Los municipios entablan una lucha para contener el avance de la inseguridad en lo que históricamente fueron centros de referencia en los barrios; “No hay una ola de asaltos”, relativizan desde el Ministerio de Seguridad provincial
En los últimos meses, en medio de la puesta a punto para el inicio de clases, se registró una seguidilla de robos e intrusiones a escuelas en distintos puntos del conurbano y la ciudad de Buenos Aires. Hurlingham, La Matanza, Berisso y Lomas de Zamora son solo algunos de los municipios cuyas comunidades educativas se vieron afectadas por esta deriva de la inseguridad, que transforma a las escuelas en blanco de la marginalidad, de especial calibre en suelo bonaerense.
Una pequeña porción de la geografía lomense ofrece un cuadro de una película todavía en curso. En torno a una manzana del barrio Dos de Abril, en Santa Catalina, se erige un pequeño polo educativo: un jardín de infantes, una primaria, una secundaria y otra escuela técnica ofrecen buena parte del arco formativo en menos de 200 metros cuadrados. En el último mes y medio, tres de estas instituciones sufrieron “entraderas”. La escuela número 92 –la primaria– sufrió el último episodio el primer lunes de marzo.
“Se llevan los ventiladores, las estufas, alguna silla”, ejemplifica Cecilia Cardozo, docente de dos instituciones vulneradas, en una sucinta y muy general descripción de algo que sucede “hace años”. “A veces, no se llevan nada. Entran y rompen”, agrega un vecino.
Según reconstruyen las voces que caminan el barrio Dos de Abril, los “asaltantes” ingresaron a la secundaria solo para usarla de “trampolín” y así abrirse paso hacia la primaria en busca de este flaco botín.
Este martes, a cien días de la llegada de Javier Milei al Gobierno, la Comisión Nacional de Justicia y Paz, un organismo del Episcopado de la Iglesia, advirtió sobre la existencia de “un clima de altísima fractura social”.
Las versiones son coincidentes. Los consejeros escolares, los docentes y los mismos vecinos describen un barrio “complicado”. “Esto es así desde siempre”, explica una exalumna de 19 años mientras espera la salida de su hermano en la puerta de la primaria 92. Con la mano señala una calle de tierra que nace al término de la de cemento que rodea al colegio.
Por distintas razones, casi ninguno de los consultados por LA NACION se siente cómodo poniendo su nombre detrás de sus palabras. “No podemos dar declaraciones”, afirma un directivo de la escuela 92. “No estamos autorizados”, refuerza otra autoridad de la misma institución.
“Las madres tienen miedo de que se la agarren con ellas, porque los que entran son los rateros del barrio”, explica un consejero estudiantil especialmente preocupado por la problemática, pero con los mismos reparos a la hora “visibilizar” la situación: fue consultado por este medio el viernes 8 y en las escuelas afectadas hubo clases parciales por las movilizaciones del Día de las Mujer. “No quiero ponerme a las docentes en contra”, dijo, justificando el off the record. Aquel viernes, el jardín 945 directamente no abrió sus puertas.
Juego de fuerzas
La escuela 92 no está librada a su suerte. Un móvil policial del municipio que conduce Federico Otermín –heredero político del exintendente Martín Insaurralde– la patrulla en sigilo con guardias intercaladas de 12x36; una cámara monitorea la cuadra Soldado Brito sobre la que se alza su entrada principal y una plaza con seguridad municipal despeja el frente de la escuela que, además, cuenta con un sistema de alarmas.
Las continuas intromisiones, sin embargo, se dan a veces por la noche, cuando la guardia municipal ya no está; o cuando está, pero por las calles laterales a la entrada principal. Los que irrumpen conocen el alcance del sistema de monitoreo y los puntos ciegos de las alarmas. “La parte del fondo no tiene”, señala un vecino. Ollas o utensilios de cocina forman parte de los objetos sustraídos.
“Estamos haciendo una inversión muy grande para reforzar el sistema de alarmas”, explican en la municipalidad de Lomas de Zamora.
La problemática excede al distrito. Un teclado, un violín y un acordeón, junto con unas pocas computadoras y libros fueron recuperados en un terreno baldío tras un robo a la escuela Secundaria Nº 7 en la municipalidad de Berisso. El 22 de febrero, antes del inicio escolar, según consigna el medio 1digital, la comunidad de la escuela técnica número 13 de La Matanza se movilizó a San Justo, donde se ubica la sede del municipio, para exigir soluciones luego de sufrir tres “entraderas” en el último mes.
“No hay una ola de asaltos, ni ninguna tendencia”, explican, sin desconocer el problema de la inseguridad en suelo bonaerense, desde la cartera de Seguridad de la Provincia que conduce el ministro Javier Alonso, reemplazante de Sergio Berni. “Es motivo de agenda permanente”, agregan, ante la consulta sobre si hubo algún operativo específico para este nuevo inicio del calendario escolar.
En Lomas de Zamora, el fenómeno tampoco se circunscribe al barrio de Santa Catalina. Según pudo reconstruir LA NACION, hubo al menos seis robos en las últimas semanas en el territorio: al jardín de infantes 945 y la escuela 92, se suman los casos de la escuela 51 en Parque Lomas, la 54 en San José, la 63 en Fiorito y la 93 en Budge, donde se robaron los caños de agua. “Los chicos tienen que ir con su botellita porque los caños no dan abasto”, explica una madre de la escuela.
“Vecinos: la semana pasada entraron a robar a la escuela (se llevaron elementos de cocina y de educación física). Anoche rompieron el techo, cortaron el motor y cables de la heladera. Cuidemos la escuela entre todos! Si escucha o ve algo avise al 911″, reza un cartel en la puerta de la institución. De la escuela 51, en Parque Lomas, no se llevaron nada. “No lograron romper la puerta de acceso interna”, explica el mismo consejero escolar.
Tampoco es la única cara que la inseguridad exhibe sobre la comunidad escolar. “Si corrés te disparo”, amenazó un hombre vestido de negro, pistola en mano, a un alumno del Colegio Manuel Belgrano, en la localidad de Temperley. Así lo reconstruye Valeria Domínguez, madre de una de los niñas que pudo escabullirse de los asaltantes que hace dos semanas abordaron a un amplio grupo de chicos a la salida del colegio, cerca de la intersección de Mariño y Dorrego.
“El año pasado hubo muchos casos y a la salida habían puesto dos patrulleros, pero se calma todo y no van más“, relata Domínguez, que describe: “Se hicieron con cinco celulares”. “En zona sur, es moneda corriente”, refuerza Andrea Canabal, de Almirante Brown, uno de cuyos tres hijos también pudo zafar de un robo en la misma semana, también a la salida de clases.
El tema formó parte de una reunión entre los jefes de los bloques municipales y algunas de las autoridades del municipio. Fue justo antes del comienzo de clases, y luego del fallecimiento de Umma, la nena de nueve años baleada durante un robo, hija del custodio de la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich. “Les planteamos lo de [la inseguridad en] las escuelas, lo de los corredores seguros y la problemática del bajo a nivel”, explica Jorge Villaba, concejal de la UCR en el territorio. “Pasa cualquier cosa ahí abajo y arriba no te enterás”, describe Domínguez sobre un paso a nivel en Temperley, escenario de diversos robos. “Hasta ahora todo fue a punta de pistola. Sin disparar”, agrega.
En esta última ola de asaltos, la escuela técnica número 9 que integra el pequeño polo educativo de Santa Catalina tuvo el logro de evitar ser vulnerada. El último robo que sufrió fue a mediados del año pasado. “Nosotros pensamos y trabajamos todos los días para que la escuela sea parte y esté inserta en la comunidad”, explica Miguel Guarapi, su director.
“Trabajamos con todos los referentes barriales y con las otras instituciones obviamente también intentamos trabajar. Armamos redes, trabajamos con la gente cercana y no tan cercana a la escuela, intentando que ellos se apropien de este espacio, de este edificio”, completa. “Algunos vecinos, referentes del barrio, ante alguna situación determinada, un disparo de la alarma o algún tipo de rotura en particular, lo comunican y se acercan primero ellos al edificio a hacer el resguardo”, describe.
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