Crece la preocupación en el gobierno de Milei por los acuerdos secretos entre Bolivia e Irán
Se busca reforzar la seguridad de las fronteras y se presta atención al vínculo entre el gobierno de Luis Arce y el régimen de Teherán
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En el Gobierno crece la preocupación por el acuerdo suscripto en materia de defensa por Bolivia e Irán el año pasado. A la par del vertiginoso giro de la gestión de Javier Milei en política exterior, que no solo versa en torno a reforzar las relaciones con Estados Unidos e Israel sino que además viene aparejado de los virulentos modos del Presidente, en las áreas de Defensa y Seguridad analizan el rol que tiene la potencia regional que preside el iraní Ebrahim Raisi en la región latinoamericana.
A pesar de la virulencia con la que Milei se refiere a los asuntos de política exterior, y a la reiterada iniciativa de mudar la embajada argentina de Tel Aviv a Jerusalén, en las filas de un sector del oficialismo reconocen que no es momento para generar un problema diplomático. El anuncio de Milei enfureció al grupo terrorista palestino Hamas. La canciller Diana Mondino buscó matizar el anuncio y dijo que se trata de una moción que podría llevar al menos cuatro o cinco años.
El Sistema de Inteligencia Nacional y el área de Defensa prestan atención a cómo evoluciona la relación entre el gobierno de Luis Arce y el régimen de Teherán. Uno de los acontecimientos que observan es la ruptura de relaciones diplomáticas que hizo Bolivia con Israel. Pero además miran de reojo la política militar boliviana y se preguntan qué efecto puede tener sobre la Argentina.
Irán y Bolivia firmaron a mediados del año pasado un memorándum de entendimiento para ampliar la “cooperación bilateral en el campo de seguridad y de defensa”, según informó en ese entonces la agencia estatal iraní IRNA. El acuerdo fue firmado en Teherán por el ministro de Defensa de Bolivia, Edmundo Novillo Aguilar, y su par iraní, Mohammad Reza Ashtiani. Los alcances y detalles del pacto firmado entre Irán y Bolivia no son públicos porque están protegidos por una cláusula de confidencialidad. Pero sí se conoció que Teherán vendió al estado boliviano una cantidad de drones y lanchas, entre otros elementos de equipamiento militar. “Hay mucha actividad entre Bolivia e Irán, Bolivia tiene una embajada con mucha presencia iraní”, dijo una fuente con trayectoria en áreas de defensa y seguridad a LA NACION.
Como parte de este contexto en el Gobierno recuerdan el incidente ocurrido hace más de diez años, cuando el expresidente de Bolivia Evo Morales recibió una visita oficial del entonces ministro de Defensa de Irán, Ahmad Vahidi, que está prófugo de la Justicia argentina y acusado de ser coautor ideológico del atentado contra la AMIA, en el que murieron 85 personas en 1994. La Cancillería argentina presentó en ese momento una queja formal ante la embajada de Bolivia.
En el Gobierno consideran que se debe apuntalar la política militar para contrarrestar las posibles “amenazas terroristas” en las fronteras y esto lleva a sus funcionarios a querer ampliar las facultades de las Fuerzas Armadas. El ministro de Defensa, Luis Petri, trabaja en la modificación del decreto 727/2006, que reglamenta el accionar de las Fuerzas Armadas. Según supo LA NACION, busca que estas puedan intervenir y desplazarse a zonas de frontera para combatir el terrorismo y el narcotráfico. “Las Fuerzas Armadas tienen que poder trabajar más allá de las hipótesis de conflicto estatales y abordar las no estatales”, dijo a LA NACION un dirigente del Gobierno que sigue la iniciativa.
La modificación que busca promover Petri es sobre los denominados principios básicos del decreto que firmó Néstor Kirchner en 2006, cuando reglamentó y restringió el accionar de las Fuerzas Armadas. El artículo 1 de ese decreto estableció: “Las Fuerzas Armadas, instrumento militar de la defensa nacional, serán empleadas ante agresiones de origen externo perpetradas por fuerzas armadas pertenecientes a otro/s Estado/s, sin perjuicio de lo dispuesto en la Ley Nº 24.059 de Seguridad Interior y en la Ley Nº 24.948 de Reestructuración de las Fuerzas Armadas en lo concerniente a los escenarios en los que se prevé el empleo del instrumento militar y a las disposiciones que definen el alcance de dicha intervención en operaciones de apoyo a la seguridad interior”.
Y el mismo decreto clasifica: “Se entenderá como “agresión de origen externo” el uso de la fuerza armada por un Estado contra la soberanía, la integridad territorial o la independencia política de nuestro país, o en cualquier otra forma que sea incompatible con la Carta de las Naciones Unidas”.
La Argentina y Estados Unidos buscan ahora posicionarse como aliados en materia de política internacional. La preocupación por el vínculo entre Bolivia e Irán es compartida y Brian Nichols, el secretario adjunto para el Hemisferio Occidental del Departamento de Estado de Estados Unidos que visitó el país la semana pasada, lo ratificó.
Consultado por LA NACION sobre si a Estados Unidos le preocupa este eje, en el que se encuadra, entre otras cosas, la flexibilidad para el otorgamiento de visas (en octubre hubo alerta de la facilidad con la que Bolivia emitía visas a ciudadanos iraníes) y la flexibilidad en la frontera, Nichols dijo: “La presencia de países como Irán en especial, pero Rusia o la República Popular de China es algo que los gobiernos de nuestra región debieran de evaluar si es conveniente o no”.
Y agregó: “Creo que en el caso de la relación con Estados Unidos- Argentina compartimos valores y preocupaciones de la presencia de actores preocupantes en nuestra región y solo digo que vamos a seguir a actuando y hablando a favor de nuestros valores, la seguridad de nuestros pueblos, y una colaboración en todos los ejes como buenos amigos y aliados”.
Como parte de este realineamiento y de la intención de ambos países de reforzar sus relaciones, hace poco más de una semana el jefe de Gabinete Nicolás Posse viajó con el interventor de la AFI, Silvestre Sívori, a Washington, para reunrise con el director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), William J. Burns. No trascendieron detalles de su encuentro, pero según reconstruyó LA NACION, los funcionarios argentinos fueron con la intención de conseguir que el gobierno norteamericano provea al Sistema Nacional de Inteligencia argentino equipos para mejorar la tecnología para realizar tareas de inteligencia. Las cifras de las expectativas son de al menos 50 millones de dólares, según supo este medio.
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