El fenómeno del pueblo con alojamientos rurales y vacacionales dentro de la montaña
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“Tempestad petrificada”, fue como denominó el escritor Miguel de Unamuno a Artenara, un pueblo de ensueño en la parte más alta de Gran Canaria, España, y rodeado de grandes montañas, ubicado sobre la Reserva Mundial de la Biosfera.
Artenara invita a recorrerla y adentrarse en la naturaleza del Parque Natural Pinar de Tamadaba. Quien elija este lugar como destino turístico, podrá sentir cómo se vivía hasta no hace muchas décadas en las casas cuevas típicas de la zona, muchas de ellas reconvertidas en alojamientos rurales.
En su arquitectura destacan sus pequeñas casas pero con la mezcla de estilos que aportaron los conquistadores europeos. Es más, para las torres de la iglesia de San Matías se utilizó piedra roja extraída de Tamadaba.
Este pequeño destino ubicado entre el Paisaje Cultural de Risco Caído y las Montañas Sangradas de Gran Canaria, en julio de 2019 fue designado como Patrimonio Mundial por la UNESCO.
Cómo son las casas-cueva del pueblo más alto de Gran Canaria
Artenara está situado a 1230 metros sobre el nivel del mar (la mayor altura de toda la isla), y, a su vez, es el menos poblado, alrededor de mil lugareños están repartidos en sus siete núcleos poblacionales.
El elemento diferenciador del pueblo son las viviendas en cuevas, que lleva a conocer los orígenes históricos que se remontan a la época de la población aborigen de Gran Canaria hace más de 700 años, tradición que se conserva al día de hoy. Sus habitantes, al día de hoy, continúan viviendo en estas construcciones excavadas en la ladera de la montaña.
Hay tres viviendas que fueron heredadas en 1962 por Santiago Aranda, quien las rehabilitó manteniendo las características propias la vivienda típica tradicional de este pueblo. Hoy, luego de que en 1993 fueron adquiridas por el Ayuntamiento, son parte del Museo de Etnografía doméstica y su interior mantiene el mobiliario típico de la zona y de su época.
Las viviendas fueron construidas dentro de las montañas cuando, tras la conquista de Gran Canaria en 1478, los nuevos colonizadores llegaron al lugar debieron ingeniárselas para poder habitar en condiciones ambientales a esa altura, tanto el frío como el calor estacional. Esto generó que se vieran obligados a buscar casi cualquier grieta para poder construir un lugar para quedarse, y poder hacer de las alturas espacios habitables. Según el sitio de turismo del pueblo, “los canarios excavaron sus cuevas aprovechando la ductilidad de la piedra volcánica, abrieron sendas, escaleras, pasadizos, lugares de reunión, canales y albercas para el agua”.
Uno de los lugares más emblemáticos del municipio y que tiene características propias del lugar, además de las casas-cueva, se localiza a 500 metros del casco del pueblo: la Ermita o Capilla de la Virgen de la Cuevita, patrona de las Agrupaciones folclóricas y de los Ciclistas de Gran Canaria, que también fue excavada dentro de la tierra como todas las viviendas.
A lo largo de su historia Artenara representa un patrimonio cultural propio de una sociedad agraria. La artesanía tradicional sobresale en la producción de la loza de lugarejos y la tejeduría en lana, en especial en los barrios de Las Cuevas y Las Arvejas.
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