El pulmón cumple la función de oxigenar la sangre que le llega desde el corazón. Toma el oxígeno del aire y éste, merced a los movimientos respiratorios de la caja torácica y del diafragma, es transportado hasta los alvéolos pulmonares donde se pone en contacto con los capilares de la arteria pulmonar.
Cede el oxígeno y toma el anhídrido carbónico, que realiza el camino inverso.
Dentro del tórax, el pulmón, está recubierto por una membrana, la pleura, que tiene dos hojas.
Una, la antes mencionada, cubre el pulmón.La otra tapiza la cara interna de la cavidad torácica. Ambas se unen y, en contigüidad, facilitan sus movimientos: el de inspiración (el pulmón se infla) y el de espiración (se desinfla).
No existe en condiciones normales un espacio entre las dos hojas de la pleura. Por esa razón se trata de una cavidad virtual.
Aire en el tórax
En el neumotórax (aire en el tórax) la ruptura de alguna zona débil de la superficie pulmonar (algo similar a la pinchadura de un neumático) hace que el aire contenido en el pulmón ocupe, por encontrarse a mayor presión, el espacio entre las dos hojas de la pleura transformando a la cavidad virtual en una cavidad real llena de aire.
El pulmón, a todo esto, se colapsa bruscamente e impide el intercambio de oxígeno y de anhídrido carbónico.
El paciente percibe rápidamente la sensación de falta de aire (dispnea), un intenso dolor en el hemitórax afectado y puede presentar coloración azulada en las manos o pies, hecho que expresa la falta de oxígeno en la sangre circulante.
La vía quirúrgica
El neumotórax espontáneo es siempre una urgencia quirúrgica. Prestamente, se coloca un catéter en la cavidad pleural y, por medio de un sistema de aspiración, se extrae el aire.
El pulmón, gradualmente, se expande y recupera su posición y función normales.
En ocasiones, afortunadamente no es éste el caso, se debe recurrir a la apertura del tórax para suturar y cerrar la lesión que provocó el neumotórax.
