Amenazaron a la suboficial involucrada en el incidente con un comisario en Santa Fe
La mujer de 27 años se negó a ampliar su testimonio y trascendió que se sintió intimidada por el ingreso de desconocidos en su vivienda de San Antonio de Padua
ROSARIO.- El escándalo que rodea al falso atentado contra el jefe de la Policía Federal de Santa Fe, comisario Mariano Valdés, quien será removido de su cargo, derivó en un nuevo capítulo que tiene como protagonista a la suboficial Roxana González, quien estaba en el vehículo con el jefe policial herido.
La agente de 27 años se negó a declarar anteanoche, luego de que fuera intimidada por efectivos de la Policía Federal Argentina. Tuvo que ser llevada por la fuerza a los tribunales por efectivos de la Policía de Investigaciones de Santa Fe.
Fuentes de la causa señalaron a LA NACION que González había sufrido poco antes otro amedrentamiento, cuando desconocidos ingresaron en su casa de San Antonio de Padua, en el oeste del conurbano bonaerense.
La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, anunció anteanoche que tanto Valdés como González serán desplazados de la fuerza."Hoy ambos están fuera de la Policía Federal, independientemente de cómo siga la causa judicial a la que no tenemos acceso", aseguró.
La declaración de González es clave para esclarecer este hecho cuya investigación se inició con la hipótesis de un atentado mafioso y terminó convirtiéndose con el paso de los días en la trama de un conflicto extramatrimonial.
La suboficial declaró una sola vez ante los fiscales de Santa Fe, la mañana posterior al hecho, el 10 de septiembre. En su testimonio suscribió lo que había dicho ante las autoridades el comisario, quien sostuvo que al detenerse en la banquina en la autopista Buenos Aires-Rosario para cambiar la yerba del mate, fueron emboscados por tres hombres encapuchados que se bajaron de una camioneta gris o negra y comenzaron a disparar.
Esa versión resultó ser falsa, según los investigadores y de acuerdo a lo que manifestó la ministra Bullrich, que advirtió en su cuenta de la red social Twitter que Valdés era un "mentiroso".
Los fiscales del Ministerio Público de la Acusación pretenden que González aporte su versión de los hechos y con ese testimonio terminaría de desbaratarse el plagio montado por Valdés. "La suboficial está muy asustada por las presiones que recibió de la misma Policía Federal", revelaron fuentes de la causa a LA NACION.
Está comprobado, según manifestaron las fuentes, que González disparó contra Valdés. El análisis de la herida en la ingle fue determinante. El disparo dejó un tatuaje en la piel, una marca que se produce cuando el tiro es a corta distancia, menos de 30 centímetros. Con ese peritaje se deduce que el comisario llevaba los pantalones bajos mientras manejaba.
La presión sobre González es amplia. Porque en la Justicia la podrían imputar por intento de homicidio agravado, pero si su declaración formal concuerda con lo que declaró extraoficialmente a los investigadores, la causa podría encuadrarse en legítima defensa frente a un intento de ataque sexual.
¿Por qué el jefe de la Policía Federal de Santa Fe mintió, según Bullrich, y dijo que las dos heridas de bala que recibió fueron producto de un ataque a balazos por tres hombres encapuchados?
Valdés falseó su versión y desfiguró la escena de los hechos para esconder otra situación, un problema que habría tenido con González, con quien el comisario tenía una relación extramatrimonial. La ministra de Seguridad creyó su argumento inicial y hasta llegó a decir que se había tratado de un ataque mafioso. Algo que sucedió en el trayecto del viaje -aún no está claro qué- provocó que González le disparara a Valdés en la ingle.
Un conflicto de pareja habría sido el origen de todo, mientras Valdés y González viajaban desde Buenos Aires hacia Santa Fe. El jefe policial había participado ese día de un curso para lograr el año próximo su ascenso a comisario inspector en la Academia de la Policía Federal. Las dudas comenzaron a aflorar pocas horas después de que el comisario Valdés declarara ante la Justicia que tres hombres encapuchados se habían bajado de una camioneta en la noche del 9 de septiembre pasado y que fue atacado a balazos en ese momento.
El primer cuestionamiento surgió de las propias filas de la Policía Federal y apuntó considerar extraña la actitud de Valdés al no haber pedido refuerzos a esa fuerza en San Nicolás, a menos de 20 kilómetros del supuesto escenario del ataque, para que tratara de ubicar a los supuestos agresores.
Un oficial de la PFA escuchó en la estación de servicio Las Mellizas, donde el comisario llegó herido, que este le ordenó a la suboficial que lo acompañaba que no hablara. En ese momento, los peritos de la Policía de Investigaciones de Santa Fe (PDI) tuvieron que reclamarle con firmeza a González para que se sometiera a una prueba de dermotest para verificar si había disparado.
En su declaración ante los fiscales en el sanatorio Mapaci, de Rosario, donde Valdés estuvo internado hasta el 11 de septiembre, el comisario dijo que él y su acompañante habían disparado con sus pistolas CZ y Taurus 9 milímetros. Las únicas vainas que se encontraron fueron las que quedaron dentro del auto.
En los registros de las cámaras de los peajes y de las estaciones de servicio no apareció la camioneta señalada en el relato de Valdés como vehículo de los criminales.
Valdés tampoco logró explicar los agujeros de bala que tenía la luneta del Ford Focus, ya que no había hecho referencia a una presunta persecución. Otra duda persistía en los dos balazos que tenía el apoyacabezas del conductor del auto, que ocupaba el comisario, que dijo que en ningún momento bajó del vehículo. El comisario debía haber resultado herido en la cabeza, pero sus lesiones fueron en el hombro derecho y en la ingle, también del lado derecho, donde estaba su acompañante, la suboficial que pasó a las filas de la Policía Federal tras dejar un trabajo como promotora en eventos.
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