En los últimos días, algunas actividades como las industriales retomaron actividades ocupándose del transporte de sus trabajadores y el problema recayó sobre los empresarios. En el caso de la construcción, el panorama es más complejo porque se trabaja por jornada. En este sentido, el Estado tiene un rol y es encargarse del transporte público, sino los empresarios tendríamos que instalar y administrar nuestros propios hospitales para los empleados también. Desde el sector privado estamos dispuestos a absorber algo de este encarecimiento, pero el Estado tiene que absorberlo también, ¿Cómo? A través de medidas que den beneficios fiscales a los desarrolladores, a los constructores y a los compradores.
Con respecto al tema puntual del transporte, una buena iniciativa sería fomentar o subsidiar la venta de motos o autos para que el trabajador de la construcción pueda movilizarse solo y no dependa del transporte público o subsidiarles el precio de la nafta y de los peajes, por nombrar tan solo algunas iniciativas que deberían formar parte de un plan integral del gobierno en este sentido. En la mayoría de los países del mundo el obrero tiene movilidad propia porque hay un plan acorde. Descomprimir el transporte público va a ser una regulación que va a quedar en el tiempo, es por eso que hay que buscar soluciones de fondo. No pensar en el transporte escolar como alternativa porque el día que abran los colegios, volvemos a tener otro problema.
Por otro lado, retomar una obra y frenarla enseguida porque un obrero se infecta, además de riesgoso para la salud de todos, es muy costoso. Por eso apuntamos a hacerlo cuando sepamos que vamos a tener un bajo nivel de riesgo: será con pequeñas cuadrillas y medidas de sanidad.
Hacer que la obra trabaje de manera más lenta y bajar la productividad genera un efecto multiplicador en los costos. Es por eso que la clave no es cuando va a empezar la construcción, sino que se retome con medidas económicas que compensen el desfasaje de costos que va a traer aparejado la vuelta a la nueva normalidad.
Hoy por hoy, no se puede cobrar más caro el m2 porque sale más cara la construcción. Seguramente, pasada la pandemia, los precios van a bajar porque van a quedar necesidades financieras y se va a tener que vender más barato para hacer frente a esas deudas. Esto es histórico en el sector y cuando la crisis global se acomode subirán.
Los edificios de lujo deberían ser una excepción en la Argentina. La construcción debería ser una industria estable en el país. Eso se logrará el día que se realicen más obras para los sectores medios o medios bajos y que en la construcción comiencen a sistematizarse modelos de edificios en serie acompañado por una política sustentable de créditos.
*El autor es presidente de GNV Group
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