La aplicación de arcilla ayuda a reducir calambres, contracturas, inflamaciones y a mejorar la circulación sanguínea
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La fangoterapia consiste en la aplicación de barro o fango con fines terapéuticos y estéticos. Así, a partir de elementos tan simples como la tierra y el agua, las envolturas de barro tienen cualidades purificantes, regulan la temperatura corporal y estimulan la circulación, entre otras virtudes. Tanto el barro como el fango, la arcilla y el lodo aportan minerales como hierro, calcio, potasio o azufre. Entre sus componentes se encuentran también magnesio, silicio, cobre y zinc, que son los encargados de la producción de colágeno y elastina; el cobalto, barre las células muertas; el azufre, mantiene la pigmentación de la piel y el selenio, antioxidante, previene la degeneración celular y activa la circulación. Todos estos elementos retardan el proceso de envejecimiento de las células, facilitando su regeneración, revitalizándolas, fortaleciendo la tersura de la piel y ayudando a equilibrar su pH. Por lo tanto es un buen renovador y cicatrizante.
“La fangoterapia se basa en la aplicación de distintos tipos de fangos para su uso terapéutico y estéticos en centro de bellezas, spas y en el deporte, por su efecto beneficioso para la fatiga muscular. La técnica es manual y consiste aplicar el fango seleccionado ya sea para descongestionar el síndrome de piernas cansadas o en forma de cataplasmas para tratar el dolor miofascial, antes o después de una masaje manual”, señala Sebastián Cianfagna, masoterapeuta, técnico en rehabilitación, experto en técnicas orientales y docente de Alta Capacitación Profesional.
Cianfagna tuvo su primer contacto con la fangoterapia cuando trabajó en el Hurling Club de Hurlingham, donde descubrió cómo los fisioterapeutas utilizaban el fango para tratar lesiones de los jugadores.
Como referencia histórica, ya los médicos del antiguo Egipto empleaban barro para tratar inflamaciones y heridas cutáneas como úlceras o quemaduras. También aparece en los escritos de Hipócrates, el prestigioso médico griego, que utilizaba el fango para curar enfermedades como trastornos digestivos e inflamaciones.
“En el caso de los griegos y egipcios, las clases altas hacían baños de fango termal para uso estético y relajante. También se aplicaba a los guerreros como recurso terapéutico o curativo luego de los combates. Los mayas y los aztecas usaban la propiedad del fango o la arcilla como método curativo y también en rituales”, sigue Cianfagna.
Y en esa misma línea, hoy se continúa aplicando el barro con fines curativos, para aliviar la fatiga muscular, así como dolores articulares, calambres y contracturas o para tratamientos de belleza. También reduce la inflamación y mejora la circulación sanguínea. Se aplica húmedo sobre el cuerpo hasta secarse completamente y puede complementarse con hierbas y masajes (faciales o corporales), lo que permite una mayor relajación.
“Se puede aplicar en alguna zona o en todo el cuerpo, previa preparación de la piel. También se utiliza en compresas y se puede combinar con otros medios terapéuticos, como la parafina de uso estético. La técnica a emplearse va a depender del fin para el que se aplica”, explica por su parte Claudia Sebastian, masoterapeuta, cosmetóloga y terapeuta holística.
El fango se utiliza generalmente en forma de cataplasma o envoltura y se deja actuar entre 15 y 30 minutos antes de ser retirado. En cualquier caso, se utilizan fangos de distintas procedencias y dependiendo de dónde se extraen van a contener distintos minerales que son esenciales para la salud de la piel y el cuerpo en general. “Son productos naturales compuestos por arcillas, agua, oligoelementos minerales y compuestos orgánicos. Por ejemplo, los fangos termales se extraen de zonas de aguas termales y son ricos en magnesio, calcio, potasio y hierro, que tienen propiedades antiinflamatorias y regenerativas. Los fangos marinos proceden de mares y océanos y son ricos en oligoelementos y sales marinas. Son revitalizantes, hidratantes y mejoran la apariencia de la piel. A su vez, el fango volcánico se forma a partir de las cenizas volcánicas, contiene minerales y compuestos orgánicos que son exfoliantes y regeneradores”, detalla Sebastian. Los fangos terapéuticos, conocidos como fangos químicos, están formados por fangos naturales y el agregado de otros componentes naturales como algas marinas y aceites esenciales.
“Las áreas a tratar varían y puede aplicarse en el rostro, para tratamientos de cosmetología, las piernas, los pies, el abdomen, la zona lumbosacra, zona dorsal, como complemento en los tratamientos de masoterapia”, indica Cianfagna.
Según cuentan los especialistas, una sesión comienza con una exfoliación suave. Luego de la aplicación del fango, se destaca la sensación de una piel más limpia y fresca, suave y elástica; una mayor relajación muscular, alivio, reducción del dolor y la inflamación y una mejora de la flexibilidad articular.
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