
Consejos útiles para perderle el miedo
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Temor a entrar en el quirófano tenemos -seguramente- todos los seres humanos. Sin embargo, los profesionales de la salud prestan cada vez más atención a este factor, ya que cuando alcanza niveles extremos puede provocar inconvenientes durante una operación o en la posterior recuperación del paciente.
"El estrés prequirúrgico comienza en el momento mismo en que el paciente es informado del diagnóstico, la intervención y sus alternativas terapéuticas", explicó la licenciada María Mucci, coordinadora del Equipo de Psicoprofilaxis Quirúrgica del hospital Penna, un servicio pionero en el ámbito público de la ciudad de Buenos Aires, pues es el único que trabaja dentro del mismo servicio de cirugía, y no bajo la forma de "interconsultas" entre servicios, como es habitual.
"Nosotros no apuntamos a que el estrés desaparezca, sino a que tenga un nivel tolerable -dice Muccci-, porque el peligro radica en su capacidad para causar crisis hipertensivas antes del ingreso en el quirófano, taquicardia, cuadros febriles, sudoración o dificultades para dormir. Esto sucede porque el sistema inmune reacciona a los factores externos de estrés, lo deprime y puede provocar dificultades en el posoperatorio: la cicatrización lenta, la aparición de infecciones o percepción muy intensa del dolor."
"Efectivamente, cada vez veo más fobias en los pacientes -cuenta por su parte el doctor Martín Miura, director de la Asociación Argentina de Cirugía-. Tienen terror a entrar en un hospital, y más en un quirófano. Esos pacientes merecen un estudio psicológico. Ante un caso así, yo no opero."
Si bien hay muchos estudios que afirman que el estrés prequirúrgico puede implicar riesgos durante la operación, en la opinión de Miura: "No tienen una consistencia definitiva. Pero lo que sí hicimos en varios hospitales fue evaluar los posoperatorios y, efectivamente, aquellos que se operaron estresados tuvieron una recuperación más lenta y difícil".
El valor de la información
Si bien en algunos casos se trata de pacientes con características fóbicas o ansiógenas, el contexto juega un papel primordial. Así, por ejemplo, la espera prolongada favorece la ansiedad, lo mismo que el haber escuchado algo inquietante o ver a otros pacientes en estados similares.
Por el contrario, "una buena relación médico-paciente, la confianza que pueda transmitir el cirujano y la posibilidad de estar siempre acompañado por un familiar son factores que disminuyen considerablemente la ansiedad", dice Miura.
Respecto del valor de recibir información, investigadores de la Universidad de Innsbruck, en Austria, realizaron un video que informaba, con actuaciones, sobre todos los riesgos y las alternativas de una cirugía desde la perspectiva del paciente un día antes de la intervención y redujeron el estrés prequirúrgico en más de un 60 por ciento.
En la Argentina, sin embargo, las conclusiones de este estudio no son compartidas por los especialistas. "No sabemos qué va a disparar en el paciente una visión demasiado cruenta -dice Mucci-. La información debe ser acotada. A veces los pacientes preguntan y después se meten en un brete. Por eso siempre es conveniente que esté acompañado por un pariente, porque es un brete, porque es un impacto muy fuerte saber que uno va a ser operado."
Lo importante en todos los casos es hacer una correcta evaluación del temor, ver si se puede diluir y "hablar con los cirujanos que, afortunadamente, nos escuchan mucho -asegura la licenciada Mucci-. Y algunas veces pedimos la postergación, como en el caso de un paciente cuya madre había muerto la noche anterior a la intervención. Alguien en esa situación no se puede operar ni de una uña encarnada".
En la cuenta regresiva
Los especialistas consultados aportaron una serie de consejos que pueden resultar de gran utilidad para reducir la ansiedad en los momentos previos a una cirugía:
- No pedir acelerar ni postergar demasiado la intervención. Diez días entre la indicación y el acto quirúrgico es un lapso que permite elaborar adecuadamente el proceso.
- Evitar pensar todo el tiempo en la operación poniéndose metas temporales discriminadas: qué hacer la semana antes, dos días antes, la noche antes.
- Una semana antes dejar arreglado todo lo que tenga que ver con papeles, vencimientos y otras cuestiones que se superpongan con la fecha de la intervención.
- Dos o tres días antes preparar el bolso. Según la propia personalidad, optar entre hacerlo uno mismo o dejar que lo haga otro.
- Si la estada va a prolongarse, incluir algún elemento que no tenga que ver sólo con lo necesario , sino también con cosas placenteras: un libro, revistas, el celular para mandar mensajes de texto, un walkman o discman con la música favorita, por ejemplo.
- Decidir a quién se le va a avisar de la intervención, y si quiere ser visitado o no.
- En caso de mucha ansiedad, un amigo o familiar puede acompañar hasta la entrada al quirófano.
- Por lo general, no hay mayor problema en consumir pequeñas dosis de ansiolíticos antes de la intervención o la noche anterior. Pero hay dos reglas de oro que deben ser respetadas en todos los casos: avisarle antes al cirujano e ingerir la píldora con la mínima cantidad de agua posible. El ayuno líquido evita los riesgosos vómitos derivados del entubamiento que se realiza en las operaciones de anestesia general.
- No ver programas relativos con la temática hospitalaria.
- No internarse en Internet buscando información excesiva.
- Si la condición física lo permite, darse algún gusto especial en los días previos: comida, cine, paseos. La clave es distraerse, pero sin caer en la negación.






