¡En una bolsa!: el método inteligente para cultivar papas en el balcón
Cómo cultivar tus propias papas en espacios reducidos y sin ensuciarte las manos.
3 minutos de lectura'
PARA LA NACIONValeria Burrieza
En el universo de la huerta urbana, hay cultivos que se comportan como rockstars discretos: no hacen alarde de colores ni perfumes, pero cuando llegan a la cosecha, se llevan todos los aplausos.
Las papas encabezan ese ranking particular. Y lo mejor es que no necesitan una quinta ni una pala mecánica para crecer: con una bolsa, un poco de tierra y algo de paciencia, podés cultivar tu propio lote de papas o papines en el balcón.
El cultivo embolsado no es una excentricidad ni una moda decorativa: es una técnica efectiva que aprovecha la forma de crecimiento de la papa.
Las bolsas (pueden ser de arpillera, plástico grueso o tela geotextil) permiten controlar el drenaje, evitar enfermedades del suelo y optimizar el espacio vertical.
En lugar de expandirse a lo ancho, el cultivo se desarrolla hacia arriba, a medida que se le va agregando sustrato
Paso a paso: cómo lograr una cosecha exitosa
1. Elegí papas brotadas. Podés usar papas o papines que hayan empezado a brotar en la cocina. Lo ideal: 4 o 5 por bolsa, con yemas sanas y activas.
2. Prepará la bolsa. Usá una bolsa de al menos 40 litros. Haceles cortes en la base para facilitar el drenaje. Colocá unos 20 cm de sustrato liviano: compost, turba, perlita o tierra negra.
3. Plantá. Apoyá las papas sobre el sustrato con los brotes hacia arriba. Cubrilas apenas con un par de paladas de tierra, lo justo para protegerlas pero dejar que las yemas respiren y reciban luz.
4. Acompañá su crecimiento. A medida que los tallos crecen, desdoblá los bordes de la bolsa y sumá más sustrato o pasto seco. El secreto es cubrir progresivamente los tallos basales para inducir la formación de más tubérculos a lo largo del tallo.
5. Agua, sol y espera. Ubicá la bolsa en un lugar con al menos 5 o 6 horas de sol directo. Regá cuando el sustrato se sienta seco al tacto. En unos 90 a 120 días, las hojas comenzarán a marchitarse: es la señal de que la planta completó su ciclo.
6. El momento de la verdad. Vaciá la bolsa y cosechá tus papas. La recompensa es táctil, aromática y visual. Y sí, comer papas propias es otra dimensión del sabor.
7. ¿Qué hacer con el sustrato? El sustrato usado puede ser recuperado y enriquecido con compost o bokashi para una próxima siembra (lechugas, acelgas o incluso más papas). Si hubo alguna enfermedad o podredumbre, mejor compostarlo aparte o desecharlo.
¿Sabías que no es una raíz?
La papa no es una raíz, aunque viva enterrada.
“Las papas son, en realidad, tallos reservantes que crecen simultáneamente con los tallos aéreos que sostienen el follaje y los rizomatosos que otorgan estabilidad”, explica la especialista en huertas Gabriela Escrivá.
Estos tallos subterráneos engrosados son los encargados de almacenar almidón para garantizar la supervivencia de la planta.
Mientras crece, la planta desarrolla tres tipos de tallos: los aéreos (los que ves), los subterráneos o rizomatosos (que fijan la planta al suelo) y los que engordan en forma de papas. Esa arquitectura explica por qué esta técnica de cultivo escalonado da tan buen resultado.
Un cultivo ancestral
Cultivar papas es formar parte de una tradición milenaria que empezó en los Andes hace más de 7000 años.
Hacerlo en una bolsa, sobre un piso de cemento o baldosas, no traiciona ese linaje: lo reinventa
Y como toda reinvención inteligente, viene con bonus track: cosechar alimento propio en el medio de la ciudad es un acto de soberanía, de aprendizaje botánico y —por qué no— de felicidad.
