Con fuerte preocupación por el dólar, la Casa Rosada cerró filas detrás de Massa y apuesta todo a su negociación con el FMI
En la Casa Rosada responsabilizaban a Aracre por los ruidos políticos con el Palacio de Hacienda; advierten que necesitan que el Fondo adelante los desembolsos del año en junio
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Alberto Fernández tuvo un martes de furia. Enojadísimo con Antonio Aracre, el jefe de Asesores que había nombrado hacía menos de tres meses y con quien había almorzado el día previo, dedicó parte de su día a apagar el incendio que se generó por un falso rumor que lo daba a Sergio Massa afuera del ministerio de Economía. En ese trajín -y mientras cumplía con los dos actos públicos que tenía en agenda- el presidente monitoreó de cerca la suba del dólar blue a través de su celular.
En el Gobierno no creen que la suba del dólar libre -que este miércoles siguió en ascenso hasta tocar los $423- se deba únicamente a el “affaire Aracre”. Pero sí ven con mucha preocupación cómo cualquier mínimo ruido político en la administración nacional impacta rápido en los mercados. “Todo suma… siempre en contra”, reconoció un funcionario de trato cotidiano con Fernández.
Con la salida de Aracre, el Presidente optó por poner un torniquete al conflicto con el Palacio de Hacienda. El funcionario saliente dio el portazo “cansado de que lo operen”, dijo puertas adentro, y Fernández no tardó en aceptarle la renuncia. En las horas posteriores, en la Casa Rosada responsabilizaban al exCEO de Syngenta por todos el drama. “Los dos quilombos que tuvimos con Massa, fueron por Aracre”, dijo enseguida un colaborador presidencial. Además del falso rumor de esta semana, se refería a la ocasión en la que trascendió que Massa avanzaría con un desdoblamiento cambiario, cuando se estaba por anunciar la venta de los activos en dólares de las empresas estatales.
En las últimas horas, en la sede de gobierno hacían esfuerzos por cerrar filas detrás de Massa y rechazaban que el Presidente haya alimentado la versión de su salida. “Alberto jamás podría filtrar algo así, sería como cortar la rama del árbol en la que está parado”, apuntaron cerca del jefe de Estado.
Es que, hoy, el Gobierno tiene depositada en el ministro de Economía su principal esperanza para llegar saludable a las elecciones: espera que Massa pueda, en la recalibración del programa con el FMI, lograr que el organismo adelante desembolsos a junio (si es posible todos los del año) para paliar la escasez de dólares.
“Hay mucha preocupación, por supuesto. Sería muy importante conseguir que el FMI adelante los desembolsos de todo el año en junio para fortalecer las reservas y frenar las corridas especulativas. Que el Fondo anticipe y tranquilice”, dijo a LA NACION un alto funcionario de la Casa Rosada.
En su último viaje a Washington, Massa obtuvo el apoyo del gobierno de Joe Biden en la nueva negociación con el Fondo para armar un “puente” que le permita al Gobierno llegar hasta el 10 de diciembre. El asesor especial de la Casa Rosada para América Latina, Juan González, ayer dijo en una entrevista a la agencia EFE que su país está dispuesto a “jugar un papel constructivo” para “ayudar a la Argentina”. Pero aún es una incógnita si el FMI adelantará una parte de los desembolsos antes de los comicios para aliviar la escasez de dólares como pretende el Gobierno.
“Sería buenísimo. No es fácil, pero es posible”, se sinceró un funcionario relevante del área económica que consideró que fueron “varios factores” los que incidieron en la disparada del dólar blue, entre los que mencionó el dato de la inflación de marzo y los trascendidos sobre una presunta devaluación. Los economistas explican que el dólar libre pegó una disparada por el peor dato de inflación de los últimos 20 años (7,7%) sumado a los desequilibrios en la macro que atentan contra la estabilidad del peso.
Incertidumbre electoral
En medio de la inestabilidad cambiaria, Fernández ayer optó por no dialogar con los empresarios que estaban reunidos en el Llao Llao y que recibieron durante toda la semana a los presidenciables de la oposición. El Presidente había dejado la puerta abierta a participar la semana pasada, cuando habló con Eduardo Elsztain (IRSA). Su presencia -virtual- en el foro empresario estuvo en duda hasta el último minuto. Hubo, incluso, pruebas de sonido desde Bariloche para conectar con el primer mandatario. Pero a último momento decidió que no lo haría. “Nunca estuvo confirmado”, aseguraron en la Casa Rosada.
Con semana negra en el plano económico, en el Gobierno las rencillas internas por las candidaturas quedaron en un segundo plano. “En las elecciones podemos ganar, perder con dignidad, o hacer un papelón”, dijo en los últimos días un alto funcionario del gabinete. La opción del “papelón” se refuerza por al menos un sondeo que circula en el oficialismo y que da al Frente de Todos (como coalición) tercera, detrás de Juntos por el Cambio y del espacio de los libertarios que encabeza Javier Milei.
La mayoría de las encuestas que llegan al Gobierno, no obstante, todavía no muestran ese nivel de drama para el oficialismo, sino en un reparto parejo entre las fuerzas, con el libertario en tercer lugar. Aún así -dado que es posible que en el FDT y en Juntos por el Cambio haya PASO entre dos o más fórmulas- en Balcarce 50 reconocen que es muy probable que Milei sea el candidato a presidente más votado en agosto y que la licuadora de votos que se dará después plantea un escenario muy incierto para octubre.
Sin una estrategia electoral ni candidatos definidos en el oficialismo, el viernes habrá una reunión en la sede del PJ en la que Fernández se sentará con representantes del kirchnerismo. Pero la intención es plantear solo la “orden del día” que implica dos puntos: la fijación de la fecha para el Congreso del PJ (que es el ámbito que debe ratificar la unidad del Frente de Todos) y la designación de los responsables económicos para el financiamiento de la campaña. Los organizadores del encuentro de esta semana creen, así, que solo habrá formalidades en Matheu 130. Sólo si Fernández (que es el presidente del PJ) abre la palabra a los presentes, podría desatarse la discusión política en torno de la estrategia electoral.
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