La sala Borges y el canto que marcó la noche: "Cristina Presidenta"
Cristina Kirchner llegó a la feria unos quince minutos antes del horario en que estaba previsto que comenzara su discurso. Hacía una hora que la locutora del evento rogaba a los presentes que se sentaran y liberaran los pasillos para que pudiera comenzar el acto . Muchos ya se habían sentado cuando la expresidenta ingresó al salón Jorge Luis Borges de la Feria del Libro vestida de blanco, con un tapado largo, por una de las puertas laterales. Saludó a los pocos que habían logrado acercarse a la puerta y la incipiente organización se descontroló.
La sala Borges, una hora antes del ingreso de la expresidenta, estaba casi a oscuras. La única iluminación provenía de las dos pantallas del escenario donde hablaría Cristina. Dentro, además del murmullo de los presentes, se escuchaban los sonidos que provenían desde afuera: los truenos, la lluvia que repiqueteaba contra el techo y los cantos de los militantes que habían entrado a la feria y se refugiaban del agua bajo un precario techo. A la sala Borges podían entrar unas centenas de personas, pero no mucho más. La mayor parte de los militantes que llegaron a la feria asistieron al acto desde la calle o desde el patio del predio, donde se instalaron pantallas.
Cuando faltaba una hora para la presentación del libro, una voz femenina desde los parlantes de la sala empezó a pedir a los presentes de la sala Borges, que hacía una hora conversaban cerca del escenario, que se sentaran en sus asientos. "Los invitamos a sentarse en la medida en que el fervor nos lo permita", dijo reiteradas veces. Informó que la senadora aún no había llegado al predio, que lo haría en breve y que no sería posible dar inicio al encuentro sin que se sentaran los presentes. Sin embargo, la mayor parte continuaba de pie, conversando en los pasillos de la extensa sala. De a poco se fueron sentando. Cerca de las 20 el panorama parecía más ordenado.
Con el ingreso de la expresidenta los presentes dejaron sus sillas, ordenadas en dos columnas con filas de 12 asientos como si fuera un cine, y se acercaron con sus celulares en alto para tomar imágenes de Cristina. Se escucharon cantos de reivindicación de los desaparecidos durante la dictadura y pronto se escuchó un canto que marcó la noche por la cantidad de veces que se repitió: "Cristina, presidenta, Cristina, presidenta".
Cristina Kirchner se sentó en el escenario poco después, entre la presidenta de la fundación El Libro y el gerente de la editorial Sudamericana, que editó los -hasta ahora- 300.000 ejemplares de Sinceramente. Ambos hablaron durante escasos minutos antes de que fuera el turno de la expresidenta.
Una vez que Cristina Kirchner comenzó su alocución hubo repetidas interrupciones de parte de los presentes, que aplaudían pasajes de discurso, como el referido a hacer "un contrato de todos los argentinos y argentinas". "Bien, Cristina!", gritaban los invitados de la sala.
Los aplausos más intensos aparecieron cuando, en tono jocoso, Cristina Kirchner reveló que en un comienzo, la editorial le adelantó que su libro sería un éxito si llegaba a vender 20.000 ejemplares. La sala estalló en risas y aplausos y el propio gerente de la editorial, Juan Boido, debió explicar la anécdota.
En otro pasaje la expresidenta reveló que el día de la presentación del libro coincide, adrede, con el aniversario de su casamiento con el expresidente Néstor Kirchner. La sala estalló en aplausos y se escuchó el canto: "Néstor no se murió".
El momento, emotivo para los presentes, siguió con una alusión de Cristina a la cantidad de ventas del libro: "Si querían acariciarme el alma, lo han hecho", dijo sobre el final del discurso.
Cuando Cristina cerró su alocución y se dispuso a dejar la sala, en pocos segundos los presentes se amontonaron en torno a las vallas que rodeaban la puerta por la que había ingresado, para despedirla. Nuevamente, ella saludó con la mano. Habían pasado 40 minutos desde el ingreso y entre los presentes reinaban las sonrisas, aunque varios comentaban y se preguntaban, decepcionados, por qué ¿aún? no dice que si va a ser candidata, un secreto a voces que se hace esperar a un mes del cierre de listas.
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