
Aun sin consultar los siempre dudosos pronósticos meteorológicos, podemos afirmar que llegarán días más fríos. En el jardín habrá menos flores, tendremos que reemplazar los placeres contemplativos por las gratificantes tareas jardineras que apuntarán a trabajar para el futuro, es decir, para que haya flores en primavera. Una de esas arduas tareas puede ser conseguir una bonita planta, escasa o faltante en los viveros para incluirla en el jardín, sabiendo que tendrá larga vida, bella y prolongada floración. Necesitará pocos y sencillos cuidados, y la podremos exhibir con el orgullo de su casi exclusividad. Me refiero a una herbácea perenne, cuyo nombre botánico es Geum chiloense, que cubre todas las condiciones exigidas. Esa planta prosperaba en nuestro jardín y no conocíamos su nombre, la llamábamos la planta de Teresa Bianchi, una vecina que nos la había dado. Prospera ahora en el jardín de una amiga, que la llama la planta de don Pablo, mi padre. Pertenece a la familia de las rosáceas, es decir, pariente de las rosas; es originaria de la Isla de Chiloé, al sur de Chile. Si bien su origen indica resistencia al frío, no soporta fríos extremos; su suelo debe ser suelto y fértil, y prefiere media sombra.
Se la puede describir como una pequeña herbácea de hasta medio metro, sin tallo, cuya raíz es un rizoma y las hojas acaules (sin pecíolo) de hasta 20 cm de largo, apoyadas en el suelo con bordes lobulados, que exhiben un color verde intenso. En el centro de esa mata emite tallos tiernos, ramificados y con pequeñas hojas, en cuyos extremos hacia la primavera aparecerán los pimpollos. Su floración es abundante y prolongada hasta el otoño. Las bonitas flores -cuyos colores van del amarillo al rojo, pasando por todos los tonos, según las variedades- tienen hasta 2,5 cm de diámetro, pueden ser simples o dobles con pétalos anchos y sedosos, dispuestos en torno de un centro como las margaritas. Se agrupan en corimbos ralos y lucen muy bellas, tanto en la planta como cortadas, en floreros. Es de fácil reproducción por división de la mata. No tenemos experiencia en su reproducción por semilla. Como un axioma entre los buenos jardineros se dice que para conservar una planta hay que regalarla. Cumplí a plena conciencia con ese mandato, de manera que espero volver a cultivarla.



