Daniel Golombek: "Tengo el deshonor de haber sacado de órbita un telescopio espacial. Fue un experimento muy interesante"
Deslumbrado por el cosmos desde que era un adolescente, a tal punto que construyó un telescopio casero y arrastraba a toda la familia a observar el cielo nocturno "cada vez que aparecía algo", de Daniel Golombek se puede decir, sin exagerar, que cumplió el sueño del pibe: terminó la secundaria en el Nacional de San Isidro, estudió física en la Universidad de Buenos Aires y se fue a trabajar nada menos que al Instituto del Telescopio Espacial Hubble. Durante 30 años.
"Mi esposa es socióloga y nos fuimos a la Universidad Johns Hopkins -cuenta, durante una reciente visita a Buenos Aires para presentar su libro El telescopio de las estrellas (Colección Ciencia que Ladra, Siglo XXI, 2015)-. Empecé a trabajar en el Instituto del Telescopio Espacial mientras hacía un máster en Hopkins. En el fondo, lo que hice fue cruzar la calle, porque el Departamento de Física está enfrente del instituto. Nunca dejé de alegrarme de trabajar en este lugar; para mí es mágico."
Por esta pirueta del destino, Golombek (sí, es hermano del reconocido cronobiólogo, divulgador de la ciencia y columnista de este diario, Diego Golombek) conoce al Hubble desde su gestación, antes de "nacer"; es decir, de que se pusiera en órbita. "Hacíamos fiestas del tipo «falta un año para el lanzamiento» hasta que finalmente llegó el día -cuenta-. Inicialmente se planeó que estaría operativo 15 años, ya van 25 y seguimos contando. Cuando caiga al mar todos estaremos muy emocionados. Nos reveló un universo mucho más misterioso y excitante de lo que creíamos."
-Aunque ahora hay otros en órbita, decir "el" telescopio espacial es hablar del Hubble. ¿Qué tiene este que no tienen los demás?
-Bueno, fue el primero y capturó la imaginación del público. Cuando se largaron las imágenes después de la primera misión de servicio se cayeron los servers. Son verdaderas obras de arte. Son lo que uno vería si estuviera ahí: si tomara el StarshipEnterprise y se fuera de viaje por el universo, presenciaría lo que nos muestra el Hubble. La imagen de la nebulosa de Carina, que en el instituto ocupa una pared de seis o siete metros, la vemos todos los días y no dejamos de pararnos a mirarla. Es más, se creó un programa especial que una vez por mes produce una imagen particular por su estética más que por su valor astronómico.
-¿Hasta dónde "ve" el Hubble?
-No ve el inicio del universo, pero se acerca. Llega a divisar a las nietas o bisnietas de las primeras galaxias en los campos profundos, que es cuando se enfoca el telescopio hacia un solo punto en el espacio y se lo deja así durante una semana o diez días. En ese sentido, el Hubble es único... Si se tiene en cuenta que da una vuelta a la Tierra cada 90 minutos, poder "clavarlo" de esa manera es un logro realmente impresionante de la ingeniería.
-¿Ya se sabe cuándo caerá al mar?
-Depende de muchas cosas. Primero, del presupuesto, en el que por ahora no tiene problemas. Los instrumentos están todos andando, salvo la cámara infrarroja cuya heladerita se rompió, pero que puede ser reemplazada por otro instrumento. Está en el pico de su productividad y se va a tratar de mantener lo máximo posible, incluso cuando se haya puesto en órbita el [nuevo telescopio espacial] James Webb, para poder compararlo y calibrarlo. En cuanto a caerse solo, se calcula que podría ocurrir en los próximos ocho o diez años. Cuando el administrador de la NASA diga "se acabó", se lanzará un cohete que lo enganchará de la parte de atrás, lo dará vuelta y lo tirará al Pacífico.
-¿Cuántos telescopios espaciales hay en este momento?
-Muchos. De los grandes de la NASA, que iban a ser cuatro, ya hay tres. El Compton se rompió en 2000 y lo "desorbitaron". Tengo el deshonor de haber sido la persona que tuvo que hacerlo. Fue un experimento muy interesante. El Compton era un observatorio de rayos gamma que tenía detectores de titanio. Uno de ellos era un cubo de un metro de lado y tenía 5000 tornillos del mismo material en la estructura. Digamos que cualquiera de esos, si le caía encima a uno le podía arruinar el día. Y la órbita pasaba justo por las regiones de mayor densidad de población. Entonces, cuando se rompió el tercer giróscopo, la NASA dijo: "Se acabó". Aunque los instrumentos científicos seguían funcionando, no había manera de controlarlo y podía caer.
-¿Y cómo resultó todo?
-Cayó en el algún lugar del Pacífico. Esas dos semanas tuve que estar con un plan de contingencia en la mano y había gente con pasaportes encima... por si algo pasaba.
-¿Es alto el riesgo de que alguno de los objetos que están en órbita se caigan?
-Hay muchas cosas allá arriba, pero sin embargo hay muy pocos accidentes. Una vez, una etapa de un cohete Delta cayó sobre una vaca en Sudáfrica, en otro momento cayó algo en La Plata... La NASA tiene la política de no dejar chatarra a futuras generaciones. Si algo no sirve y se llega a la conclusión de que hay que desorbitarlo, se tira.
-Detrás de bambalinas, ¿cómo se vivieron las fallas del Hubble que hubo que reparar?
-Es absolutamente maravilloso cómo trabaja la gente... Juntar a cuatro o cinco en una habitación y tirarles pizza por debajo de la puerta hasta que lo arreglan. El Hubble fue una colaboración entre ingenieros, astrónomos y astronautas. Siempre se planeó que cada tres o cuatro años se le haría una revisión, y los astronautas querían asegurarse de que era seguro, que el trabajo se podría hacer, que habría manijas para agarrarse, que los instrumentos se sacaran y se pusieran fácilmente. Esto era a fines del setenta y los guantes de los astronautas parecian de boxeo. No podían usar mucho los dedos, entonces querían asegurarse de que no se les cayeran instrumentos en el espejo, que los cables se pudieran sacar de forma sencilla. A los tres años hubo una misión dramática que resultó un éxito total. La última fue increíble por todo lo que hicieron. Hasta rompieron una manija en órbita y extrajeron 127 tornillos de costado. Tuvieron que desarmar un aparato para cambiarle un fusible y ¡se les falseó un tornillo! Los dos astronautas ya habían pasado seis o siete horas fuera de la nave y no había caso, se iba a perder el instrumento. Entonces, la gente de abajo dijo "¿Y si lo rompen?". Hicieron la prueba, vieron que no había que hacer tanta fuerza y les dijeron: "Rómpanla". "¿Houston, pueden repetir eso?", se escuchó. Lo hicieron y como ese instrumento no se iba a seguir usando no hubo problema. Los astronautas nunca salían si no había contacto directo con Tierra. Había ingenieros, astrónomos, astronautas... por si había que tomar decisiones.
-¿Cuántas imágenes tomó el Hubble?
-Millones... Está todo archivado, son gigabytes y gigabytes de información... Y todo eso está accesible para cualquiera que tenga Internet. Hay tesoros por descubrir.
-¿Se puede decir que el Hubble revolucionó la astronomía?
-Los libros de más de diez años ya son obsoletos. El universo no es como nos enseñaron nuestros profesores; ellos nos contaban lo que se sabía en ese momento.
-¿Por qué decidiste escribir un libro?
-Me pareció que era algo que había que contar, y sobre todo en castellano. La gente conoce partes de la historia y yo podía contarlo desde adentro, porque tuve la suerte de vivir esa experiencia. Era también una manera de ponerle fin a mi ciclo con el telescopio, de ya no estar.
Bio
Profesión: astrónomo
Edad: 61 años
Se graduó como licenciado en Física en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y obtuvo un doctorado en Astronomía en la Universidad Nacional de La Plata. Ingresó al Instituto del Telescopio Espacial como asistente de investigación y llegó a ser "jefe de gabinete". En la NASA se ocupó de 12 misiones espaciales. Actualmente trabaja en el Instituto Norteamericano de Física
- 1
2Así funciona el Tirzepatida en el metabolismo, la nueva droga para adelgazar con pocas contraindicaciones
3Hasta cuándo el mal tiempo y el calor, según el último pronóstico del SMN
4Frente a la Agencia I+D+i: “Le pedimos al niño Jesús insumos para investigar”, la llamativa protesta del sector científico




