El Día de la Memoria agita las disputas callejeras entre el kirchnerismo y la izquierda

La jornada del próximo 24 de marzo, fecha en la que se conmemora el Día de la Memoria, promete no ser una más. En medio de las tensiones que cruzan al Frente de Todos, el kirchnerismo ve en la conmemoración del aniversario del inicio de la última dictadura una oportunidad para demostrar su fuerza en la calle y, en la misma jugada, desmarcarse del rumbo tomado por la gestión de Alberto Fernández tras el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

“Nosotros rechazamos hacer de este día de lucha y memoria un espacio para disputar la interna entre sectores del oficialismo”, sostuvo ante LA NACION el legislador porteño del Frente de Izquierda-Unidad (FIT-U), Gabriel Solano. Es que, como sucede desde hace al menos 15 años, la jornada de este jueves estará dividida en dos actos. Las más de cien organizaciones de izquierda reunidas en el denominado Encuentro Memoria, Verdad y Justicia concentrarán a partir de las 11, para evitar, en palabras de Solano, que el kirchnerismo termine “usurpando la Plaza de Mayo” y no les permita hacer su acto.

Mientras La Cámpora concentrará desde temprano en la sede de la ex-ESMA, en el barrio porteño de Núñez, el Presidente se hará presente a las 10 en el Conicet para entregar los legajos reparados de ocho miembros del organismo que fueron desaparecidos. En tanto, el Movimiento Evita convocó a su militancia a las 14 en la esquina de la 9 de Julio y Av. de Mayo, desde donde caminarán hacia la plaza.

La izquierda, que se jacta de ser “independiente de todas las fracciones del Gobierno”, apuesta a que su acto sea tan masivo como el que anuncia el kirchnerismo. En ese sentido, sus principales consignas serán el rechazo al “pacto” con el FMI y “contra la represión de ayer y la impunidad de hoy, en medio de un nuevo pacto de coloniaje encarado por el peronismo y la oposición de derecha”. Además, desde las organizaciones planean poner el foco en los “ataques” que, según sus dirigentes, el Gobierno realiza a “derechos sociales básicos en un país ya empobrecido”.

“Ningún ajuste pasa sin represión. ¿O acaso quitar la ayuda social a un desocupado por ejercer su derecho democrático a reclamar no es una barbaridad autoritaria?”, se preguntó, por su parte, el dirigente del MST Alejandro Bodart, en referencia a la decisión del ministro de Desarrollo Social, Juan Zabaleta, de darle de baja el plan social a uno de los detenidos por los disturbios a las afueras del Congreso durante la votación del acuerdo con el FMI en Diputados.

Quien se encuentra muy activa es una de las principales damnificadas por esos hechos, Cristina Kirchner. Esta tarde, la vicepresidenta se reunió con la titular de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, en la sede de ese organismo. Un encuentro que se sumó al que compartió la semana pasada con otros referentes de los derechos humanos y que, en teoría, tuvo como objetivo hablar de la marcha del 24 de marzo. Sin embargo, la expresidenta no perdió la oportunidad de despacharse con mensajes dirigidos a la interna del oficialismo. Entre otras definiciones, dijo que la “unidad” es un valor que por sí mismo no garantiza nada y que solo tiene sentido si sirve para mejorarle la vida a la gente, según pudo reconstruir LA NACION. Un mensaje hacia Alberto Fernández que, reinterpretado, difundieron ayer intelectuales y artistas kirchneristas: “Moderación o pueblo”.

En ese encuentro, los organismos encabezados por la referente de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, Taty Almeida, le expresaron a la presidenta del Senado su solidaridad frente al ataque a pedradas al Congreso. Y le dijeron que les gustaría que ella estuviera presente en el acto de este jueves, que tiene para los movimientos de derechos humanos un peso especial, ya que volverán a la calle después de la pandemia. Ella les contestó que la honraba la invitación, pero no les confirmó si acudirá a la cita.

Lo cierto es que el 24 de marzo es una fecha extremadamente simbólica para el kirchnerismo desde que llegó a la Casa Rosada en 2003. La relación que supo tejer Néstor Kirchner con las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo representó un eje fundamental en su búsqueda por construir legitimidad social en sus primeros meses de mandato, debilitado luego de que Carlos Menem renunciara a competir en el ballotage. Hoy, sin ir más lejos, la Secretaría de Derechos Humanos es encabezada por el nieto recuperado Horacio Pietragalla, uno de las principales figuras del kirchnerismo dentro el gabinete.

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