Basados en la eficiencia ambiental que la concentración urbana puede generar, algunos profesionales del rubro no apoyan la descentralización de las grandes ciudades. Pero quienes trabajamos en pos de un valor agregado detrás de cada proyecto tenemos buenos argumentos a favor de propuestas urbanas ambientalmente sustentables. Eso implica, entre otras cosas, ser respetuosos de la flora y la fauna, no arrasar el paisaje, crear una arquitectura eficiente a partir de la generación y el uso de la energía, el agua y la mitigación de la contaminación. También contribuir a una menor alienación del hombre respecto de su entorno natural. Dichas configuraciones pueden darse en el entorno de las ciudades en áreas suburbanas o incluso rurales, aunque los mismos principios pueden observarse en la ciudad. La existencia de las ciudades se explica (parcialmente al menos) por las grandes economías de aglomeración que generan en la provisión de infraestructura; la creación de redes de negocios y redes sociales con información y contactos valiosos, y la proximidad física entre residencias, lugares de trabajo y comercios.
Sin embargo, las tendencias recientes sugieren que también hay un límite natural al tamaño eficiente de las urbes -el ritmo de su crecimiento se desacelera después de cierto tamaño. Las que más rápido crecen tienen alrededor de 1 millón de habitantes-. Allí, la supuesta eficiencia económico-ambiental de la concentración urbana se desmerece a la luz de la congestión de tránsito, la contaminación, la dificultad de crear o preservar grandes espacios verdes, y los elevados costos de ampliar la infraestructura urbana a medida que las ciudades crecen. De ahí la tendencia a la urbanización que favorece a ciudades medianas y a la descentralización de las grandes. Los desarrollistas encuentran en dicho proceso una oportunidad para crear nuevas y más sustentables formas de habitar y usar el espacio. Dicho proceso debe ser encausado por un programa de ordenamiento que facilite el uso racional del territorio a través del desarrollo de medios de transporte eficientes; procesos de zonificación; requerimientos ambientales para las actividades y la preservación del entorno natural (tanto en lo paisajístico como en el cuidado de la flora y fauna), apuntando a mejorar la calidad de vida.





