Un mercado ralentizado, de ninguna manera significa imposibilidad de invertir. Por el contrario, en todas las coyunturas se presentan oportunidades.
Ante todo hay que estudiar el perfil de cada inversor: su preferencia por la liquidez, su aversión al riesgo, su predilección por tal o cual tipo de inversión inmobiliaria, el costo de oportunidad que enfrenta, sus fuentes y usos de fondos, la moneda en que recibe y aplica esos fondos, el marco temporal de sus inversiones, su proyecto de vida, la composición del grupo familiar y una larga lista de etcéteras que nos permitirán segmentar a los clientes de modo de ofrecerles la alternativa adecuada para su perfil.
Algunos preferirán invertir en inmuebles como rentistas, otros en negocios de desarrollo. Algunos invertirán el dinero que tienen integrando el 100% cash. Otros preferirán ir pagando en cuotas como un modo de invertir los excedentes financieros periódicos que generan (y no sucumbir ante la tentación de aumentar el consumo, sobre todo cuando los viajes al exterior y los autos importados parecen tan baratos). Para estos últimos, la clave está en la cuota que los desarrolladores le piden integrar.
La decisión del Gobierno de estatizar el superávit comercial (lo que popularmente se conoce como cepo cambiario) ha hecho que el mercado se detenga abruptamente. Sin embargo sigue habiendo gran cantidad de pesos de sectores a los que la inversión inmobiliaria les resulta amigable.
Está claro que el modelo económico está agotado y se debilita día a día, pero eso no es sinónimo de un colapso económico. Seguirá creciendo el PBI a tasas del 3 o 4% si el precio de los commodities y las buenas cosechas ayudan. La recaudación es buena, el sistema financiero es solvente y el nivel de endeudamiento es bajo. El nivel de desempleo no es preocupante y no se deterioran los ingresos. La inflación (que es el problema de fondo) seguirá siendo de dos dígitos (lo que no es poco), pero tampoco se disparará hacia una híper.
No se trata de ser ingenuamente optimistas ni exageradamente pesimistas. Ser realistas nos ayudará a tomar mejores decisiones y seguir concretando buenas inversiones.
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