Es el número dos del Smata, uno de los gremios más vanguardistas por sus convenios modernos y los planes de productividad; su exabrupto lo muestra ahora como duro y combativo
Un viejo lobo de la CGT no se sorprendió cuando escuchó a su colega Mario “Paco” Manrique amenazar a los empresarios con “prenderlos fuegos”. Su primera reacción fue decir que el dirigente mecánico había adoptado como propios los métodos bravucones de Pablo Moyano. “Se está juntando mucho con Pablo, Paco no es así”, relativizó el exabrupto el jerarca cegetista.
El derrape se acentuó el mes pasado, durante la negociación virtual por el aumento del salario mínimo vital y móvil. Aquella vez, Moyano, el referente de la tribu sindical con la que comulga Manrique, se conectó desde España, adonde había viajado a visitar a uno de sus hijos y a ver el partido de fútbol entre Barcelona y Real Madrid. Encendió la cámara, pidió la palabra y atacó al empresario Daniel Funes de Rioja, a quien responsabilizó por la suba constante del precio de los alimentos. Después de su virulenta intervención, que según varios testigos tensó de manera innecesaria el diálogo tripartito entre sus colegas, empresarios y las autoridades del Ministerio de Trabajo, se desconectó y se ausentó de la resolución del acuerdo, que fijó un incremento del 26% del sueldo básico. Antes del apretón de manos final, algunos afirman que, digitado por el camionero, Manrique quiso interceder para dinamitar el trato. Pero no le concedieron la palabra. La firma del aumento ya estaba encaminada. “Fue una obra de teatro”, se quejó el mecánico al día siguiente en una entrevista radial, y apuntó contra la ministra Kelly Olmos, sus colegas de la central obrera y los empresarios.
Surgido en la actividad mecánica en los talleres de Volskwagen, Manrique, que tiene 61 años, ocupa un cargo el consejo directivo del Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (Smata) desde el año 2000. Fue vocal, secretario de Organización y en 2008 llegó a ser el número dos del histórico José Rodríguez, quien tuvo al gremio en un puño durante 36 años. La muerte de Rodríguez por una enfermedad ubicó unos meses después a Manrique al mando del sindicato de manera transitoria. Un problema de salud lo obligó a dar un paso al costado y fue ahí cuando acordó con Ricardo Pignanelli para que sea su sucesor. Hoy es su adjunto, una suerte de número dos.
“Con Ricardo somos dos hermanos, nos cuidamos mutuamente. No hay celos por el poder, ni de conducción ni nada parecido. Vos podés estar hablando conmigo de todos estos temas, salís de esta oficina lo ves a Ricardo y palabras más o menos te va a decir lo mismo que te digo yo. Porque pensamos de la misma manera, entendemos al sindicalismo igual”, contó Manrique en una entrevista reciente con el sitio Infogremiales.
La definición de Manrique no debería pasarse por alto. Pignanelli es uno de los dirigentes sindicales más pragmáticos y acuerdistas. Lo opuesto a lo que aparentó el mismo Paco durante la entrevista radial con Jorge Rial en la que amenazó con “prender fuego” a los empresarios y “romperles el orto a los formadores de precios”.
Pignanelli y Manrique, en tándem, avanzaron en los últimos años con tratos vanguardistas para el mundo sindical, que requirieron de horas diálogo y negociación con los empresarios y los gobiernos de turno. Discuten desde hace una década paritarias de manera trimestral, tomando tres consultoras privadas como referencia. Es un método que siempre les dio resultado ante la inflación. Además, hay tratos particulares por empresa.
En lo que fue un acuerdo pionero, sellaron el año pasado con Toyota el sistema de “5 x 2″ (cinco días trabajados y dos de descanso, con el sábado como un día obligatorio), lo que generó 1100 nuevos empleos y la creación de un tercer turno en la planta que tiene la automotriz en Zárate. También se logró una eximición del impuesto a las ganancias en las horas extras, un beneficio exclusivo que ahora Sergio Massa, presionado por la CGT, busca ampliarlo a todos los sectores cuyos sueldos estén alcanzados por el tributo.
“Se puede decir que nosotros tenemos convenios de avanzada. Los cuales se van modificando a medida que va cambiando la actividad. La tecnología de hoy en la industria automotriz produjo muchos cambios. Nuestra preocupación siempre es que esas modificaciones sean para mejorar la calidad de vida de nuestra gente, no a generar su expulsión. Porque por la vía la tecnología a veces con la misma cantidad de gente podés producir más. Pero más allá de esos avances también hubo necesidad de mucha mano de obra. Por ejemplo, en Toyota, con 140.000 unidades de producción, hoy estamos en 3 turnos porque van a fabricar 200.000 unidades”, argumentó Manrique el 18 de marzo pasado, en la charla con Infogremiales. Es decir, Manrique es uno de los dirigentes que moderniza y rediscute cada tanto algunos de los cuatro convenios que tiene el Smata en sus diferentes ramas: terminales, autopartes, talleres, Automóvil Club y Verificación Técnica Vehicular.
Otro gesto de pragmatismo, también dado por Manrique, fue cuando él y Pignanelli hicieron las paces con Antonio Caló, por entonces jefe de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), gremio con el que históricamente hubo alguna rivalidad, para reflotar la Confederación de Sindicatos Industriales, que reúne a 19 organizaciones. Corría el segundo mandato de Cristina Kirchner cuando los industriales se reagruparon para tallar con más protagonismo ante “los Gordos” (los grandes gremios de servicios) y los transportistas. Esta alianza, fortalecida por el salto estadístico en la cantidad de puestos de trabajos generados en el sector, fue clave para entronar a Caló en la CGT oficialista que se ubicó en la vereda de enfrente de la del camionero Hugo Moyano, por entonces rival del kirchnerismo.
Así como la UOM argumenta que su resurgimiento se dio a partir del gobierno de Néstor Kirchner, el Smata apela a un relato similar para explicar su alineamiento con el kirchnerismo. Según Manrique, su gremio tenía 25.000 afiliados en 2003 y alcanzó los 94.000 en 2015. Con la llegada de Mauricio Macri a la Casa Rosada, el sindicalista afirma que perdieron entre 10.000 y 15.000 puestos por la apertura de los mercados. Sin embargo, fue con Macri con el que Pignanelli avanzó en un acuerdo de “productividad” con Toyota. Hasta viajaron juntos a Japón a la casa matriz y cruzaron elogios mutuos. Pignanelli le valoró el gesto al entonces presidente al invitarlo a la inauguración de un sanatorio del gremio, en Mataderos. Ese día Macri fue abucheado, pero el jefe del Smata intercedió para callar las agresiones.
Manrique justifica su vehemente defensa del kirchnerismo en las estadísticas de empleabilidad en su sector. Reforzó su alineamiento cuando se sumó al gremialismo militante que impulsó la protesta a la Corte Suprema para denunciar una supuesta persecución contra la vicepresidenta y denunciar una “mafia judicial”. Es hoy también una de las voces del operativo clamor para que Cristina figure en alguna boleta en las próximas elecciones.
“¿Vamos a consensuar con la UIA, el círculo rojo?”
“Los que están en [el foro] Llao Llao se creen que son los dueños de la Argentina. Es obvio que todos los que están dentro del Llao Llao quieren prender fuego el país. A ellos hay que prenderlos fuego”, dijo Manrique el miércoles pasado. Su rapto de furia continuó: “La CGT va a sacar un comunicado para que haya un consenso social. ¿Con quién vamos a consensuar, con un empresario que decidió boicotear al Gobierno? ¿Con quién voy a consensuar si los que vienen te quieren romper la espalda? ¿Voy a consensuar con la UIA, con el círculo rojo?”.
Después de estas expresiones, Manrique no asistió al día siguiente a la reunión de consejo directivo de la CGT en la que se validó el documento con el que la central obrera reclamó “un gran consenso político, económico y social” ante el aceleramiento de la crisis. Su ausencia, sin embargo, no significó el apartamiento del Smata. Fue en su lugar Laura Lorenzo, la otra representante del gremio en la central.
“Expresiones de este tipo nos preocupan, aunque son minoritarias y marginales. En nuestro caso, mantenemos una relación estratégica con la Uocra”, dijo Gustavo Weiss, presidente de la Cámara Argentina de la Construcción, en radio Zónica +. Un empresario del sector automotriz, que optó por mantenerse en el anonimato para no confrontar con Manrique, valoró “el diálogo” que mantienen con el Smata y consideró que lo del dirigente se trató solo de un desliz retórico. Prefirió dar vuelta la página antes de creer que Manrique se volvió un duro.
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