El escritor de las memorias de Menem
Hace pocos días, casi al pasar, el presidente Carlos Menem anunció en una cena benéfica que está escribiendo sus memorias. El encargado de recopilarlas, Daniel Herrendorf, es uno de los personajes más enigmáticos del círculo íntimo del Presidente. Pasa largas horas hablando y grabando conversaciones con Menem, pero para el público es prácticamente un desconocido.
El escriba del Presidente es un joven rubio y barbado de 33 años, aspecto frágil, manos frías y ojos cansados, que viste trajes italianos y susurra en vez de hablar.
Es un prolífico autor de filosofía del derecho que escribió su primer libro a los 18 años y lleva publicados una docena, además de casi 50 artículos en las revistas La Ley y El Derecho.
También es escritor de varios cuentos y poemas que hasta ahora nadie ha querido publicar. En su página de Internet se adjudica un doctorado en ciencias políticas, pero no posee título universitario alguno.
Discípulo de Carlos Cossio, Germán Bidart Campos, Carlos Fayt y Carlos Corach, trabajó en la Biblioteca de la Corte Suprema, fue profesor de Derechos Humanos en la UNAM de México y empleado de las Naciones Unidas en Madrid, donde se ocupó del programa de refugiados.
Alguna vez comparó a Menem con Hitler en la revista El Derecho, desde donde fustigaba al Presidente por indultar a los ex comandantes de la última dictadura militar: "Si el Presidente administra el dinero de todos sin permiso es porque tiene poder. Todo el tema está en el poder, penosa, lamentable y repudiablemente. No podemos dejar de recordar la expresión de Adolfo Hitler: "Allí está usted con sus tratados y yo estoy aquí con mis cañones. A ver quién puede más".
"Tener que citar a Hitler es toda una incomodidad. Pero tal vez así nos entiendan."
Claro que eso fue antes de su conversión al menemismo. Hoy sostiene que está de acuerdo con los indultos "por razones de Estado". Es más: durante diez horas de charla con La Nación , en su estudio de la calle Pueyrredón, en la Casa Rosada y en un restaurante francés de la Recoleta, jamás esbozó el más mínimo desacuerdo con el pensamiento de Menem, a quien también llama "el presi" y "el Príncipe", parafraseando a Maquiavelo.
Mefisto
Sus ex compañeros de luchas del movimiento de derechos humanos hoy lo detestan: lo llaman Mefisto, ambicioso, advenedizo, trepador. Dicen que el calor del poder lo oxidó. Recuerdan sus artículos en el diario La Prensa, donde, allá por 1988, tildaba a Perón de fascista y auguraba un futuro negro para la Argentina si Carlos Menem asumía el poder.
"Si Menem asume el poder en 1989 la Argentina puede convertirse en un campo de batalla. Lo más escogido del peronismo viene con él: el sindicalismo fascista, el militarismo nacionalista más cerril y los más oscuros mecenas, en una alegre algarabía populista..."
En la Casa Rosada lo ven como un intelectual brillante, escritor de talento impar, agradable en la conversación, culto como pocos. Dicen que Menem lee los libros que Herrendorf le provee. Recuerdan que asesoró al Gobierno con lucidez durante la Convención Constituyente de 1994.
Allí empezó la carrera política de Herrendorf. Después, fue asesor de Corach en la Secretaría Legal y Técnica y, más tarde, subsecretario de Asuntos Legislativos de Elías Jassan en el Ministerio de Justicia.
Biografía internacional
Fue entonces cuando se le ocurrió que los éxitos de la política exterior de Carlos Menem debían quedar registrados para la posteridad. Comentó la idea, primero, a Carlos Corach y, después, al Presidente en persona. Ambos estuvieron de acuerdo. A partir de entonces, Herrendorf empezó a acompañar al Presidente en todos sus viajes.
Tras la renuncia de Jassan, Herrendorf volvió a Interior, donde Corach le creó la Subsecretaría de Gestión Gubernamental, con despacho en la Casa Rosada, cargo que ocupa en la actualidad. Desde allí recopila todos los documentos "no normativos" del Presidente: discursos, conferencias, cartas, declaraciones de prensa, etcétera.
Se define como un "cobarde en lo físico, pero audaz en lo intelectual", y dice que en su vida hay dos constantes: su habilidad para acercarse a grandes maestros y aprender de ellos y sus ganas de escribir.
Opina que García Márquez es un plagiador, y que Saramago y Kundera siempre escriben el mismo libro. Prefiere sus propios relatos inéditos que, a veces, recita en voz alta. Por ejemplo, "Azules" : Era el día cuarto en el cielo y parpadeaban tanto las estrellas y era tan fuerte el color de los secretos estelares que Dios no durmió.
Así supo -con estupor, está claro- que todo era bello pero nada tan vivo como él.
Y sintió pena y vanidad.
Por eso, quiso ver seres vivos que se movieran, se alimentaran, se reprodujeran, y sembró el inmenso mar de peces y el inmenso azul de pájaros. Y el viento fue de las aves y los peces nadaron por amor al agua.
Así fue como Dios creó una alianza indiscutida entre los dos azules de la tierra. Los peces y los pájaros han heredado toda esa vaga inmensidad de color, son los dueños de toda agua y todo aire, y nadie desconoce que hay un orden igual entre el aroma de la noche fresca y la velocidad de una ola.
Dios vio con alegría esa maravillosa mansedumbre de almas, y, sosegado, no durmió. Dice que más que leer le gusta releer, especialmente los clásicos, y casi no puede completar una frase sin citar a Malraux, Borges, Unamuno o algún otro autor famoso, preferentemente francés.
Hoy sostiene que se equivocó cuando atacaba con punzantes ironías a Menem y al peronismo, pero no se arrepiente de sus artículos, que atribuye a la inexperiencia y al fervor revolucionario que marcaron su juventud.
"Cuando Menem dijo que iba a abrir la economía y acabar con la inflación, reconozco que no le creí. Pero nadie le creyó", se defiende.
Y es impiadoso con sus críticos: "Los destacados constitucionalistas que me atacan por estar en este gobierno no tuvieron empacho en reformar la Constitución, en 1971, sentados en las bayonetas del gobierno militar del general Lanusse", contraataca.
De Marx a Borges
Hijo de un conocido dirigente del Partido Socialista Democrático, en su infancia se nutrió de Tolstoi, Dostoievski y Marechal. En su cuarto de clase media acomodada colgaban tres fotos: Marx, Freud y Einstein. Cuando cumplió 15 años cayó en sus manos un libro de Borges y le pareció el mejor autor que había leído en su vida.
Sus padres socialistas intentaron convencerlo de lo contrario: le regalaron las obras completas de Borges para demostrarle que se trataba de un autor menor. El fracaso fue rotundo. Hoy, Herrendorf puede recitar, de memoria, decenas de poemas del autor de "El Aleph".
A diferencia del Presidente, su escriba nunca se interesó por los deportes y la farándula. Dice que la política para él es apenas una distracción de su fecunda vida cultural, y que no aspira a ocupar ningún cargo jerárquico.
Sin embargo, se enorgullece de alimentar a sus periodistas preferidos con jugosos "off the record", en los que demuestra un conocimiento acabado de las peleas internas del Gobierno.
Ha escrito que los intelectuales son intrascendentes en la vida política y que siempre llegan tarde a los eventos históricos. Pero él se considera un intelectual transgresor que no le rehúye al compromiso político.
A pesar de todo lo que ha logrado en su corta vida, de sus libros, sus maestros, de los odios y amores que ha generado, dice no entender por qué alguien querría entrevistarlo.
Pero pregunta, con un toque de vanidad, como el Dios que describe en "Azules": "Si no estuviera trabajando en la biografía de Menem, ¿vos tendrías interés en hablar conmigo?"
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