Duro ataque del Presidente a Mariano Grondona
Defensa: el doctor Carlos Menem se autocalificó como un hombre "exitoso", señaló las ventajas de su reciente viaje a Malasia y abogó por la flexibilización laboral, que fue respaldada por empresarios.
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El presidente Carlos Menem formuló severos comentarios sobre el periodista Mariano Grondona, defendió su actividad golfística, criticó a la CGT y aseguró que "a mí no me van a hacer la vida imposible como a otros presidentes que tuvieron que irse por un golpe de Estado", durante un reportaje radial realizado ayer. Menem habló durante casi cuarenta minutos, casi sin interrupción, en el programa matinal del periodista Pedro Olgo Ochoa, por Radio América.
Olgo Ochoa integra el círculo de amigos del Presidente y es frecuente visitante de Olivos. Además del programa radial, Olgo Ochoa tiene una columna televisiva por Atecé.
Al criticar a Grondona, Menem expresó: "No quisiera hablar de un personaje que se dice periodista, que estuvo conviviendo con los regímenes totalitarios, que no abrió la boca para defender a aquellos que íbamos presos o que éramos perseguidos o torturados, que declaró persona del año a (José) López Rega. Y ahora, con una alevosía inadmisible trata de minimizar o disminuir estos grandes logros que estamos consiguiendo a partir de los viajes al exterior".
Grondona, en una nota que se publica en esta edición, expresó: "El deber del periodista es informar con veracidad y opinar con honestidad, sin fobias ni intereses preconcebidos. No quiero salirme de caja. Quiero seguir tratando al doctor Menem con el respeto que se debe a un presidente y quiero seguir evaluándolo desde el único interés que importa: el interés de los argentinos".
Menem defendió, además, la flexibilización laboral, iniciativa que fue criticada por políticos y por sindicalistas, pero que fue bien recibida por empresarios.
Menem se considera un hombre exitoso
Definiciones: el Presidente defendió su último viaje por el sudeste asiático y su afición al golf, como una tarea más dentro del protocolo; dijo que siempre triunfó y que, por eso, le tienen envidia.
El presidente Menem respondió ayer con un "me tienen envidia", al referirse a las críticas que se le realizan desde diversos sectores de la población. "Lamentablemente, tengo que hacer una especie de autoalabanza. Toda mi vida fui un hombre exitoso: en mi vida como estudiante, como profesional y como político y esto, evidentemente, causa envidia, no lo pueden tolerar los que han fracasado y de ahí esas críticas tan duras." El jefe del Estado defendió también su gira por el sudeste asiático, al sostener que Malasia e Indonesia, los dos países que visitó recientemente, presentan "enormes posibilidades" para los productos de exportación argentinos.
Menem explicó, además, que los partidos de golf que jugó durante ese viaje estaban incluidos en el protocolo y que, por otra parte, "esto no disminuye ni perjudica la imagen de la Argentina".
"Pareciera ser que el único político en el mundo que juega al golf es el presidente Menem", se quejó el primer mandatario, para luego agregar: "Si a mí me invita el rey de Malasia a jugar golf en su país, lo tengo que hacer no tan sólo por la jerarquía de la persona que me invita, sino porque me gusta. Lo hice toda la vida y por más que no les guste a algunos comunicadores sociales, lo voy a seguir haciendo", dijo Menem en diálogo con Radio América.
Mercados abiertos
"Estuvimos en Malasia e Indonesia, que son dos de los cuatro tigres del sudeste asiático. Fuimos con empresarios, hemos abierto estos dos grandes mercados para nuestras carnes a partir de la posibilidad cierta, porque hemos conversado largamente el tema con el primer ministro de Malasia y con Su Majestad el rey, y con el presidente de Indonesia, de exportar granos y lácteos", precisó. Menem aseguró: "Son enormes las posibilidades de un mercado con más de 450 millones de personas, que crece en razón de un 10 por ciento anual de su PBI, lo cual es impresionante. El trabajo ha sido muy intenso, sin parar un solo minuto, dando conferencias, procurando aportar algo más para nuestro país, para el Mercosur".
Una relación bajo el signo de la controversia
Vínculo: distintas entrevistas realizadas en el programa "Hora clave" molestaron al jefe del Estado; diferencias entre oposición e independencia.
La comodidad con la que se mueve el presidente Carlos Menem en la televisión, un medio que siempre lo recibió con simpatía, tiene una excepción que lleva el nombre de Mariano Grondona. La sola mención del conductor de "Hora clave" provoca escozor e irritabilidad en el primer mandatario.
Menem pasó varias veces por "Hora clave" en su primera etapa -estuvo inclusive en la emisión inaugural-, pero comenzó a incomodarse con el ciclo en la medida en que Grondona acentuó un perfil opositor y dejó de ir al programa.
Grondona no adjudica a un hecho preciso el deterioro de esa relación, sino a una cuestión de enfoque por parte del Presidente. "Creo que Menem no soporta la crítica. Tiene un problema muy serio para distinguir entre oposición e independencia, siente que la independencia es una forma de oposición, se siente agredido", dijo el periodista, en agosto de 1995, en una entrevista con la revista LA NACION.
Las entrevistas
Varios hechos tratados en "Hora clave" durante 1995 alteraron el ánimo presidencial: las revelaciones del ex oficial naval Adolfo Scilingo, la confesión de la diputada formoseña Martha Meza -quien admitió que tuvo un hijo con el Presidente- y, sobre todo, las fuertes críticas de Grondona sobre la designación en la Corte Suprema del juez Adolfo Vázquez, amigo personal de Menem. El Presidente eligió siempre el mismo argumento para replicar a Grondona:lo acusó de haber pertenecido al gobierno de la Revolución Argentina, de "redactar el famoso comunicado 150" del régimen de Onganía y de "actuar permanentemente con mala fe".
Palabras a las que volvió a apelar ayer, como para remarcar la distancia que, a su juicio, existe entre "Hora clave" y otros ciclos periodísticos de TV en los que el Presidente parece sentirse realmente a sus anchas.
El presidente me agredió
El Presidente me ha agredido. No es que haya disentido conmigo. Disentir es su derecho y es el mío en una sociedad de hombres libres. Me ha agredido porque trató de descalificarme como interlocutor válido en el debate de ideas de los argentinos. Lo hizo al referirse a mí como "un personaje que se dice periodista". Esto sugiere que he escamoteado o fingido un título, que ejerzo ilegítimamente una profesión.
Empecé a ejercer el periodismo en 1958, a los 25 años, en el diario La Nacion. Llevo treinta y ocho años en una vocación que nunca dejé de lado. He sido criticado y alentado, pero lo que nunca había dicho nadie, hasta ayer, es que soy un "personaje que se dice periodista". Hasta mis adversarios más tenaces me reconocen, al menos, mi profesión.
El Presidente me agredió, además, al distorsionar un pasado en el que hubo errores y aciertos, pero nunca el periodismo al servicio de alguien, ambición de poder, deshonestidad intelectual o aprovechamiento económico indebido.
La tercera agresión en este intento por descalificarme ocurrió cuando el Presidente afirmó que yo había criticado su viaje a Malasia con "una alevosía inadmisible". Léase cómo define el Diccionario de la Lengua Española la alevosía: "Cautela para asegurar la comisión de un delito contra las personas, sin riesgo del delincuente. Es circunstancia que agrava la pena. Traición. Perfidia".
En la última emisión de "Hora clave", pasé imágenes del viaje a Malasia, contrastándolas con la enérgica conferencia de prensa del Presidente al volver al país.
Lo que hice fue mostrar entonces dos papeles posibles para Menem: viajero y "rey" mientras Cavallo gobernaba, o rey puesto a gobernar después de la salida de su ministro estrella.
Ayer, en mi artículo para La Nacion, volví sobre el tema al advertir la encrucijada que se abre por delante de un Menem ya sin Cavallo.
Entre los tres escenarios que anticipa el futuro -su "éxito total", su "éxito parcial" o su "fracaso" en el empeño de retomar enérgicamente las riendas del Gobierno- le deseé un "éxito parcial", no por él sino por el país, para evitar tanto la tentación re-reeleccionista que vendría con el "éxito total", como el desgobierno que acompañaría al "fracaso". Le pregunto al lector, que es mi auténtico juez: ¿dónde está mi alevosía?
La agresión del Presidente me pone frente a dos tentaciones. La primera, la intimidación. A mi edad, el único miedo que me queda es no cumplir con mi profesión y con el público, que me ha otorgado su confianza porque sé que oportunamente, alguien, que no es Menem, me pedirá cuentas.
La segunda tentación es más peligrosa. Por alguna razón que no comprendo, el Presidente se sale de caja al hablar de mí. El peligro es pagarle con la misma moneda. Si lo hiciera, desnaturalizaría mi profesión. El deber de un periodista es informar con veracidad y opinar con honestidad, sin fobias ni intereses preconcebidos.
Pues bien, no quiero salirme de caja.
Quiero seguir tratando al doctor Menem con el respeto que se debe a un presidente y quiero seguir evaluándolo desde el único interés que importa, que está por encima de mí e incluso de él: el interés nacional de los argentinos.
Si quiere invitarme a la agresión recíproca, el Presidente no me encontrará. Pero no me niego a este ilegítimo concurso por él, sino por mí: para no perder mi integridad.
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