Dónde queda: la mansión donde John F. Kennedy aprendió a nadar se vende por una cifra millonaria y no está en EE. UU.

La década del 30´ daba sus últimos pasos cuando la familia Kennedy veraneaba entre los lujos de la Riviera Francesa. Joseph Patrick Kennedy era embajador de Estados Unidos en el Reino Unido y llevaba a sus hijos y esposa a disfrutar el calor de la Costa Azul en un entorno pacífico y privado.

Fue frente a un paisaje de árboles cortados y modelados a mano y la cadena montañosa verde que su hijo John F. Kennedy aprendió a nadar cuando era niño. El ex presidente de Estados Unidos, que gobernó entre 1961 y 1963, dio sus primeras brazadas en una gran pileta de mármol climatizada de 20 metros de largo en la mansión que hoy se ofrece en venta por US$35 millones.

La estancia de casi 18 hectáreas es conocida como el “viñedo de Beaumont” y se encuentra en la comuna sureña de Valbonne. Se trata de una ubicación clave, ya que la separan de ciudades reconocidas como Cannes o Niza apenas 10 kilómetros.

El origen de la propiedad se remonta al 1920, cuando una pareja estadounidense y adinerada se enamoró de la zona y encontró estas tierras donde construir su propio espacio para veranear al sur de Francia. Fueron ellos quienes contactaron para su diseño al arquitecto francés Jacques Couëlle, conocido por su influencia en el movimiento de la arquitectura-escultura. La construcción es igual de imponente que el lugar en el que se encuentra: tiene nueve habitaciones y 1161 metros cuadrados en total.

Cómo es la casa por dentro

En sus estadías allí, el ex embajador -y padre de quien años más tarde sería presidente de los Estados Unidos- haría de su casa un lugar para cerrar negocios. Para agasajar a sus invitados, la familia los recibía en el gran hall de entrada con piso y escalera de mármol, comerían en el comedor formal de la planta baja y tomarían una copa de vino de la bodega privada en la amplia sala de estar.

La finca era entonces un lugar ideal para networking y con esa lógica y ejemplo crecieron JFK y sus hermanos varones, los futuros senadores Robert F. Kennedy y Edward ”Ted” Kennedy.

Tras bambalinas, el personal de la casa cocinaba los platos preferidos de los Kennedy en la cocina totalmente equipada, trabajaba en la lavandería y se alojaba en una propiedad separada de la residencia principal.

A su vez, la planta baja tiene espacios de entretenimiento para pasar los días de lluvia, como la sala de cine y la de juegos. El primer piso de la gran mansión tiene una suite con baño de mármol y vestidor propio, tres dormitorios más con baños y vestidores, una segunda cocina donde se prepara exclusivamente el desayuno. A continuación, en el segundo nivel de la propiedad, hay cinco dormitorios adicionales con baño y otra cocina para quienes duerman en la planta más alta.

Más allá de los lujos de la propiedad, la joya de la casa es su gran jardín verde con múltiples espacios donde tomar el sol y galerías exteriores preparadas para hospedar una cena a la luz de la luna. Además de su extensa pileta, tiene fuentes decorativas, una cancha de tenis y varios espacios dedicados a la naturaleza como el jardín de flores o el olivar.

Si al futuro comprador le gustan los caballos, una parte del terreno tiene un espacio dedicado a la recepción de caballos con potencial para convertirse en un predio donde ejercer equitación.

Afuera hay una casa estilo quincho al costado de la pileta con ducha y horno para pizza. Otras dependencias son los pabellones que se encuentran en la entrada de la propiedad, uno donde se encuentra la casa del cuidador y otro que funciona a modo de departamento para el personal y como puesto de seguridad.

La finca tiene un gran bosque en su entrada, en la que hay una quinta construcción además de la casa, el quincho y los pabellones. Se trata del “atelier”, una casa de estilo provenzal.