En TikTok se multiplican los consejos “milagrosos” para hacer crecer las plantas más rápido. Pero detrás de los videos virales, los expertos advierten que algunos pueden ser más dañinos que útiles
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El universo de TikTok está lleno de trucos de jardinería que prometen resultados milagrosos. Uno de los más populares sugiere regar las plantas con leche y otro asegura que el agua con azúcar puede acelerar su crecimiento.
Si bien los dos suenan tentadores —y hasta tienen cierto barniz científico en algunos posteos—, hay algunas contradicciones detrás de estas prácticas.
¿Regar con leche?
La idea de usar leche como fertilizante líquido parte de un principio razonable: este alimento contiene calcio, proteínas y micronutrientes que, en teoría, podrían beneficiar a las plantas.
De hecho, se han realizado algunas experiencias caseras en las que soluciones muy diluidas de leche descremada se pulverizan sobre las hojas para prevenir hongos, con resultados aceptables.

Incluso el calcio puede ser útil para evitar problemas comunes como la podredumbre apical en tomates o zapallitos cuando hay deficiencia en el suelo.
Sin embargo, la evidencia científica es clara en señalar que los riesgos superan los posibles beneficios si esta práctica se realiza con frecuencia o sin las precauciones necesarias
La leche es un producto orgánico complejo y, cuando se descompone en el suelo puede liberar malos olores, atraer insectos y hasta roedores.
También puede fomentar la proliferación de microorganismos patógenos —hongos y bacterias— que compiten con la planta o provocan enfermedades en sus raíces.
El exceso de calcio puede interferir con la absorción de otros minerales esenciales y alterar el equilibrio del suelo
A nivel foliar, los residuos grasos que deja la leche al evaporarse pueden obstruir los estomas, afectando la respiración de la planta. Y, si el suelo no tiene buen drenaje, la materia orgánica líquida puede contribuir a la compactación y reducir la oxigenación de las raíces.

Por todo esto, los especialistas coinciden en que regar con leche no debe ser considerado un método de fertilización, sino, en todo caso, un recurso puntual y experimental, siempre con dosis muy bajas y previa prueba en una sola planta.
¿Azúcar en el riego?
La recomendación de regar con agua con azúcar tiene aún menos sustento. El argumento que suele circular es que, al añadir azúcar al agua, las plantas reciben energía extra que impulsa su crecimiento.
Pero esta idea parte de un malentendido: las plantas producen sus propios azúcares por medio de la fotosíntesis, un proceso que convierte la luz solar, el dióxido de carbono y el agua en glucosa y oxígeno. Este mecanismo no puede sustituirse desde afuera y, en la mayoría de los casos, el azúcar agregado no es absorbido de manera eficiente por las raíces.

Peor aún, cuando el suelo contiene altas concentraciones de azúcar, se altera el balance osmótico. En lugar de absorber agua, las raíces pueden perderla, lo que causa estrés hídrico y debilita a la planta.
Además, el azúcar en el sustrato alimenta microorganismos no deseados como bacterias y hongos, que pueden consumir oxígeno, competir por nutrientes y favorecer la aparición de enfermedades.
Diversas pruebas simples —como las recopiladas por el portal educativo Enviroliteracy— muestran que las semillas regadas con agua azucarada germinan peor que aquellas que reciben solo agua y que el crecimiento de las plantas puede incluso verse frenado.
Otros estudios señalan que el exceso de azúcar puede alterar las señales hormonales internas y retrasar etapas críticas como la floración
Tanto la leche como el azúcar pueden parecer atajos atractivos para potenciar el crecimiento de las plantas, pero en la práctica suelen causar más problemas que beneficios.
La leche, en casos muy específicos, podría usarse como complemento puntual siempre que se diluya mucho y se controle su impacto. El azúcar, en cambio, no tiene ninguna función fisiológica positiva en el riego y puede ser directamente perjudicial.
El mejor alimento para una planta sigue siendo un sustrato saludable, agua limpia, luz adecuada y, si es necesario, fertilizantes diseñados para sus necesidades. Lo demás, aunque acumule millones de vistas en redes, no pasa de ser un mito viral.
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