La Argentina empieza a recuperar su capacidad de defensa aérea
PALMDALE, Estados Unidos.- En una de las más importantes fábricas de armamento de los Estados Unidos, donde el gobierno norteamericano desarrolla proyectos secretos para aumentar su poderío aéreo mundial, y bajo la atenta mirada de agentes de seguridad del Departamento de Estado, que controlan que nadie mire más allá de lo permitido, cinco aviones de combate Fightinghawk A4-AR están listos para despegar hoy hacia la Argentina.
Son parte de las primeras máquinas de alto poder bélico que Estados Unidos autorizó a nuestro país a adquirir, y determinan el final de un largo período de prohibiciones a la compra de armas sofisticadas, a 15 años de la Guerra de Malvinas.
Sobre la pista de pruebas de la fábrica Lockheed Martin recibieron hasta ayer los últimos ajustes los aviones comprados por la Fuerza Aérea para reemplazar las importantes pérdidas sufridas durante el conflicto del Atlántico Sur, en 1982. Es el primer grupo de 36 máquinas de combate que el gobierno argentino compró a la marina de los Estados Unidos, en un contrato que incluye un reacondicionamiento a cargo de Lockheed Martin, y la provisión de radares de última generación por parte de la empresa Westinghouse.
La operación para incorporar los nuevos aviones de combate comenzó a principios del 90, aunque el acuerdo se firmó en diciembre de 1994 con un costo total de 284 millones de dólares. Así, nuestro país decidió la incorporación de aeronaves construidas a principios de los 70, pero reequipadas con sistemas computarizados que permitirán un amplio desarrollo bélico, incluso para misiles teledirigibles.
Pese a la polémica generada en nuestro país desde el comienzo de la operación (había sectores de la Fuerza Aérea que afirmaban que se invertía en armamento obsoleto, mientras los países de la región proyectaban comprar aviones modernos), los Fightinghawk continúan actualmente en uso en la marina norteamericana para entrenamiento de combate contra aviones F-16, y cuentan con la ventaja de ser los aviones de guerra más pequeños del mundo y con capacidad para desarrollar velocidad supersónica, aunque trabajan en el límite de los 900 kilómetros por hora.
"Compramos un avión económico que conocen bien los pilotos argentinos y le pusimos el mejor equipamiento posible", dijo a La Nación el comodoro Horacio Mir González, jefe del Programa A4-AR.
Los Fightinghawk tienen un esqueleto antiguo y una moderna máquina de combate en su interior renovado, en sus equipos de radares y software. Según explicó ayer Mir González, la inversion efectuada por nuestro país "es un sistema completo que, además de los aviones, incluye simuladores de vuelo, entrenamiento de los pilotos y repuestos".
Quejas
La compra de estos aviones a los Estados Unidos y la incorporación de radares de última generación provocó algunas quejas en países vecinos, especialmente en Chile, por la recuperación de la capacidad de defensa aérea de nuestro país, con gran poder de fuego.
Sin embargo, el gobierno chileno no oculta su interés en la adquisición de aviones F-16, por lejos muy superiores y más modernos que los comprados por la Argentina, aunque el gobierno norteamericano no manifestó aún si le venderá a la fuerza aérea trasandina esas aeronaves.
Los aviones que llegarán a la base aérea de El Palomar, en principio el próximo jueves, fueron pintados con un tono gris celeste, que responde a la última tendencia para el camuflaje aéreo. Incluso la bandera argentina, que tienen sobre la cola, debió respetar un extraño fondo grisáceo para ocultarse mejor en el espacio.
Riguroso control
Desde el momento en que se ingresa en la fábrica norteamericana, que tiene una de sus principales plantas en esta ciudad californiana, las exigencias de seguridad se hacen sentir con rigor.
Lockheed tiene en sus manos parte del desarrollo de importantes proyectos armamentísticos de los Estados Unidos y están forzados, por ello, a cuidar con celo todos los secretos militares, incluso con agentes del FBI que deambulan por todas partes.
"Dentro de la fábrica los movimientos se limitarán a las áreas de trabajo de la Fuerza Aérea Argentina", dijo uno de los agentes de seguridad de la empresa a la comitiva que llegó para retirar los aviones.
Los primeros cinco Fightinghawk (versión argentina de los antiguos Skyhawks) llegarán la próxima semana a nuestro país, tras un largo viaje por toda América.
Hoy, en el acto de entrega de las máquinas en las instalaciones de la Lockheed, estará presente el titular de la Fuerza Aérea, brigadier Rubén Montenegro.
Más poder de disuasión
PALMDALE, Estados Unidos.- La adquisición de los aviones Fightinghawk A4-AR colocó a la Argentina en un grado de excelencia de poder aéreo que le permitirá participar de las maniobras denominadas Red Flag (Bandera roja), en las cuales la fuerza aérea norteamericana despliega sus modernos aviones de combate y entrena a sus pilotos.
Los ejercicios, en los que podrían intervenir pilotos argentinos con los nuevas máquinas incorporadas, "son los más completos del mundo", según hombres de la Fuerza Aérea,y se realizan cuatro veces al año, sobre el desierto de Nevada.
En esas maniobras, a las que ya habría sido invitado nuestro país, se suman las máquinas norteamericanas con aviones de países de la NATO, y otras naciones intervinientes. Nunca participó ningún país latinoamericano, excepto Venezuela luego de haber adquirido los aviones norteamericanos F-16.
La Argentina podría tomar parte en los futuros Red Flag, no sólo por la incoporación de los Fightinghawk, sino por la condición de aliado extra-NATO de los EE.UU., que daría lugar a programas de entrenamiento para pilotos de combate.
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