
Río Tercero: otra vez adulteran una prueba
Es trotyl que se utilizó para el peritaje
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Mientras la causa de la voladura de la Fábrica Militar de Río Tercero permanece paralizada en la Cámara Federal de Córdoba por una serie de recusaciones y pasos al costado de algunos camaristas, una fuente judicial informó a LA NACION que se descubrió que una importante muestra de trotyl empleada en un peritaje resultó adulterada en la Fábrica Militar de Azul, donde se la custodiaba.
Pero lo que le da mayor gravedad al hecho y confirma que es mucho lo que hay en juego en la causa es que se trata, aunque parezca mentira, de la adulteración de una adulteración previa. Es decir, habrían adulterado una muestra ya adulterada.
El 8 de octubre de 1998, en la localidad cordobesa de Serrezuela, se iba a realizar un importante peritaje para determinar si las explosiones que el 3 de noviembre de 1995 destruyeron la fábrica y tres barrios de Río Tercero, y mataron a siete civiles, fueron intencionales o accidentales.
El peritaje era decisivo porque el entonces juez federal de Río Cuarto Luis Martínez se inclinaba por el accidente.
En cambio, la querellante Ana Gritti, viuda de una de las víctimas, sostenía que las explosiones fueron un atentado para ocultar pruebas del contrabando de armas del Ejército a Croacia y Ecuador. En la fábrica cordobesa se repintaba el armamento del Ejército antes de enviarlo al puerto.
Orden judicial
Para realizar el peritaje, el juez Martínez había ordenado a Fabricaciones Militares (FM) que enviara un tambor con trotyl de la mismas características del que se encontraba en el tinglado de la fábrica donde se inició el fuego previo a las explosiones.
En el polígono de Serrezuela se iba arrojar una colilla en el tambor, pero de pronto, el perito de parte Alfredo Hraste descubrió que FM había adulterado la muestra agregándole polvo de aluminio. El trotyl es un explosivo muy confiable que no explota sin detonador, pero si se le agrega polvo de aluminio puede estallar al contacto con una colilla encendida. Así, quedaría probado que se trató de un accidente.
"Le advertí al juez que habían adulterado la muestra -contó Hraste a LA NACION hace años-, pero como el juez insistía en continuar, le dije que entonces la colilla la arrojaría él."
Parálisis
Gritti se opuso con Hraste a la realización del peritaje, y Martínez no tuvo más remedio que abrir una causa paralela para investigar la adulteración. La causa languideció en manos del entonces fiscal Roberto Massuet, que terminó cerrándola pese a que se probó la adulteración.
Gritti y el ex operario Omar Gaviglio lograron reabrir la causa, que se reactivó cuando el fiscal federal Carlos Stornelli reemplazó a Massuet.
Pero hace poco, explicó la fuente judicial, cuando iba a realizarse otro peritaje, la muestra apareció en un tambor sin el precinto original y sin el aluminio cuya presencia se había probado en el estudio de 1998. Se estaba ante una nueva adulteración que tendía a eliminar la prueba de la primera.
El trotyl adulterado fue una de las pruebas que usó Stornelli al dictaminar que la explosión de 1995 fue intencional. La prueba principal fue una larga serie de peritajes efectuados en 2003 en Serrezuela que demostraron no sólo que la explosión fue intencional, sino que hubo varias explosiones y contraexplosiones calculadas para dirigir las ondas expansivas sobre la ciudad y preservar las industrias químicas privadas que rodean la planta militar.
La nueva adulteración se descubrió mientras la causa principal sigue paralizada en la Cámara Federal de Córdoba debido a que dos camaristas se apartaron.
Esa cámara debe resolver la apelación del cuestionado fallo del ex conjuez Diego Estévez, que a fines del año pasado hizo caso omiso de las pruebas y recurrió a un sitio de estudiantes de Internet para sostener que las explosiones no obedecieron a un atentado. Estévez fue apartado de la causa.





