Cuatro años después de la primera modificación, el decorador completó su proyecto: un hogar con nuevas conexiones y foco en el verde.
Cuando Sebastián Salazar y su pareja se mudaron a este chalet de la década del 70, ni el ánimo ni el presupuesto daban para hacer la gran reforma que tenían en mente, así que se limitaron a poner a punto el motivo por el que habían llegado hasta aquí: el jardín y la pileta. Adentro, la habilidad y el buen gusto del dueño hicieron su magia sin obra. Ahora, conquistaron su hogar ideal. Porque lo bueno siempre puede mejorar y un decorador lo sabe mejor que nadie.
El cambio de la laja negra por el porcelanato símil madera modelo ‘Tribeca Wood’ (Ilva) en toda la planta baja dio el puntapié para la nueva paleta de base clara. También se pintaron de blanco el machimbre de la escalera, el vajillero y la puerta de vidrio repartido, que lleva a la cocina.
“Sí, era una necesidad: fue un antes y un después”, dice el reconocido decorador Sebastián Salazar, uno de los creadores del mítico local La Mersa y hoy al frente de Salazar Casa, la tienda de muebles y objetos asentada en Recoleta (que hace no mucho inauguró una sucursal en La Horqueta).
Segundo paso

“Le pusimos onda, pero sabíamos que faltaban el piso y toda la pintura interior. Nos dijimos: ‘Eso será un segundo paso’”. Y acá está ese paso, que cerró el círculo y casi parece magia otra vez, porque eso hace el buen diseño.
"Soy clásico, no obvio. En la decoración, el color resulta clave; por eso elegí este gris que se ve bien de día y de noche; es sofisticado, es canchero y no es pesado, porque tiene un toque de azul."
Sebastián Salazar, decorador y dueño de casa

Pintar paredes y cielo raso del mismo tono rejuvenece y unifica. Además, el gris claro generó mayor integración y fluidez en la circulación.
Los almohadones, pintados por Mercedes Segura (todo de Salazar Casa), en armonía con el nuevo mural ‘Vietnam’ (Sofía Willemoës).
Crear ilusciones

El living tomó el sitio del comedor para instalar una salamandra. El intercambio derivó en una distribución novedosa, práctica y cómoda.


Hasta que la deco le dio vida, el hall era un espacio neutro, un pasillo de acceso con un paño fijo y algunas plantas antecediendo el toilette. El mural que hoy reviste las paredes obró un cambio radical que habilitó la función de bar sumando un carrito de hierro.“Hay muchas formas de crear ilusiones”, resume Sebastián.
Ampliar para ganar aire

“Nunca se nos hubiera ocurrido cambiar de lugar el comedor; desde el primer día lo ‘vi’ ahí y nos resistíamos... Hasta que probamos y, la verdad, quedó genial: se amplió, tiene mucho más aire”.

Enmarcada por el ventanal y las fotos de Diego Ortiz Mugica, la mesa se iluminó con la lámpara de alambre del artista Roberto Romero. En paredes y cielo raso pintura gris ‘759077′ (Sherwin Williams).

Este sector con piso de ladrillo había sido un jardín de invierno hasta los cambios que lo integraron por completo a la casa, incluida la abertura del tabique que da paso al playroom, con el que comparte el mismo piso de porcelanato y la misma pintura.
De espacio de trabajo a playroom

“Es genial; la casa se abrió: estás adentro y afuera, te da el sol y hay un hilo conductor del jardín al playroom, al comedor, la cocina... Todo fluye”.

Además de la conexión con el comedor, el espacio donde antes estaba el taller sumó un ventanal de piso a techo y de pared a pared con puertas corredizas. Revestido con placas ranuradas (Plakimbre) que dan la frescura del machimbre, resultó un living confortable donde se habilitaron otros usos gracias a su apertura total con el exterior.
Más aire libre

Tras la mudanza, la reforma debió limitarse al jardín y la pileta. Ahora, con los cambios en el interior, la casa y la vida son como las habían planeado: “Cada vez pasamos más tiempo al aire libre”.

Para recibir

Esta habitación en planta alta era blanca, sin ambientación. Para transformarla en cuarto de huéspedes, se aplicó un envolvente ‘Verde Jaspe’ en paredes, cielo raso, placard empotrado y aire acondicionado, para disimularlo.
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