La arquitecta Laura Libenson estaba a punto de terminar el proyecto de su casa cuando se enteró de que estaba embarazada de su primer hijo, y aguzó el ingenio para sumar un cuarto más a estos ajustados metros cuadrados
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Mudarse no estaba en los planes de la arquitecta Laura Libenson; tampoco en los de su marido. Pero, un día, ella pasó manejando por la puerta de esta propiedad en Lomas de Zamora, e inmediatamente después de fijar los ojos en la fachada, los enfocó en el cartel de venta. Estacionó y llamó a la inmobiliaria. Al mes siguiente, el matrimonio vendió el departamento donde vivía y firmó la escritura de compra para embarcarse en una nueva aventura.

Con el proyecto en curso, recibieron una noticia que los obligaría a revisar la planta: para cuando llegara la hora de instalarse, iban a ser tres. “Tuvimos que resolver un dormitorio extra en el transcurso de la obra”. Y lo hicieron con una suerte de entrepiso vinculado a su cuarto por una escalera metálica. ¡Los niños nos ponen creativos desde el minuto cero!
Intervenciones en la fachada y el patio
“Eran pocos metros, mal distribuidos, pero con mucho potencial para ser reformulados”, dice Libenson, que cuando tenía 10 años jugaba a diseñar casas en Paint y, casi dos décadas después, transformó esos dibujos de fantasía en los planos de su propia casa.

"Conservamos el portón de entrada, la fachada, las puertas de madera y la escalera que conduce a la terraza: todo lo que estaba en buenas condiciones y que forma parte de la identidad de esta casa chorizo de planta cuadrada."
Arq. Laura Libenson

Los calcáreos remiten a los pisos clásicos de las casas chorizo, mientras que su motivo de hojas evoca la vegetación, a falta de canteros.

Espacios comunes maximizados

“Dejamos a la vista parte del ladrillo original para sumar textura al living. Como la altura es de cuatro metros, permite jugar con un corte horizontal sin bajar la escala”.



El primer tramo de la escalera que conduce a los cuartos se dejó sin baranda para que pudiera usarse como asiento, complementando al comedor.

“Hicimos un baño de un metro de ancho bajo la escalera, que tomó esa medida. Como teníamos espacio de sobra para circular, aprovechamos para ubicar un placard. La casa es chica y necesitábamos todo el espacio de guardado posible”
La cocina, con vista al patio

El último tramo de la escalera se hizo en metal, con alzadas abiertas para que pase la mayor cantidad de luz posible hacia la planta baja.


Los muebles de cocina le dan un gran fondo verde al patio. “Lo que marcó el color fue el piso, porque lo compramos primero. Si bien queríamos corrernos de los neutros, mantuvimos la saturación general de la paleta para unificar visualmente los ambientes y que así parecieran más grandes”, revela Laura durante la entrevista.

Arriba, dormitorios enlazados

“Revestimos la caja del dormitorio principal con guatambú (que tonalizamos con un tinte muy suave) para darle calidez al sector íntimo y seguir con la estética y los colores de la casa”.

La arquitecta elevó la altura de la planta alta para incorporar el dormitorio de su hijo Pedro, al cual se accede desde el cuarto principal. “En un futuro, se transformará en vestidor o escritorio, y construiremos otro cuarto en la terraza”, proyecta.

Como el placard no llega al techo, se aprovechó la parte superior para exhibir cuadros y objetos.

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