Poder narco: una banda tenía armas, una granada y $20.000.000 en dos bolsos
Potencia de fuego y capacidad económica. Los dos ejes del poder narco, esas características especiales de las bandas criminales del narcomenudeo, habían consolidado el dominio de un clan en los alrededores de La Plata. Ese grupo fue ayer desbaratado en un operativo de la policía bonaerense. En esos procedimientos, que incluyeron nueve allanamientos simultáneos, quedó a la vista el volumen del negocio minorista de venta de marihuana y cocaína: se encontraron dos bolsos repletos de billetes, unos $20.000.000, según el recuento oficial.
Pese a que en algunas oportunidades se considera al narcomenudeo como un eslabón menor dentro del negocio de las drogas ilegales, el secuestro de dinero en los operativos policiales sobre los puestos de venta expone la magnitud alcanzada por esas bandas criminales. Con $20.000.000 en efectivo no solo pueden esos clanes narco obtener sus propias ganancias económicas, sino también transformarse en prestamistas en barrios humildes.
De esa manera logran la ampliación de sus redes de contactos dentro de asentamientos, reclutan adherentes, obtienen protección y consiguen una corrosiva capacidad para comprar voluntades de agentes públicos. Esos patrones barriales representan, según los especialistas, un desafío superior y más inmediato que los supuestos jefes narco de gran escala. En la Argentina no hay un cartel unificador de los negocios de las drogas, sino que operan bandas de núcleos blandos, que coinciden en intereses en común sin un comando central. Esos $20.000.000 disponibles exhiben la fuerza autónoma de cada uno de esos grupos criminales. Hasta contaban con una máquina para contar billetes...
Se trata de grupos atomizados en células sin relación entre sí, más allá de potenciales proveedores comunes, pero que tienen no solo poder económico, sino también volumen de fuego para imponer sus condiciones en los pequeños territorios que manejan. Ese grupo desarticulado en el operativo de la policía bonaerense tenía armas básicas del negocio narco, como la escopeta y los tres revólveres decomisados, pero además se incautaron elementos que permiten visualizar que esa banda había dado el salto hacia un mayor nivel de violencia: se encontraron una granada y cargadores de ametralladora Uzi.
El uso de subfusiles en forma repetida elevó las muertes en Rosario hasta colocar a esa ciudad santafesina entre las tres con mayores tasas de homicidios en la Argentina, junto con el distrito capital de Santa Fe y la salteña Orán, escenario de guerras narco por el control de las rutas de tránsito de cocaína en la zona de frontera. La utilización de armas tácticas fue el condimento que generó un brutal ascenso de homicidios en las favelas de Río de Janeiro. Allí los fusiles de asalto generaron una microguerra urbana con los vendedores de drogas, con niveles de violencia que ni siquiera se vislumbran aquí.
En 2017 en la provincia de Buenos Aires se registraron 992 homicidios y la tasa provincial de muertes violentas fue de 5,8 cada 100.000 habitantes. Ese mismo año se notificaron 6748 asesinatos en Río de Janeiro y una tasa de 40,4 homicidios cada 100.000 habitantes. En territorio carioca incluso se expuso el poder de fuego narco en los 104 policías abatidos en 2017; ese año también murieron 1227 sospechosos en tiroteos con la policía de Río de Janeiro.
Esos niveles de violencia se alcanzaron allí por el uso de armas automáticas por parte de los vendedores minoristas de drogas. Por eso es importante desmantelar aquí a las organizaciones como la atrapada en La Plata, que estaban en camino de potenciar su armamento. Las autoridades informaron, además, que a ese grupo -conocido como la banda del Rengo Kiko- se le decomisaron 34 kilos de marihuana y varias dosis de cocaína fraccionadas para la venta directa al consumidor.
Esa banda criminal no fue la única que cayó en los últimos días tras operar en los alrededores de La Plata. El mes pasado fueron derribadas ocho casas que funcionaban como puestos de venta de narcomenudeo. Suman 125 búnkeres derribados en Buenos Aires, en lo que representa golpes simbólicos a los vendedores de droga al tomar el control de los lugares de venta de drogas.
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