Por Máximo Ravenna y Alejandra Raichuni
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Artritis es el nombre general de un grupo de enfermedades que comprometen el tejido conectivo, signadas por el dolor, la inflamación y la degeneración de las articulaciones. Los tejidos más afectados son los intersticiales, vasos sanguíneos, cartílagos, huesos, tendones y ligamentos, y la membrana sinovial que los envuelve.
Estas afecciones pueden ser controladas, pero nunca curadas. Las formas más comunes de artritis crónica son: artritis reumatoidea, osteoartritis y gota.
Artritis reumatoidea: se caracteriza por afectar el estado nutricional del paciente, ya que frecuentemente se evidencia disminución del peso corporal, aumento del metabolismo y de los requerimientos nutricionales, debido a los procesos inflamatorios. A causa de cambios en la mucosa intestinal, pueden presentarse alteraciones en la absorción de nutrientes, además de gastritis y úlcera péptica por la medicación o la enfermedad. Todos estos trastornos, más el dolor que produce la enfermedad, contribuyen a un estado nutricional pobre.
A quienes padecen esta afección se recomienda aumentar el aporte de ácidos omega 3, que se encuentran en el aceite de pescado. Este tipo de lípidos interviene en los procesos inflamatorios. También se incrementan los requerimientos de ácido ascórbico o vitamina C, que se encuentra fundamentalmente en las frutas cítricas (pomelo, naranja, limón). Asimismo, se debe aumentar el consumo de calcio y vitamina A, por medio de la leche, el yogur y los quesos.
Osteoartritis: es la forma más común de la artritis. Es importante mantenerse en un peso adecuado. Por lo tanto, si el paciente presenta sobrepeso, se deberá indicar un plan de alimentación hipocalórico. Además se debe aumentar el consumo de calcio y vitamina A (leche, queso, yogur), para prevenir o tratar la osteoporosis.
Gota: se relaciona con el desorden del metabolismo de las purinas, donde se acumulan niveles anormales de ácido úrico en sangre. Así, se forman uratos de sodio que se depositan como tofos en las pequeñas articulaciones y tejidos, e inician la destrucción de éstos, que llevan a una artritis crónica. Una alimentación normal contiene entre 600 y 1000 mg de purinas/día. En una alimentación hipopurínica no se debe pasar de 200 mg/día.
Hay ciertos alimentos que deberían ser excluidos de la dieta, por su alto contenido de purinas: anchoas, caldos concentrados, granos enteros, consomé, ganso, salsas de carne, corazón, arenque, riñón, hígado, caballa, extracto de carne, picadillo de carne, mejillones, perdices, ciervo, sardinas, pan dulce, cerveza.
Los alimentos con un moderado contenido de purinas son: pescados, aves, carne de vaca, espárragos, porotos secos, lentejas, arvejas secas, espinaca. Se permite una porción de hasta 100 g de estos alimentos día por medio.
Alimentos con bajo contenido de purinas: pan blanco, margarina, manteca, tortas y masitas, bebidas gaseosas, cereales, quesos, chocolate, café, condimentos, pan de maíz, crema, flanes, huevo, té, vinagre, frutas, gelatinas, hierbas, helados, leche, fideos, nueces, aceites, aceitunas, pickles, encurtidos, budines, sal, azúcar y dulces, vegetales, salsa blanca. Estos alimentos se pueden incluir diariamente.
La licenciada Alejandra Raichuni es coordinadora del Departamento de Nutrición del Centro Terapéutico Máximo Ravenna






