Coronavirus en la Argentina: caminó 120 kilómetros de El Bolsón a Bariloche para poder regresar a su casa
Estefanía Quiroz vive en Lomas de Zamora, pero la cuarentena impuesta en la Argentina para enfrentar la pandemia de coronavirus la encontró en El Bolsón, Río Negro. Con la intención de regresar a su casa, la mujer emprendió la semana pasada una caminata a Bariloche que le insumió 21 horas.
Ella pensaba que en esta última ciudad, por tratarse de un lugar turístico, encontraría más fácilmente una manera de transportarse hacia su casa. Pero tras la odisea de caminar los 120 kilómetros que separan ambas localidades patagónicas, la mujer fue detenida en dos oportunidades. Y todavía no pudo salir de Bariloche.
Estefanía había llegado a El Bolsón el pasado 8 de marzo en busca de trabajo. Se hospedaba en casa de su hermana, pero de pronto, un conflicto familiar la dejó en la calle y sin empleo. Para colmo, el país estaba en cuarentena y no había forma de regresar a su casa.
"Pensé que como Bariloche era un centro turístico hallaría la posibilidad de poder regresar a mi casa", contó la joven, de 28 años, al medio local Río Negro. Sin dinero, sin trabajo y sin conocer la zona cordillerana, Estefanía emprendió intuitivamente la caminata por la ruta 40, que sabía que la llevaría a su primer destino, desde donde se suponía llegaría a Buenos Aires.
Caminata de 21 horas y primera detención
"Salí el viernes a las 15.30 y llegué a Bariloche el sábado como a las 12.30", relata. En su peripecia de 21 horas de camino a pie a la vera de la ruta 40, la joven sufrió frío, hambre y miedo. Además, en un momento perdió su celular y no lo pudo recuperar, porque cayó entre matas de mosqueta y la oscuridad nocturna era demasiado espesa.
De abrigo llevaba solo una campera a pesar del frío que apretaba y de alimento, nada más que una botella de agua. "No tenía hambre, sólo quería caminar para llegar a Bariloche", dijo Estefanía. Por las restricciones del aislamiento, casi no había vehículos en la ruta, y fueron vanos sus intentos de que alguien, los pocos que pasaban, la levantara en el camino.
Ella sintió alivio cuando divisó las primeras viviendas barilochenses, pero inmediatamente su triunfo se vio opacado al ser interceptada por un control policial. Así teminó demorada en la comisaría 42 de Bariloche. Además, Estefanía no tenía su documento. Apenas contaba con una constancia.
La joven recuperó la libertad y fue hospedada en la casa de una familia del barrio de Nahuel Hue. Allí, le contó a la dueña de casa que ella es enfermera, que trabajaba en un geriátrico en Buenos Aires, que quedó sin trabajo y que no pudo acceder a la IFE de la Anses porque en el sistema seguía figurando como trabajadora en blanco, aunque ya no lo era.
El lunes a la mañana, Estefanía se fue de la casa que la había hospedado y se dirigió al centro de Bariloche. Quería encontrar alguna empresa de transporte, o buscar alguien que al menos la pudiera llevar en la caja de un camión. Según Río Negro, envió un mail al municipio para ver si había solución para las personas varadas en la ciudad pero no recibió respuestas.
Al no encontrar una solución, la joven volvió a caminar. Llevaba consigo dos manzanas que le había regalado la mujer que la hospedó. "Yo solo quería caminar, no me importaba el dolor de las piernas", señaló.
Segunda detención
Estefanía realizó cálculos mentales y llegó a la conclusión de que podría llegar a Buenos Aires en 309 horas. Pero no llegó demasiado lejos. Cuando trataba de pasar por el puente que une Río Negro con Neuquén -tuvo la intención de atravesar el río Limay en un momento de bajante, pero después desistió- fue intercepada nuevamente por la policía.
Tras ser detenida, la joven fue alojada en la comsaría de Dina Huapi hasta ayer por la mañana, y luego fue llevada a los tribunales locales. Había roto la medida de aislamiento obligatorio y con ello había cometido una pena estipulada en el artículo 205 del código penal, que habla de castigar a las personas que violen medidas para evitar una pandemia.
Stefanía contó su historia, lloró, dijo que no tenía a dónde ir, que caminaba porque era la única manera de retornar a su hogar. El juez del caso, Sergio Pichetto, rechazó las acusaciones y la joven fue liberada.
Ahora la mujer se encuentra alojada en un centro comunitario de la localidad, a la espera de que alguien encuentre la solución para su angustiante problema. Estefanía vive sola, no tiene hijos y sus padres murieron. Quiere volver a Buenos Aires porque, además de su hogar, la espera la promesa que alguien le hizo de que podría obtener un nuevo trabajo.
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