El adiós a las mascotas: doulas que acompañan en el final
La muerte de un animal suele ser angustiante, pero hay quienes ayudan a atravesar y a entender ese momento de dolor
Cuando Cleta, la perrita de su hija murió, Olga Porqueras se sintió impotente. Como terapeuta, trabajaba en cuidados paliativos, acompañando a pacientes oncológicos, y al ser testigo del desenlace “indigno” que tuvo la perrita, algo en ella cambió. “Cleta se fue sola en una jaula de una clínica veterinaria. Si hubiera sido mía yo me la hubiera llevado a casa a que hiciera su traspaso con sus hermanos perrunos, y con nosotros, sus cuidadores. Cuando llegué al día siguiente al veterinario, le dije ‘es hora de que los animales también tengan una muerte digna’. Después de enterrarla, me senté para agradecerle lo que habíamos compartido y dejarla partir. En ese momento me surgió lo de la idea de ser doula del alma animal”.
Olga es española pero vive desde hace 10 años en Portugal. Desde allí se dedica a formar doulas y a acompañar a los animales y a su familia humana desde el momento en que el veterinario dice el tan temido ‘ya no hay nada mas que hacer’ hasta el final. “Es muy difícil manejar esa situación. La muerte asusta mucho. La gente en general no toma conciencia de que el animal no le va a sobrevivir, que sus años de vida son mas cortos que los nuestros. Y hay que prepararse porque sino es como que les cae un chaparrón encima. Siempre digo que nacer y morir tienen muchas similitudes y en ambos casos necesitamos a alguien que nos acompañe respetando nuestros tiempos y necesidades”.
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Según la especialista, lo principal es acompañar al animal desde el amor y la empatía. “Aunque parece difícil, es sencillo a través de la comunicación. Ellos mismos deciden que ya no quieren vivir más. De hecho, en la naturaleza, muchas veces provocan una pelea con el más fuerte de la manada para que los maten. Y cuando conviven en una misma casa con perros más jóvenes también pasa. Con los gatos es igual. Hay una mirada muy especial, difícil de describir, que es de mucha serenidad. Te mira a los ojos y te dice ‘hasta acá’.” La especialista sostiene que en los momentos finales es importante darle su espacio y acondicionarles un lugar. “Así como se los preparamos para nacer, también hay que hacerlo para morir”.
Desde la distancia, Porqueras (www.para-animales.com) capacitó a varias doulas del alma animal en todo el mundo, incluida la Argentina. Una de ellas es Sofía Giro (@girosofia), educadora canina, terapeuta y comunicadora animal que vive en Mendoza. Aunque es arquitecta toda su vida fue proteccionista y convive con varios perros rescatados. Su experiencia a lo largo de los años le demostró que la muerte de una mascota es un momento en donde el acompañamiento resulta fundamental. “La doula es una figura más conocida desde el nacimiento, no desde la partida. Ser doula del alma animal es una forma de ayudar a transitar ese período de una manera sana, saludable para la familia y para el ser que se está por morir”, dice y confirma que aunque se trata de algo que no es muy conocido, cada día la llama más gente para que ayude a transitar ese momento.
“La muerte es tabú para la sociedad occidental. No se habla. Hay que cambiar el foco, mirarlo desde otro lugar, como un ciclo vital. La mayoría de los veterinarios no tiene formación en cuanto a lo que se puede hacer cuando ya no hay nada que hacer. Si la vida no se puede salvar, muy pocos se abren a otras terapias como la holística que trata al animal en su totalidad. Además de los paliativos del dolor físico, también hay otros que pueden acompañar energéticamente a ese ser que se está yendo. Cuando un mamífero se está muriendo porque es viejo, hay ciertos pasos que se dan en todos los casos: primero deja de comer, después de tomar agua, llega la falla renal y se van sucediendo los pasos hasta que muere. Es un proceso natural, ellos sienten dolor, pero no sufrimiento. No están padeciendo ni se hacen planteos existenciales de ‘me voy a morir, qué va a pasar con mis hijos, todo lo que no hice’. Saben que se van a morir, tienen malestares físicos, pero para eso está el tratamiento paliativo. El holístico, además, acompaña energéticamente, no solo desde el dolor del cuerpo”.
¿Eutanasia sí o no?
Una de las situaciones más difíciles es decidir si eutanasiar o no al animal. Incluso entre los veterinarios hay diversas opiniones, y muchos se niegan a hacer la práctica. Teresa Hein, veterinaria holística y naturista, sostiene que hay que analizar caso por caso.
“Yo no soy muy amiga de la eutanasia. Hay herramientas para que el paciente esté sin dolor. Pero cuando hay un cáncer de huesos o de pulmón es distinto. Es muy delicado, no se puede decir eutanasia sí o no. Hay casos puntuales y ahí se puede ayudar a ese animal a partir. Yo lo que hago es prender una vela, leemos un cuento sobre donde van las mascotas cuando mueren, muchos cuentan alguna vivencia que tuvieron con su compañero animal –cuenta–. Se hace una ceremonia y se los ayuda a partir cuando hay un sufrimiento extremo. Lo ideal es que esa mascota esté en su casa, en su lugar, en su hábitat, con sus dueños y no en una terapia intensiva. Hay que entender que el momento de la partida de una mascota es tan espacial como el de su llegada. Hay gente que acompaña hasta el último momento. La idea es darle la mejor calidad de vida hasta que llegue el final. Pero hay situaciones muy dolorosas, extremas, en las que no tiene sentido que sigan sufriendo. Soy muy de individualizar la situación”, dice. Cuando hay niños, Hein sostiene que hay que decirles la verdad y preguntarles si quieren participar o no de la despedida. “Ellos tiene una mirada diferente y saben más de amor que nosotros. Si se les explica con la verdad, van a poder aceptar la partida. Son situaciones de crecimiento”.
Porqueras asegura que está a favor de la eutanasia compasiva, y que incluso sea en la casa. “Siempre deber ser compasiva como cuando hay un accidente, con mucho dolor. Para la mayoría de los cánceres hay paliativos y no hay necesidad de eutanasiar. En Estados Unidos una encuesta sostiene que más del 50% de las personas que pidieron eutanasia para sus mascotas se arrepintieron. Es realmente alto el porcentaje”.
Por su parte, Giro asegura que no está ni a favor ni en contra de la eutanasia. Pero sostiene que es importante que sea consciente. “No soy necia, cada caso es muy particular. Pero en general al responsable de ese animal no se da el tiempo necesario para que lo piense –plantea–. Lo primero que me dicen cuando me llaman es ‘no quiero que mi animal sufra’. Pero un fallo renal no implica un sufrimiento. Cuando ya sabe que va a pasar y cómo va a pasar, el dueño lo acepta y decide acompañar al animal hasta que se pueda. Si el cuadro empeora demasiado, se recurrirá a la eutanasia. Yo siempre les digo ‘pensalo, tomate tu tiempo’. Hay animales que ya no se valen por sí mismos, y si deciden hacerlo, lo hacen desde el lado consciente. El domingo me llamó una persona que tenía a su gata a punto de morir. Me dijo ‘me niego a eutanasiarla’. Se la llevó del veterinario y pocos días después se murió en sus brazos. Más allá de la tristeza, una vez que falleció estaba tranquila porque le pudo devolver todo lo que esa gatita le había dado. No hay culpa sino serenidad”.