Las flores tienen una función fundamental en las plantas y muchas de sus características son estrategias para lograr la reproducción. ¿Y por qué algunas huelen mal?
El estudio de los aromas florales en diferentes especies permite comprender la relación que existe entre ellas y sus polinizadores, así como las fuerzas evolutivas que provocaron estas complejas interacciones. Cada especie de planta produce un aroma único que comprende una mezcla compleja de compuestos volátiles orgánicos, y el reconocimiento de este aroma por los insectos polinizadores optimiza esta interacción.
Entre las especies que presentan esta estrategia, algunas de la familia Apocynaceae han desarrollado mecanismos para cumplir uno de los grandes procesos que afectan a los seres vivos: la reproducción. Pero en este caso, sus flores engañan a las moscas, conocidas como carroñeras, por la vista y el olfato. La superficie de colores atractivos y textura carnosa de los pétalos imita a un animal muerto. La flor emite un intenso hedor a carne en descomposición que atrae a las moscas que se alimentan de los cadáveres de animales. Estos “aromas” son generados por moléculas orgánicas conocidas como cadaverina o putrescina.
Huernia y Stapelia, entre otros géneros de esta familia, producen flores a nivel del suelo que semejan y huelen a tejidos orgánicos en descomposición, generando este “síndrome floral” de la reproducción; así, las moscas carroñeras no discriminan entre un cadáver putrefacto y una flor que huele a cadaverina, todo un truco de la naturaleza. Las moscas se posan en la flor pensando que han encontrado un lugar para depositar sus huevos. Se mueven dentro de la flor y así recogen o depositan polen en el proceso. Sin embargo, sus larvas estarán condenadas: aunque las madres encuentren néctar en abundancia, no hay comida para que se alimenten las larvas una vez que las flores se marchitan.
Stapelia grandiflora
Es una especie habitual en los jardines de coleccionistas de cactus y suculentas. Nativa de Sudáfrica, es una planta de tallos suculentos, con cuatro costillas y no más de 30 a 40 cm de alto, color verde intenso. Las flores son solitarias, de hasta 15 cm de diámetro, con forma de estrella de mar, de textura aterciopelada, color morado (simulando “carne”). Las flores se producen de forma intermitente a finales del verano y en el otoño.
Requiere pleno sol, suelos de textura gruesa, riego de bajo a medio. Tolera sequías y suelos poco profundos o pedregosos. Es ideal para rocallas. Se propaga fácilmente por esquejes. No se recomienda su uso como planta de interior por el fuerte olor que emanan sus flores, así como tampoco cerca de ventanas.
Huernia macrocarpa
Es una herbácea de tallos carnosos, de hasta 20 cm de alto, ramificados desde la base, de sección cuadrangular. Las flores se forman sobre pedicelos muy cortos, arqueados hacia abajo. Cada flor mide de 1,5 a 2 cm de diámetro, con forma acampanada, de color blanquecino o pálido por el exterior y con la superficie interna generalmente de color morado vinoso, aunque algunas formas poseen las flores rojo cereza o incluso amarillas. En el centro de la flor aparece la corona, de color casi negro, formada por cinco puntas triangulares. Crece mejor en semisombra, con riego bajo, en un sustrato bien drenado. Es sensible a las bajas temperaturas. Se multiplica con facilidad a partir de esquejes.
Dracunculus vulgaris
Es una herbácea perenne, tuberosa, nativa de la región del Mediterráneo oriental. De la familia Araceae (la que incluye a las famosas calas), el nombre del género significa “dragón pequeño”, en referencia a la forma de las hojas que se asemejan a patas de dragón.
Puede alcanzar 1,20 metros, con hojas lobuladas (palmadas) y desde finales de la primavera hasta principios del verano produce una flor grande, típica de esta familia: un gran sépalo de color rojo vinoso en su interior y exteriormente de color verde claro, en cuyo interior se desarrolla el órgano sexual hermafrodita sumamente largo (espádice) de más de 30 centímetros y de color púrpura oscuro, casi negro, con flores masculinas en la parte superior y flores femeninas en la parte inferior. Todas las partes de la planta contienen sustancias potencialmente irritantes.
Por su mal olor es aconsejable no colocar estas plantas cerca de ventanas ni en lugares de descanso en el jardín.
El mal olor de la flor atrae moscas y escarabajos para la polinización. Una vez dentro del espádice, es difícil para los insectos salir volando hasta que se completa la polinización en aproximadamente un día; luego la flor comienza a marchitarse. A partir de ese momento se forman los frutos, que maduran hasta alcanzar un color rojo anaranjado y atraen a los pájaros.
Requiere pleno sol a sombra parcial en suelo franco, fértil y húmedo. Es tolerante a la sequía. Se propaga mediante semillas y bulbos que se pueden dividir.