispado de Buenos Aires, el cardenal Jorge Bergoglio declaró ayer como testigo en una causa en la que se investiga el secuestro y la desaparición de los sacerdotes jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalics pocos días después de instalarse en el país la dictadura militar de 1976.
Para el cardenal, según contó a LA NACION un vocero eclesiástico, la audiencia se desarrolló sin sobresaltos y todas las partes manifestaron su conformidad, en una declaratoria que se extendió durante más de cuatro horas. Esto fue entre las 11 y las 15.15, con dos intervalos de quince minutos.
La querella, personificada en el abogado y ex diputado de izquierda Luis Zamora, sostuvo que el purpurado "mintió" y ofreció pocas precisiones al respecto. "Cuando alguien es reticente está mintiendo, está ocultando parte de la verdad", declaró el letrado.
El Tribunal Oral Federal Nº 5 en pleno, incluidos la Fiscalía y los abogados querellantes y defensores, se trasladó al Arzobispado, donde Bergoglio declaró al aceptar el beneficio del artículo 250 del Código Procesal Penal, que exime a las máximas autoridades del país, gobernadores y dignatarios de la Iglesia de presentarse a declarar en un tribunal.
De esta manera, la planta baja del edificio de Rivadavia 413, a metros de la Catedral y de la Casa Rosada, fue dominada por jueces, abogados y efectivos policiales, que montaron un estricto operativo de seguridad, con vallas en el acceso.
Unas 35 personas participaron de la audiencia judicial, realizada en un salón con vistas a los jardines de la Curia. Bergoglio asistió acompañado por los abogados del Arzobispado y el obispo auxiliar y vicario pastoral, monseñor Eduardo García.
El requerimiento
El testimonio de la principal figura de la Iglesia argentina, que en el momento del secuestro de los sacerdotes Yorio y Jalics se desempañaba como superior de los jesuitas en la región, fue requerido por la ex detenida María Elena Funes. Este reclamo se hizo luego de que Funes declarara el 23 de septiembre último en la causa por la desaparición de las monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet.
Según se pudo saber, en ese testimonio judicial habría atribuido el secuestro de Jalics y Yorio a la presunta decisión de Bergoglio de quitarles protección y negarles autorización para continuar con sus actividades de ayuda social y pastoral en la villa del Bajo Flores.
La declaración del jefe de la Iglesia ante los jueces se mantuvo en reserva. "La audiencia se desenvolvió en un ámbito cordial y el cardenal se mostró distendido", graficó una fuente del Arzobispado al término del encuentro.
Distinta fue la percepción de los querellantes respecto de la misma situación. "El cardenal no pudo justificar por qué esos dos sacerdotes quedaron en una situación de desamparo y expuestos", dijo Zamora, al insistir en que el testimonio de Bergoglio "demuestra el papel de la Iglesia durante la última dictadura militar".
Según detalló la querella tras el interrogatorio judicial, Bergoglio aclaró que nunca fue a la ESMA y dijo que Jalics y Yorio "eran conscientes de que podían terminar en una zanja" y por eso les recomendó que tomaran precauciones.
Por todo ello, la querella no descarta pedir una inspección de los archivos de la Iglesia para cotejar la declaración del purpurado, quien dijo, según trascendió, que toda la información que él había recibido en ese momento sobre la suerte de los dos sacerdotes secuestrados la había retransmitido a sus superiores de la orden religiosa.
Como titular de una orden religiosa, Bergoglio no dependía en ese momento del arzobispo de Buenos Aires, sino de sus superiores en la Compañía de Jesús.
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