En estos días -por momentos de fuerte desasosiego ante la violencia permanente que padece la sociedad-, el mercado ha hecho intentos de asimilar algún movimiento que no es más que el reflejo de esa imperiosa necesidad de una demanda que espera hace tiempo que el mercado retome un ritmo razonable después de tantos meses de incertidumbre. Esa demanda insatisfecha, contenida con ansias de cambios, está impaciente, lo que la lleva en algunos casos a definir la compra de una vivienda en esas complicadas operaciones encadenadas. ¿Hasta cuándo esperar?, se preguntan muchos. Hay quienes se atreven y concretan sin demasiadas complicaciones; otros, en cambio, lo intentan y las operaciones se cancelan, a veces sólo unos días antes de firmar la escritura.
Operadores, empresarios, válidos interlocutores del sector, muestran preocupación, incluso mucho más que lo que dejan trascender. Los números no son auspiciosos y los que están habituados a los vaivenes del negocio revelan signos de agotamiento: dos años de cepo cambiario y la consecuente retracción del Real Estate son parte de una realidad que choca de frente con las expectativas siempre positivas que han caracterizado a los players de la actividad. Esta fue la más clara percepción reflejada en un encuentro con algunos líderes del Real Estate que analizaron su comportamiento en relación con la coyuntura y la gran problemática sin resolver -al menos a simple vista- de cuestiones económicas y políticas, que afectan a toda la sociedad.
¿Se despejará esta interminable incertidumbre acerca de lo que sucederá los meses que vienen? Una vez más, el tema del déficit habitacional por un lado y las promesas de propuestas acerca de cómo financiar o de créditos para la vivienda (salvo la escasa y a la vez bienvenida oferta vigente) suena recurrente y poco creíble. ¿No hace décadas que se plantean estos temas sin solución?
Sólo quedan cinco semanas antes de las fiestas navideñas. A pesar de los interrogantes, el mercado está listo para recuperarse si se toman algunas medidas razonables que le faciliten a la gente tomar decisiones, y a los brokers y developers, a soñar con tiempos más serenos donde promover proyectos posibles para que la gente acceda a la vivienda y el negocio pueda fluir como sucede no sólo en los países desarrollados, sino en el resto de América latina.