Exigen la intervención de San Luis
Frente a la Casa de Gobierno, una multitud rechazó la represión contra los maestros y pidió la renuncia de Rodríguez Saá
SAN LUIS.- Frente a la Casa de Gobierno, el grito era uno solo: "Paso, paso, paso, se viene el puntanazo", coreaban los más de seis mil manifestantes que ayer se congregaron para rechazar la agresión sufrida en la madrugada por los docentes provinciales, reclamar la renuncia del gobernador Alberto Rodríguez Saá y pedir al gobierno nacional la intervención federal de la provincia.
Al borde del disturbio, los organizadores de la concentración debieron hacer verdaderos esfuerzos para evitar que los manifestantes provocaran la reacción de la policía, que no logró vallar el frente del edificio y en su lugar apostó una docena de efectivos que fueron obligados a abandonar el lugar frente a la presión de la multitud.
Por la noche, el gobernador distribuyó un comunicado en el que solicitó al sector gremial docente que "vuelva a la escuela" para que los alumnos puedan cumplir con los 180 días de clase del ciclo lectivo y opinó: "Esto es una situación política. El tema es la cuestión municipal que yo no tengo nada que ver".
Con el objetivo de que el gobierno de Néstor Kirchner pose su mirada en la provincia, los docentes aglutinaron los reclamos de numerosos sectores oficiales y no oficiales.
La protesta docente que paralizó el microcentro de la ciudad durante todo el día desnudó además los conflictos que el poder político ha generado internamente con los empleados públicos y judiciales y con sus fuerzas de seguridad.
Los empleados de la Casa de Gobierno abandonaron espontáneamente su lugar de trabajo cuando, al ingresar en horas de la mañana, encontraron el tercer piso del palacio gubernamental convertido en una trinchera de policías fuertemente armados. Idéntica actitud asumieron los empleados estatales que cumplen funciones en la Obra Social del Estado Provincial, que decidió parar, ayer y hoy, en apoyo al reclamo docente y en defensa de su carrera administrativa.
Durante todo el día, los docentes recibieron numerosas muestras de adhesión en la Carpa de la Dignidad, desde donde se coordinó la marcha que, a partir de las 18, reclamaría el alejamiento de Rodríguez Saá. Los comercios cerraron sus puertas de 18 a 20 para sumarse a la protesta de la multisectorial. Los cortes de las calles aledañas a la Casa de Gobierno aislaron la sede del Poder Ejecutivo provincial enfrentándolo a una multitud caracterizada por el rechazo.
La jornada fue tensa y plena de rumores sobre posibles preparativos de represión policial. Pese a que el ánimo de la gente se encontraba minado por lo ocurrido en la Legislatura local, la Multisectorial de San Luis logró disciplinar a sus integrantes y concretar su protesta sin disturbios.
"¿Señor policía, cómo le enseño a mi hijo que a la maestra no se le pega?", rezaba una pancarta en medio de la multitud. La valentía docente fue el eje de los discursos leídos en una noche fría y triste para los maestros puntanos, que anunciaron un nuevo paro de 48 horas con la adhesión del sector privado y una manifestación organizada por la Ctera para hoy, en la Capital Federal, frente a la Casa de San Luis.
Acusados de "secuestro extorsivo", unos 40 docentes -en su mayoría mujeres- fueron expulsados en la madrugada de ayer de la Legislatura provincial por más de un centenar de policías armados que golpearon, balearon y ahogaron con gases al grupo que reclamaba el veto de la ley de estatuto docente.
La norma aprobada anteayer por los diputados y senadores provinciales en una sesión tan vertiginosa como desprolija fue considerada por los docentes como violatoria de sus derechos. La sanción decidió a los docentes a continuar en el lugar para no permitir que los legisladores se retiraran sin vetarla, pero a la 5 de ayer fueron arrastrados por personal policial fuera del Palacio Legislativo, en medio de golpes e insultos.
En realidad, la policía destacada allí había demostrado durante el día anterior el malestar que invadía a la fuerza entablando una suerte de alianza con los manifestantes, a los que dejaron ingresar sin restricciones y con quienes en total armonía compartieron toda la jornada. Ese mismo malestar fue demostrado más tarde, durante la represión, por la otra cara de la policía. Sin poder dejar de cumplir las órdenes de desalojo impartidas por Rodríguez Saá, se excedió provocando lo que más tarde se convertiría en el repudio masivo de la comunidad.
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