Todo desarrollador debe intentar disminuir sus riesgos y evitárselos también a sus clientes. En ese sentido, hoy la situación se ha complicado: vender en dólares, si se mira hasta aquí, implica correr detrás de los costos, pero si se mira hacia adelante, puede llevar a que los ingresos del comprador no le alcancen para seguir pagando sus cuotas.
Si en cambio se quiere vender en pesos, al desconocerse el ritmo con que avanzará la inflación a lo largo de la obra se debe recurrir al ajuste de los saldos por algún índice (en lo posible no oficial), pero esto requiere un pacto entre partes que se contradice con la ley vigente y podría llevar a problemas legales.
Ante esas dificultades, sólo quedaría la venta al costo -por rendición de cuentas-, lo que requiere saber muy bien a quién se le está comprando.
Y si se trata de obtener un crédito, las tasas de interés actuales, variables y en orden con la inflación, producen un monto de cuota inicial inaccesible para aquel que lo necesita.
Con algo de audacia y de voluntarismo, algunos están ofreciendo un mix de ahorro previo más venta al costo (por rendición de cuentas), más entrega en etapas, más alguna financiación propia en dólares. Estas modalidades, aunque complejas, son las que hoy pueden cerrarle -al menos al inicio- a la clase media obsesionada por dejar de tirar todos los meses la plata del alquiler.
Mientras tanto, en Capital, un banco oficial que ofrecía créditos a largo plazo con tasa fija acaba de desactivar esa operatoria. Y en Córdoba -por ahora sólo ahí- el banco de esa provincia otorga créditos con tasa subsidiada. Por lo que venimos escuchando, ésta parece ser la vía elegida por las autoridades nacionales para aliviar el calvario de la clase media a partir del inminente nuevo mandato. Si de subsidios se trata, ninguno como éste para generar empleo y a la vez paliar un déficit como el de la vivienda en la clase media.
Existiendo grandes recursos en la Anses, su canalización en crédito a largo plazo para vivienda es sin duda el destino más compatible con sus características y a la vez con mejor rédito social. Sin duda, salvo en caso de grueso error de implementación, propuestas de esta naturaleza serán bienvenidas por el sector y de inmediata repercusión en el nivel de actividad de nuestra industria, donde hoy sólo tienen cabida los proyectos de elite dirigidos a resguardar ahorros de inciertas inflaciones, monedas, bolsas, bonos...
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