La industria de la hospitalidad busca acciones para sorprender y enamorar a los huéspedes
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El turismo de lujo en México —y en el resto del mundo— parece estar cambiando de paradigma. La exclusividad ya no se mide solo por el tamaño del resort o por la cantidad de estrellas, sino por la capacidad de ofrecer experiencias auténticas que busquen conectar a los turistas con la cultura local. Por caso, el poder de la gastronomía para despertar sensaciones gana protagonismo y en especial los ciclos que son parte de la reinvención de la industria de la hospitalidad. Se trata de una filosofía que se traduce en eventos que buscan hacer de la gastronomía una experiencia turística en sí mismos y no solo un complemento, lo que la convierte en un instrumento de posicionamiento y fidelización impulsada por la creciente competencia que hay en el mercado hotelero. “En Playa del Carmen, Cancún o Los Cabos se abren hoteles todos los meses. Por eso buscamos diferenciarnos con experiencias únicas, que el huésped recuerde y que lo hagan volver”, afirma Arturo Cervantes, jefe de Marketing del Melía, el establecimiento que organiza The Epicure, el ciclo gastronómico del grupo hotelero que realiza en sus hoteles Paradisus. Lo hace desde hace 26 años y este año el escenario elegido fue Playa del Carmen. “Se logra crear momentos inolvidables que es lo que distingue a un hotel de lujo en la actualidad”, comenta Cervantes, quien recuerda que, al principio, se hacían tres eventos al año.

Ahora el programa realiza diez ediciones al año, alternando entre México y República Dominicana. Nació tras la pandemia, justo en consonancia con un cambio en el mercado gastronómico mexicano y los hábitos de los viajeros. “La gente cuida más su gasto; ya no se trata de comer mucho, sino mejor. Prefieren menos cantidad, más calidad y productos con trazabilidad”, analizó Álex Méndez, el chef invitado para esta ocasión y quien también dirige varios restaurantes en la península de Yucatán.

En línea con esto, el chef invitado Álex Méndez, formado en Francia y propietario del restaurante Astro (en Mérida, capital del estado de Yucatán) dio una masterclass a los participantes del evento en el que presentó las combinaciones posibles al unir dos mundos distintos como el del foie gras y el chocolate. Su cocina parte de la tradición de bistró francés, pero tiene corazón en los ingredientes yucatecos.
El evento central giró en torno de la cena de ocho pasos en la que Méndez presentó un menú que alternó técnica gala y producto local, junto al chef ejecutivo del hotel, Joseba L de Goikoetxea. “Hay que atreverse a innovar, pero siempre sobre las bases, sobre los fundamentos”, resumió.
Mendez coincide en que el futuro pasa por fortalecer los vínculos entre cocina y cultura, con énfasis en las ocasiones especiales. “Tenemos que reforzar las temporalidades: celebrar el Día de Muertos, Thanksgiving o Navidad con menús especiales. La gente busca motivos para volver, y nosotros tenemos que dárselos”.

Otra tendencia que se impone en el turismo es el concepto destination inclusive: “Antes, muchos huéspedes decían que iban a un all inclusive y no se enteraban de lo que pasaba en el país que visitaban. Por eso decidimos ir más allá y crear experiencias que integren la cultura local”, explica Cervantes


El menú de ocho pasos, diseñado en conjunto por Méndez y el Goikoetxea, propuso un recorrido sensorial en el que cada plato dialogó con su maridaje. La experiencia comenzó con una perla de lichi reposando sobre un ostión comestible, acompañada por champagne Telmont Réserve Brut. Le siguió un cóctel sólido de manzana, coronado con caviar de mostaza y cristal de menta, armonizado con Mariatinta Sang Bleu Blanco.
El tercer paso presentó un crudo de totoaba con ajo blanco, maridado con Mariatinto Blanco. Luego llegó el salteado de tallarines con calamar texturizado, infusión de su tinta y aire de albahaca, acompañado por Mariatinto Blend, una combinación intensa que actuó como punto de inflexión en la secuencia.
El quinto y sexto paso rindieron homenaje al territorio: un ravioli de cordero, maridado con Mariatinto M20, dio paso a los langostinos asados a las brasas con arroz tostado, acompañados de un Mariatinto Natural.
El tramo final fue una celebración del postre repensando un clásico: un arroz con leche bañado en caramelo salado y coronado con praliné de pistacho, servido junto al Telmont Réserve Rosé, y una torrija caramelizada elaborada con pan brioche y ganache de chocolate al cognac, acompañada por Rémy Martin VSOP, pusieron el broche a una noche que unió técnica y producto en partes iguales.

Esta experiencia es una muestra del avance de una tendencia que se impone de la mano de la necesidad de las grandes cadenas hoteleras de cautivar al turista: a través de las experiencias. En este caso, apostando a que la alta cocina sea un viaje en sí misma.
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