
Deshacer los lazos que atan a una persona al consumo de drogas es posible. Quienes lo han logrado cuentan cómo es el camino de vuelta
1 minuto de lectura'
Con su camisa flúo y sus gestos de "chico ganador", Martín L., a sus 24 años, aparenta haber vivido menos de lo que vivió. Estuvo en el infierno y ahora sonríe en la mesa de un café. Dice que dejó de consumir hace dos años, aunque tres meses atrás tuvo una recaída y por eso volvió al centro de rehabilitación donde estuvo internado para participar de talleres. Le gusta el de capoeira. Bailar contorsionándose no le da vergüenza. Lo ayuda a no pensar en la droga.
"Estoy saliendo -asegura-, pero no es fácil sostener el no consumo. Claro que me dan ganas de volver a probar." A los 14 años tomaba cerveza con sus amigos de Villa Urquiza en la puerta de los boliches y antes de entrar al colegio. En la calle empezó con pegamento, después marihuana, cocaína, éxtasis...
"Quería probar todo, no aceptaba los límites. Y durante mucho tiempo mis viejos no me los pusieron... Consumía los fines de semana, pero después no podía vivir sin drogarme. No tenía amigos, sino compañeros de consumo. La droga te lleva a robarle a tu familia, a traicionar a un amigo y a sentir que te morís. Yo no me daba cuenta, pero después hice un clic."
La primera vez que lo internaron, en un psiquiátrico, fue por orden de un juez. "Estaba tirado en la cama y pensé que no me iba a recuperar nunca. Pasé por cinco centros de rehabilitación. Estuve un año internado y 8 meses en reinserción. Después empecé a trabajar, en un delivery, pero me pagan muy mal. Quiero buscar un trabajo mejor, y un hogar para vivir con mi novia. Tal vez retome el colegio, pero el estudio no es para mí. Prefiero bailar"
¿Se puede salir de las drogas? La respuesta es sí. Pero los expertos prefieren hablar de rehabilitación, y no de cura. La adicción es una enfermedad muy compleja, con componentes genéticos, químicos, psicológicos y sociales, cuyo tratamiento no es lineal ni tiene un pronóstico previsible. Depende del tipo de droga, el tiempo de consumo, la personalidad y el entorno.
Se estima que en la Argentina el número de personas con problemas de adicción asciende a 600.000. Hoy, el número de individuos en tratamiento de rehabilitación superaría las 5000. Pero el problema excede cuestiones numéricas. "Así como las edades de inicio son cada vez más tempranas, la ventana de consumidores se amplía hoy hasta la tercera edad", afirma el psiquiatra Camilo Verruno, docente de la Universidad de Buenos Aires.
"El alcohol y el tabaco son las drogas de inicio -dice el psiquiatra Eugenio Nadra, de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadependencia y Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar)-. Los chicos que fuman y beben en exceso tienen más posibilidades de entrar en las drogas ilegales: marihuana primero, cocaína después. Estas dos son las más habituales. Pero estamos viendo, sobre todo en los sectores de menores ingresos, un consumo mayor de paco, un residuo de la elaboración de la cocaína."
El paco es muy tóxico y muy adictivo porque produce un placer rápido y fugaz. "Los chicos fuman entre 20 y 30 dosis diarias. En casos extremos llegan a cien", asegura.
Viaje de vuelta
¿Cómo se sale? El primer paso es el diagnóstico: una consulta psiquiátrica o psicológica, una evaluación del entorno familiar y social, y un examen clínico, para ver si hay complicaciones orgánicas. Luego, según el caso, se deriva al paciente a una internación; a una comunidad terapéutica, que puede ser cerrada o abierta; o a un centro ambulatorio u hospital de día.
"Esto último es lo preferible, siempre que el contexto lo permita, para no desinsertarlo de la familia y el entorno -dice Verruno-. Y cuanto más cerca de la casa, mejor."
"Cada vez más, la adicción se asocia con enfermedades psiquiátricas, porque provoca o despierta cuadros de psicosis y depresiones -apunta Eugenio Nadra-. En estos casos, así como cuando existe una dependencia física muy fuerte, hay que usar medicación: tranquilizantes para tratar la ansiedad de la abstinencia, y luego antidepresivos."
Todo tratamiento tiene tres etapas: desintoxicación, deshabituación y reinserción social. La desintoxicación lleva tres meses y los cambios son visibles. Después hay que tratar la dependencia psicológica y lograr la reinserción. "Rehabilitarlos no es sólo que dejen de consumir, sino que tengan un proyecto de vida. Y esto es difícil cuando salen y vuelven con los amigos que se drogan. Los que tienen un sostén familiar y sus padres no consumen tienen mucho mejor pronóstico."
Las comunidades terapéuticas son el sistema más extendido. Las hay con enfoques sistémicos, grupales o cognitivos. "Para tratar las adicciones, el psicoanálisis no sirve. Con un adicto no podemos perder tiempo buscando el Edipo", enfatiza Nadra.
Los subsidios que otorga el Sedronar para asistir a distintas instituciones son por un año, pero los tratamientos suelen durar más. "Las recaídas son parte del proceso -dice el psicólogo Pablo Rossi, director de la Fundación Manantiales-. Muchas veces, en el transcurso del tratamiento, vuelven a sus casas y se drogan. Hoy es posible detectarlo mediante un análisis de orina. Esto no es más que una crisis, y a veces sirve para revisar cosas que no se están haciendo bien."
Un nuevo concepto, de "reducción de daños" está siendo aplicado en centros como la Fundación Manantiales. "Ayudamos al adicto a controlar y reducir su consumo, hasta que se sienta con la determinación para abandonarlo", dice Rossi. Su colega José María Rshaid, director del Centro de Rehabilitación Casa del Sur, no está de acuerdo con la estrategia: "Funciona en Europa, donde hay adicciones más fuertes, a opiáceos, como forma de protección social. Se aísla a las personas y se les suministra droga así no delinquen. Se están creando verdaderos guetos".
"Por otra parte -dice Rshaid-, no es cierto que los adictos tengan que venir por propia voluntad a tratarse. La mayoría viene traídos por sus padres, parejas, por el juez o por la vida. No hay que esperar a que toquen fondo."
En el tratamiento, la familia debe ser protagonista: "Debe ayudar a cumplir las pautas de la institución, poner límites, no dejar afuera a los otros hijos y no dejarse llevar por los cambios que al principio son rápidos, pero pueden implicar recaídas", concluye Rshaid.
Francisco B., en primera persona
"Al saber que fuiste adicto, algunos valoran que hayas podido salir adelante. Pero la mayoría no te da trabajo -dice Francisco B, de 20 años-. No los culpo, creen que los adictos son malas personas. Y no saben que están enfermos. Con la droga, intentás tapar muchas cosas y te hace perder valores." Actualmente, Francisco trabaja como voluntario en un centro de rehabilitación, donde acompaña y contiene a personas que están viviendo lo que él ya vivió.
Dónde consultar
En su página de Internet ( www.sedronar.gov.ar ) la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadependencia y Lucha contra el Narcotráfico ofrece una lista de 150 instituciones en las que se trabaja en la rehabilitación. Además, Sedronar cuenta con una línea gratuita, que funciona las 24 horas: 0800-222-1133.
Los teléfonos de los institutos de rehabilitación consultados en esta nota son:
Fundación Manantiales: (011) 4382-8500; a través de Internet, info@manantiales.org.
Casa del Sur: (011) 4981-7800; granjadelsur@argentina.com.
Un test que delata los signos de consumo
Elaborado por expertos en adicciones
1) ¿Su hijo parece retraído, deprimido, cansado y descuidado en su aspecto personal?
2) ¿Lo nota hostil y falto de cooperación?
3) ¿Se han deteriorado las relaciones de su hijo con otros miembros de la familia?
4) ¿Ha dejado a sus antiguos amigos?
5) ¿No le va bien en la escuela? ¿Ha empeorado las notas o la asistencia es irregular?
6) ¿Ha perdido interés por los pasatiempos, los deportes u otras actividades?
7) ¿Han cambiado sus hábitos de comer o dormir?
8) ¿Tiene las pupilas dilatadas o los ojos colorados?
9) ¿Tiene conversaciones telefónicas o encuentros con desconocidos?
10) ¿En su casa faltan objetos de valor? ¿Tiene su hijo una necesidad creciente de dinero?
11) ¿Tiene feo olor, incluso en la vestimenta y las sábanas?
12) ¿Tiene elementos que permitan picar la droga como, por ejemplo, hojas de afeitar, tarjetas duras o cuchillos?
13) ¿Tiene elementos que permitan aspirar la droga como, por ejemplo, bolígrafos sin tapa ni tanque, tubitos, pajitas o billetes enrollados?
14) Si su hijo se estuviera inyectando posiblemente se detecten cigarrillos de tabaco desarmados, dado que se utilizan el filtro, jeringas y algún recipiente pequeño, como cucharas o tapitas de bebida para preparar la droga.
15) ¿La nariz le sangra o gotea a menudo?
16) ¿Tiene dificultad para hablar?
17) ¿Tiene marcas de pinchazos en brazos o piernas?
Algunos de estos síntomas pueden aparecer en jóvenes que no consumen drogas. Se trata de signos para tener en cuenta y que deben sumarse según la siguiente tabla:
De 0 a 3 respuestas positivas: no hay problema a la vista.
De 3 a 10 respuestas positivas: alerta, esté atento a la conducta de su hijo y controle sus pertenencias. Consulte si cree necesario con un centro especializado.
De 10 a 14: consulte con un centro especializado. Es probable que su hijo necesite ayuda.
15 o más respuestas positivas: seguramente su hijo tiene un problema con las drogas y necesita un tratamiento.
Cuanto antes detecte el problema, más fácil será ayudar a su hijo. No enfrente a un joven que se halle bajo los efectos del alcohol o de las drogas. Espere a que esté sobrio para hablar con él. Entonces explíquele sus sospechas con calma y objetividad, y busque la ayuda de otros miembros de la familia para respaldar sus observaciones.
Si su hijo está tomando drogas, no se eche la culpa. Llévelo de inmediato a una consulta con profesionales especializados y en caso de que él se niegue, concurra usted y pida asesoramiento.






