
A los 81 años, jubilado y flamante ingeniero
Agenor Laville recibirá su título en el Teatro Cervantes
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"Lo mío es una ilusión. Yo no pienso ejercer, estudio porque me gusta", dijo a La Nación Agenor Laville, un ex marino de 81 años que estudió toda su vida y se acaba de recibir de Ingeniero en Mantenimiento Industrial, en la Universidad de la Marina Mercante.
"Empecé mi carrera en 1937, al ingresar en la actividad naval, y la termino ahora, a fin de siglo. Sin prisa y sin pausa", agregó este hombre al encoger sus hombros forjados durante 30 años de haber navegado por todo el mundo.
"Veo muchas personas que se pasan horas o días, un sábado o un domingo, sacando palabras cruzadas. Y pienso que toda esa energía que gastan podrían utilizarla en algo útil, que les haría vivir mejor", reflexionó.
Agenor nació en 1916, en La Plata. Estudió en el colegio nacional de esa ciudad y ya desde los catorce años soñaba con entrar en la Escuela Naval. Poco tiempo después murió su padre y él empezó a trabajar en un banco, muy lejos del horizonte que imaginaba para su futuro.
A los 21 años ingresó, por fin, en la Escuela Nacional de Náutica. Luego de recibirse comenzó a trabajar en la flota de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), donde más tarde también trabajarían sus tres hijos. "No conocí otra empresa", aseguró orgulloso.
El final de la Segunda Guerra Mundial lo encontró en pleno frente de batalla. "Como la Argentina era un país neutral nevegábamos con la bandera pintada al costado de los buques, para ser reconocidos y evitar los bombardeos", explicó.
En el año 1948 ancló durante un año en Nueva York. Allí le ofrecieron todo lo necesario para quedarse, porque después de la guerra precisaban maquinistas navales. Pero no le gustó.
Según él, porque "los argentinos tenemos muchos defectos, pero todavía conservamos cosas que las considero indispensables, como la amistad y la relación con la familia. Nosotros nos sentamos a comer por el sólo hecho de compartir la comida. En otros países del mundo, en cambio, siempre hay un interés de por medio".
Recién llegado de Estados Unidos, en uno de sus viajes se enamoró de una pasajera: Esther Robles, una ex maestra rural a la que según él "habría que hacerle un monumento", porque soportó sus idas y venidas y siempre lo apoyó en su carrera. En octubre próximo, cumplirán 50 años de casados.
Médico de barcos
Cuando se jubiló, hace 30 años, Agenor decidió no quedarse quieto. Reanudó sus estudios y acumuló los títulos de ayudante de máquinas, maquinista naval y perito naval en máquinas marinas. También obtuvo dos becas, que para él significan "el mayor halago" de su vida.
Gran parte de su formación se la debe a la Universidad de la Marina Mercante, que fue creada en 1974 por el Centro de Jefes y Oficiales Maquinistas Navales, institución que hace pocos días cumplió 101 años de vida.
Ubicada en Rivadavia 2250, en un edificio de 9 pisos que estrenó el año último, esta universidad privada dicta hoy varias carreras, agrupadas en tres facultades: Ingeniería, Administración y Economía, y Humanidades y Ciencias Sociales.
Agenor recibirá el título el viernes 26, en el Teatro Cervantes. Especialista en mantenimiento de buques, el flamante ingeniero compara su trabajo con el de un médico. "Las empresas modernas no pueden tener interrupciones en su producción. Pero las máquinas, igual que los humanos, tienen sus imperfecciones", explicó.
Sin embargo, aseguró que "los problemas son evitables. Es el mismo caso de un ser humano que se está por enfermar y antes de que se agrave se le hace un tratamiento para que se recupere y continúe. Esa era mi función".
El futuro: la capacitación
Todos los días, Agenor abre la ventana de su departamento de Temperley, mira a la Virgen del Rosario que se levanta frente a su edificio, se persigna y le da gracias a Dios, "por llevar una vida sencilla y haber podido tener una familia".
A pocos días de tener su último título en sus manos, este viejo estudiante aseguró que también piensa jubilarse de su relación con los libros. "Me tengo que dar por cumplido", reconoció.
Cuando piensa en sus nietos, les desea una buena educación. Dice que les recomienda "capacitarse para la época que viene". Porque, según él, "el futuro del mundo es la capacitación".
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