Desarrollar parques industriales no es un negocio al que muchos constructores se animen. Stark es uno de los jugadores de ese mercado. Actualmente desarrolla tres parques industriales: Polo Buen Ayre en San Martín, Polo 21 en Merlo y Polo 24 en Moreno que suman casi 70 hectáreas en la provincia de Buenos Aires. Apuesta a un modelo llave en mano e interviene en todas las etapas del proyecto: desde la construcción hasta la comercialización. El inicio de las actividades de la compañía fue parte de un deseo, común, sembrado durante mucho tiempo y hoy emplean a 25 personas que superan las 120 personas se si contemplan también los trabajadores director e indirectos relacionados con la construcción. "Arrancamos hace cuatro años, en noviembre de 2014. Y en parte fue fruto de un sueño compartido. Con Diego tenemos una amistad de hace muchos años y siempre fantaseamos con armar algún proyecto juntos que nos permitiera sumar nuestras dos profesiones, la arquitectura y mi pasión por las leyes –es abogado–. Durante mucho tiempo nos juntábamos todos los días en el centro porteño para tratar de dar forma a nuestro proyecto. Y, poco a poco, fuimos dándole forma a la idea. El resultado fue la posibilidad de hacer un parque industrial. Un poco por causalidad nos juntamos con Matías que ya tenía experiencia en el rubro, de quien teníamos muy buenas referencias por parte de su socio y casi sin darnos cuenta comenzamos a trabajar juntos. Todo fue muy rápido, una reunión alcanzó para que nos pusiéramos de acuerdo… Luego no paremos más. Esto es algo que nos apasiona", cuenta Emiliano Valli, uno de los emprendedores.
La elección del rubro no fue casual, Diego Barnes Beretta, otros de los fundadores, es un arquitecto que comenzó como constructor independiente y un convencido de que el negocio estaba en el mercado industrial. "El sector residencial está muy explotado, cuando buscamos un área dónde desarrollarnos observamos que el rubro industrial no contaba con tantos jugadores. Además, es uno de los sectores que mejor margen de ganancia deja y que más posibilidades de hacer subnegocios nos aportó", explica el entrepreneur.
Matías Vaccarezza cierra el team de los tres fundadores. Empresario y constructor sostiene que este negocio tiene mucho potencial, a tal punto que ellos encontraron nuevas alternativas comerciales para desarrollar. "Con la llegada del Polo Buen Ayre aparecieron nuevas alternativas de negocios como, por ejemplo, el desarrollo de naves industriales o de galpones y hasta la firma comercializadora que en muchos casos se encarga de vender los viejos inmuebles que abandonan los clientes o de arrendar los espacios que compran o levantan en nuestros predios, un negocio que deja un margen de ganancia cuatro veces mayor que el alquiler de un inmueble residencial. Hoy el retorno de este tipo de inversión ronda el 12 por ciento anual. Dicho de otra forma, la experiencia de Diego, de Emiliano y la mía nos permitió dar forma a los tres negocios vinculados con el real estate industrial", cuenta el empresario.
La sinergia de la diversidad
Los tres socios, más allá de comulgar como grupo, tienen la característica de ser muy distintos y de saber combinar las diferencias con el fin de potenciar el equipo. "Aprovechamos nuestras diferencias. Ellas son las que, sin duda, nos enriquecen. A tal punto somos distintos que hasta tenemos horarios diferentes de rutinas laborales. Diego, en muchas ocasiones se ocupa de temas a la noche –momento en el que yo estoy descansando– o durante los fines de semana. Tanto Matías como yo, arrancamos por la mañana, es más él comienza mucho más temprano que yo", sostiene Valli. "Por nuestra pasión y por el tipo de servicio que ofrecemos, acá no termina el día cuando te vas de la oficina. Por ejemplo, Emiliano y yo vivimos en el mismo edificio y en muchas ocasiones yo estoy un domingo a la noche volviéndome loco con un presupuesto, y –siempre cuando ya estoy terminando– me llama Emiliano y termina ofreciéndose para darme una mano. Mano que, entre paréntesis, nunca rechazo", agrega Barnes Beretta como parte del dato de color.
Casi sin dar respiro Vaccarezza afirma: "los chicos no pueden entender como yo cada vez que llego a mi casa apago el celular y me desconecto hasta el otro día. En ese momento es cuando Diego arranca el segundo turno del trabajo . Lo bueno de este equipo es que logramos obtener el mejor resultado sacando lo mejor de cada uno de nosotros".
Primeros pasos
El primer trabajo de ellos como grupo fluyó. "La primera reunión la tuvimos en noviembre de 2014 y ya el primero de enero siguiente estábamos vendiendo lotes del Polo Buen Ayre, un proyecto de 33 hectáreas, en el Partido de General San Martín y habíamos comenzado con los movimientos de tierras en el predio. Recuerdo que ese no fue un momento sencillo para comenzar, ya que era plena época de toma de terrenos, con la toma del Iberoamericano. En ese momento había cambiado el Gobierno hacía poco tiempo y, recuerdo que nos habían apurado políticamente para que pusiéramos, al menos un hombre a trabajar en el lugar", rememoró Valli.
Más allá de los datos simpáticos de la historia y a la hora de hablar del negocio, los emprendedores coinciden en que una de las claves para que el negocio les rinda fue tomar el manejo de todas las etapas del negocio. "Esto nos ayuda a abaratar los costos de logística, mejorar los números que ofrece la competencia. Eso se traduce en un ahorro de tiempo y de costos para el cliente que ronda el 20 por ciento. Esto lo podemos hacer porque tenemos la estructura in situ en cada uno de los parques, léase maquinarias pesadas, planta hormigonera, camiones que realizan la carga y descarga del material. Además contamos también la estructura de la obra húmeda y todo esto nos permite ahorrar dinero en logística y en tiempo de mano de obra", detalla Barnes Beretta.
Efecto devaluación
La coyuntura económica de la Argentina está cambiando algunos procesos no sólo en la comercialización de los productos del real estate industrial sino también en su fase constructiva. "Antes el proceso de comercialización de lote y venta y construcción de un inmueble industrial duraba tres meses, ahora el tiempo se duplicó. Y el motivo de la dilatación de la etapa final está vinculada con la incertidumbre que genera la fluctuación del dólar", reconoce Vaccarezza.
Otro cambio que trajo aparejado las turbulencias macroeconómicas es que se comenzaron a realizar contratos de construcción por etapas, es decir: "estamos dividiendo en tres o cuatro tramos la obra de la nave industrial. El primer segmento que es el del movimiento de suelo y fundaciones de terreno, se realiza en la primera etapa. Aquí se lleva adelante el trabajo con maquinarias pesadas, aporte de tosca y la colocación de los pilotes. Luego, el segundo capítulo es el de la estructura metálica y el piso industrial y, por último, es el momento de la construcción de oficinas, vestuarios, y demás. Antes hacíamos todo obra llave en mano, hoy hacemos obra y contratos por etapas. Una estrategia que permite reafirmar en cada tramo el vínculo del cliente. Por otro lado, a nuestro equipo lo incentiva a mejorar todo el tiempo los plazos y los costos de la obra. Es un estímulo y un reaseguro para las dos partes. Lo cierto es que todos los que contrataron por etapas los contratos se cumplieron antes de la fecha prevista", concluye Vaccarezza.