Menem elogió a Domínguez y a Camilión
Asunción: el último intendente designado por el Presidente fue puesto en funciones al frente de la cartera de Defensa; el nuevo ministro se reunió con los jefes militares y, a solas, con su antecesor.
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El presidente Carlos Menem no escatimó elogios para recibir a Jorge Domínguez en el seno del gabinete nacional y para despedir al antecesor en la cartera de Defensa, Oscar Camilión, a quien le dio un efusivo abrazo.
Casi 24 horas después de haber sido silbado al entregar el mando al flamante jefe de gobierno porteño, Fernando de la Rúa, Domínguez disfrutó de un auditorio mucho más fraternal en el lado opuesto de la Plaza de Mayo, la Casa de Gobierno.
Menem fue enfático hasta en la reiteración de su opinión sobre Domínguez: "Lo he dicho en muchas oportunidades y si me estoy equivocando, pido mil disculpas. Creo que fue uno de los mejores intendentes, si no el mejor, que tuvo la Capital". Convertido casi en un yuppie, el legendario bombista peronista Carlos "El" Tula (sin instrumento musical ni portafolios, como en otros tiempos) ejecutó desde el fondo del Salón Blanco el aplauso más cerrado y extenso de las últimas asunciones de ministros.
Solidaridad con Camilión
Para Camilión, sentado junto al ministro de Economía, Roque Fernández, también hubo demostraciones de afecto y de agradecimiento, probablemente como una forma de solidaridad por su delicada situación en la investigación judicial sobre la venta de armas al Ecuador durante la Guerra del Cóndor.
El jefe del Estado despidió al ex ministro con palabras amables al considerar que "el doctor Camilión tuvo momentos muy importantes y trascendentes en este proceso de transformación que vive nuestro país".
Y recordó el envío de tropas a las misiones de paz de las Naciones Unidas y la eliminación del servicio militar obligatorio, promesa presidencial cuyo cumplimiento aceleró, fundamentalmente, el trágico fallecimiento del soldado Omar Carrasco.
También se abrazaron Domínguez y Camilión, quienes luego se reunieron a solas durante dos horas.
Con la ausencia del secretario de Deportes, Livio Forneris, otro de los amigos del Presidente que anunció que renunciará a su puesto, la ceremonia reunió a ex colaboradores de Menem, como Jorge Asís, ex secretario de Cultura y actual embajador sin destino pero con rango, y el ex polifuncionario Moisés Ikonicoff.
En primera fila estuvieron las esposas de Camilión, Susana Lascano, y de Domínguez, Ana Otermín, y sus hijos Macarena y Jorge. Muy cerca de ellos, los empresarios Amalia Lacroze de Fortabat, Aldo Roggio y Osvaldo Cornide; los banqueros Raúl Moneta y Guillermo Stanley, los economistas Roberto y Juan Alemann y el dirigente agropecuario Guillermo Alchouron.
Reclutamiento de jefes
A Camilión lo acompañaron también, desde lejos, los ex secretarios Jorge Baeza y Guillermo Etchechoury, sentados, entre otros, junto al ex intendente del último gobierno militar Guillermo Del Cioppo y al ex ministro de Defensa Humberto Romero. El último en llegar fue el "zar" televisivo Alejandro Romay, pero el más preocupado por no perderse la ceremonia fue el empresario Santiago Soldati. Menem enunció a grandes rasgos los antecedentes de Domínguez y confundió su paso como ministro de Economía en Mendoza por otro similar en Santa Fe, donde fue presidente del banco provincial.
Además de las virtudes exaltadas por el Presidente, quien reiteró que Domínguez es un "excelente administrador", se suma una característica personal que lo distingue de sus pares: es el más alto, a tal punto que obligó a Menem a estirar los talones para abrazarlo mejor.
Luego del acto, Domínguez tuvo tres reuniones: la primera con el jefe del Estado Mayor Conjunto de las FF. AA., general Mario Díaz, durante una hora; luego, con Camilión, y finalmente con los cuatro jefes militares (Díaz, nuevamente; el general Martín Balza, de Ejército; el almirante Enrique Molina Pico, de la Armada, y el brigadier Juan Paulik, de la Fuerza Aérea). En todos los casos, obviamente, los encuentros tuvieron como objetivo aceitar la sucesión en Defensa, para que el nuevo ministro tenga un panorama actualizado del área que conduce desde ayer.
En ese sentido, se recordó que Camilión acaba de llegar de los Estados Unidos, donde estuvo reunido con el secretario de Defensa norteamericano, William Perry. De allí que se descontó que Domínguez fue informado por su antecesor, entre otros temas, sobre la cumbre de ministros de Defensa del continente que se realizará entre el 6 y el 9 de octubre próximo, en San Carlos de Bariloche, y acerca de la política militar norteamericana para la región. Aunque las fuentes no lo reconocieron, se supone que también dialogaron sobre el controvertido caso de la venta de armas a Ecuador.
Armas: Menem y un gesto hacia el Perú
LIMA.- Sólo el microclima político peruano está pendiente de la visita que el presidente Carlos Menem le hará a su par del Perú, Alberto Fujimori, el domingo próximo, cuando compartirán un almuerzo en esta capital en crisis.
Por aquí falta trabajo y sobra subempleo. Para los limeños, los soles (moneda local) escasean y el sol, vaya casualidad, sale de tanto en tanto.
Los observadores políticos instalan la idea de que el aterrizaje de Menem es un gesto de buena voluntad para recomponer la relación deteriorada desde que se descubrió que la Argentina le vendió armas ilegalmente al Ecuador, en febrero de 1995, mientras transcurría la guerra entre ese país y el Perú.
Los políticos peruanos entienden que Menem les adeudaba un reconocimiento de culpas por el escándalo. "Ahora, él viene a Lima; eso es importante", desgranó un analista sin sutilezas.
El jefe del Estado argentino se sentará frente al peruano Fujimori, popularmente conocido como "el chino", inmediatamente después de asistir, pasado mañana, en Quito, a la asunción del nuevo mandatario ecuatoriano, AbdalBucaram, y desayunar con éste al día siguiente. En el Palacio de Gobierno peruano no soslayan el dato: "El argentino -razonan- siente el compromiso de venir a Lima luego de pasar por Quito".
Por el tema armas, Menem exhibe ante Fujimori la cabeza de Oscar Camilión, piedra del escándalo para el Perú. Camilión no conduce más el Ministerio de Defensa, aunque su renuncia haya resultado forzada por un pedido de indagatoria de la Justicia. ¿Se conformará Fujimori con ese único sacrificio? Sin embargo, tanto al presidente peruano como a sus gobernados, los atormenta más hoy la incierta postura que adoptará Bucaram sobre el conflicto fronterizo entre Ecuador y Perú. De allí que Fujimori no irá a Quito, a la asunción de Bucaram.
Bucaram señaló que entre "un loquito (así le dicen) y un chinito" habrá acuerdo. Pero su futuro comandante en las Fuerzas Armadas, Paco Moncayo, desconoció públicamente el Protocolo de Río de Janeiro como instrumento "para la paz, la amistad y la solución de límites". Fujimori, en tanto, navega en una sana prudencia. No se expondrá a presenciar algún desplante de su interlocutor impredecible.
La tensión peruano-ecuatoriana late en la calle. Alvarado, un taxista enfático y sanguíneo, se despachó a gusto: "No sé qué les pasa a ellos, que eligieron un presidente que nos quiere hacer la guerra. La tendrán, si eso buscan. Nosotros queremos trabajar, producir. ¿Los argentinos? Eso se olvida poco a poco. También...ustedes no tienen cura. Les dimos una mano en la guerra de las Malvinas. Nos devolvieron un cachetazo. Pero ya pasó. A propósito -se sonríe con complicidad- ¿que vaina les pasó con Nigeria, que les ganó la medalla de oro en fútbol?".
Le sobra sentido del humor. "No camine por el centro de Lima. Tome taxi. Sale tres soles (un dólar y monedas) y es más seguro. Por los ladrones...¿Sabe cómo se le acercan?". Con sus advertencias, uno deambula por Lima mucho más tranquilo.
Laiño, en reemplazo de Balza
Cambios: las nuevas autoridades de Defensa encargaron un estudio para el eventual relevo de las actuales cúpulas militares.
Aires de cambio en las cúpulas militares acompañan la llegada de Jorge Domínguez al Ministerio de Defensa.
Sólo un núcleo muy pequeño de sus más íntimos colaboradores está al tanto de cuáles serán las novedades y de cuándo se producirán.
Trascendió, sin embargo, que un vicecomodoro auditor en situación de retiro fue encargado de realizar un estudio para determinar el perfil de quienes serían los posibles reemplazantes.
El vicecomodoro, quien venía desempeñándose como asesor en la Municipalidad, está trabajando con dos brigadieres, un coronel y un oficial superior de la Armada, todos ellos en situación de retiro.
El estudio está casi terminado y quienes aseguran conocer su texto dicen que el teniente general Martín Balza pasaría al Estado Mayor Conjunto y que en su lugar iría el general Aníbal Laiño, actual director del Estado Mayor General de la fuerza.
Poseedor de una gran capacidad intelectual, Laiño adquirió gran prestigio entre los cuadros de oficiales durante su desempeño como director de la Escuela de Guerra.
El informe le adjudica a Laiño la capacidad necesaria para continuar con la labor emprendida por Balza, siempre ponderada por el presidente Carlos Menem.
Las posibilidades del general Carlos Zabala, actual agregado militar en los Estados Unidos, quedaron mermadas cuando se confirmó que el embajador Granillo Ocampo no sería el ministro de Defensa.
En la Armada sería promovido el contralmirante Carlos Marrón, actual jefe de la Casa Militar, quien cuenta con excelente llegada en los círculos de poder.
En segundo lugar figura el vicealmirante Horacio Reyser, director del Estado Mayor.
Si el contralmirante Marrón deja la Casa Militar su conducción le sería ofrecida a un hombre de la Fuerza Aérea.
El informe mencionado dice que en esa fuerza el perfil más adecuado lo tiene el brigadier Luis Villar, quien actualmente está en disponibilidad hasta fin de año.
La situación de disponibilidad es el paso previo al retiro, ya que el afectado no tiene cargo ni funciones. Pero tampoco está retirado, por lo cual bien puede volver a la actividad, aunque no es algo común.
Villar, un oficial muy capaz, según sus pares, fue secretario general de la fuerza y, hasta diciembre del año último, agregado en los Estados Unidos.
El segundo candidato es el actual comandante de Regiones Aéreas, brigadier mayor Horacio Genolet.
Si el informe se lleva a la práctica quedarían fuera del esquema el teniente general Mario Díaz, el almirante Enrique Molina Pico y el brigadier general Juan Paulik, además de otros oficiales superiores.
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