Podemos condena a Putin: un espejo ideológico incómodo para el kirchnerismo

Casi desde su nacimiento, en 2014, el partido español Podemos despertó fascinación en el kirchnerismo, que lo vio como una suerte de hermano ideológico europeo. La inspiración mutua del filósofo político Ernesto Laclau, ciertas afinidades de estilo, la simpatía original con el eje bolivariano y el discurso rebelde con tintes antisistema cimentaron una sintonía que evolucionó hacia una relación personal entre referentes de uno y otro del Atlántico.

Más allá de que el tiempo fue diluyendo la apariencia de una alianza intercontinental nunca como esta semana el kirchnerismo y la izquierda alternativa española quedaron tan claramente en veredas distintas. Podemos, que integra desde 2018 el gobierno del socialista Pedro Sánchez, se expresó de manera contundente en repudio a la invasión a Ucrania que ordenó Vladimir Putin, un aliado al que Cristina y sus seguidores admiran y se niegan a cuestionar.

Nadie tan taxativo como el fundador Pablo Iglesias, exvicepresidente del gobierno y retirado de la política activa desde el año pasado. “Si alguien tenía alguna duda de que Vladimir Putin es un anticomunista furibundo y un nacionalista más de derechas que el caballo del Zar, ayer se le despejaron las dudas. Putin disparó sin piedad contra el imaginario bolchevique para explicar su política (...). Putin dejó en claro cómo quiere que se le perciba. Deja claro que esa lógica de la guerra fría que permitía a la izquierda distinguir de aquellas maneras entre buenos y malos hoy no opera para nada”, expresó Iglesias en el podcast desde el cual sigue interviniendo en la escena pública española.

Por supuesto que no se privó de criticar la estrategia de Estados Unidos y la OTAN. Pero lo hizo sin obviar en ningún momento la condena al “Oso putinista” y al imperialismo ruso. Iglesias tuvo tiempo atrás diálogo fluido con Cristina, que en 2018 llegó a invitarlo a su casa de El Calafate durante una visita que el entonces ministro hizo a la Argentina. También le dedicó tiempo a Alberto Fernández cuando el actual presidente viajó a España en la campaña de 2019.

Tras su renuncia -motivada por una derrota estrepitosa en unas elecciones regionales en Madrid- lo sucedió en el liderazgo de Podemos la actual ministra de Trabajo, Yolanda Díaz (muy protagónica en las últimas semanas por su defensa de una amplia reforma laboral). Ella también repudió sin medias tintas la guerra en Ucrania: “Quiero expresar mi solidaridad con el pueblo ucraniano en días tremendos, tristísimo. Condenamos rotundamente este ataque y consideramos que la única vía es la diplomacia y la legalidad internacional”, dijo. Y agregó: “Toda mi solidaridad con la ciudadanía ucraniana, víctima de esta irresponsable escalada. Condeno esta intolerable agresión de Rusia”.

Se le sumó Ione Belarra, portavoz parlamentaria de la alianza Unidas Podemos (que incluye otros partidos de la izquierda alternativa): ”La más rotunda condena de los ataques que se han producido por parte de Rusia a Ucrania. Quiero sumarme al llamamiento que ha hecho el secretario general de la ONU, António Guterres, que ha pedido el cese inmediato de los ataques y la retirada de las tropas”.

Otro referente clave de la coalición es Alberto Garzón, líder de Izquierda Unida y ministro de Consumo: “Mi solidaridad con el pueblo trabajador ucraniano, que está sufriendo una agresión imperialista por parte de Rusia. Un ataque que vulnera el derecho internacional y los acuerdos previos alcanzados para preservar la paz”.

El amigo de Kicillof

Tampoco escapó a la condena el dirigente español que más cultivó los lazos con el kirchnerismo y que viajó en repetidas ocasiones a la Argentina, Íñigo Errejón. “Putin inicia una guerra que solo traerá sufrimiento y miseria. Es terrible”, expresó Errejón, fundador junto a Iglesias de Podemos y ahora -después de pelearse con él- líder de Más Madrid. Este diputado es recordado por el discurso incendiario con el que recibió en el Congreso a Mauricio Macri en 2017 cuando el entonces presidente viajó a Madrid en visita de Estado. Ese año compartió un acto sobre Santiago Maldonado con Axel Kicillof, de quien se considera amigo.

Cristina Kirchner, sus dirigentes más cercanos y La Cámpora han mantenido silencio absoluto sobre la invasión rusa a Ucrania. La vicepresidente había apoyado en 2014 la estrategia de Putin de anexionar Crimea y promueve desde 2008 una alianza estratégica entre Buenos Aires y Moscú.

El presidente Alberto Fernández visitó a Putin este mismo mes y le dijo en una reunión oficial que quería ayudarlo a abrirle a Rusia “la puerta de entrada a América Latina”. Hasta la invasión el Gobierno se negó a pronunciarse sobre la amenaza a la soberanía de Ucrania. El jueves, con las bombas rusas estallando, la Cancillería emitió un comunicado crítico, pero de extrema cautela. Allí expresa su “firme rechazo” a las acciones militares y llama a la Federación Rusa a cesar los ataques. No habla de “condena”, no menciona a Putin y se refiere a la invasión como “la situación generada en Ucrania”. En todo momento -y así lo repitieron después Fernández y el canciller Santiago Cafiero- llamaron “a las partes” a dialogar, poniendo en pie de igualdad al invasor y al invadido.

La posición de Podemos se asimila a la de los principales partidos de la izquierda europea, incluido el griego Syriza, con el que Cristina Kirchner tendió puentes para amplificar su discurso contra el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el orden financiero global. A nivel regional, el chileno Gabriel Boric, próximo presidente de Chile, también se expresó sin medias tintas contra Putin: “Rusia ha optado por la guerra como medio para resolver conflictos. Desde Chile condenamos la invasión a Ucrania, la violación de su soberanía y el uso ilegitimo de la fuerza. Nuestra solidaridad estará con las víctimas y nuestros humildes esfuerzos con la paz”.

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