
El poder del conocimiento y la ignorancia
La responsabilidad de los padres cuando transportan a sus hijos

Sir Francis Bacon (1561-1622), célebre político y filósofo inglés, es el autor de una frase muy inteligente: el conocimiento es poder. En buen romance, cuanto más se conozca de algo, mayor poder tendremos sobre ese algo. Si ese algo es la seguridad vial, el poder del conocimiento servirá para salvar vidas; sobre todo la de nuestros hijos. Sin embargo, por lo que se ve a diario, pocos padres parecen tenerlo en nuestro país.
Hace unos días presencié cómo un joven vecino, en la ciudad de Buenos Aires, le decía a su hija de pocos años: “Te amo… Cuánto te amo”, mientras se subía a su automóvil, para luego ¡llevarla en su regazo mientras conducía! Si la amara de verdad la llevaría sentada en un asiento especial (SRI, Sistema de Retención Infantil) en el asiento posterior.
Un par de días después, otra situación en un pequeño pueblo de la provincia de Buenos Aires: una mamá (sin cinturón de seguridad), con su hija de tres o cuatro años ¡viajando parada en el asiento del acompañante!: “Son pocas cuadras, voy despacio y acá no hay peligro”.
Como complemento del pensamiento de Bacon hay un refrán anónimo que dice: “Lo peor de la ignorancia es que a medida que se prolonga, adquiere confianza”. No importa si es en la urbe más grande del país o en un pueblo pequeño: hay muchísimos padres que no saben (o no aprenden) cómo transportar con seguridad a sus hijos. Toman confianza en una ignorancia que los expone a un riesgo innecesario.
¿Cuál puede ser la respuesta conductiva de ese padre ante un imprevisto? ¿Qué puede pasar con la criatura parada en una frenada brusca? La calidad de la educación vial debe mejorar mucho si se pretende realmente disminuir las víctimas en accidentes de tránsito.