El empresario que, después de 35 años, cambió a Racing
Logró algo inédito en el fútbol argentino: que un club manejado por una empresa, Blanquiceleste SA, saliera campeón
Hace casi año, cuando Fernando Alfredo Marín se convirtió en el hombre N° 1 de Racing, a través del gerenciamiento del club otorgado a la empresa Blanquiceleste SA, se abrió un nuevo camino no sólo para la famosa y, entonces, deteriorada Academia, sino también para el fútbol argentino. ¿Podía un hombre que jamás había estado vinculado al mundillo de la pelota -más que por su fanatismo- cambiar la historia de un club tan vapuleado?
"Esto es algo indescriptible. Se lo agradezco a Merlo, a todos los jugadores... Siento algo tan lindo, pero tan lindo..." El 27 de diciembre último, en medio de una vuelta olímpica de sudores emotivos y postergados, Marín dejó caer algunas lágrimas y soltó la frase. Se pellizcó y la noche no lo envolvía, como siempre; esta vez era la más pura realidad. Racing campeón. Después de 35 años. Después de tantos nombres, su nombre quedaba grabado a fuego, para siempre, en celeste y blanco.
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"No me hago trampa al solitario", suele decir. Por eso el agradecimiento para el técnico, Reinaldo Merlo, y los futbolistas, artífices del logro dentro de la cancha.
A los 62 años, este hombre que lleva siempre las iniciales bordadas en sus camisas comprobó que la intuición y la fortuna siguen siendo dos de sus máximas aliadas, como a lo largo de su extensa trayectoria empresarial. Inseparables, como lo es él con su familia. Porque en la primera persona en la que pensó Marín cuando el título era un hecho fue en su mamá, María Luisa, la China, fanática de Racing y transmisora de esa enfermedad académica .
En el torneo que desde hace años se realiza en las dos impecables canchas de su quinta de Escobar, se juega por la Copa La China. Y allí, Marín también fue campeón, esta vez como nueve de Mis Marías, nombre del equipo y del lugar.
Los primeros pasos los dio en Belgrano, en Maure y Libertador. Se crió en una familia de clase media alta, pero se empapó de barrio en la calle. A la vuelta de su casa estaba el Jockey Club, fue al colegio del mismo nombre y, desde pequeño, los caballos lo desvelan. Por eso cuida siempre que sus caballerizas estén en orden. Practicó polo e hipismo, disciplina en la que fue campeón nacional de salto.
Aventurero y arriesgado, amante del juego, a los 18 años viajó a los Estados Unidos, donde llevó autos de costa a costa y fue camionero. Si bien supo escapar de alguna mujer en los años de joven seductor, se casó tres veces y tuvo cinco hijos de dos matrimonios: Fernando (h.), María José y Florencia, que superan los 30 años, y los más chiquitos, Nicolás y Totó, de 11 y 7. Actualmente comparte su vida con Anabella Cento y, según dice en el libro que escribió sólo para sus íntimos (nunca estuvo a la venta), es una historia de amor que está escribiendo, pero que espera no terminar.
Cuando pisó el viejo Canal 7 su vida cambió y se dedicó a la comunicación. Comenzó en Gráfica Ham y recorrió el mundo con Hit Producciones y el boxeo. Produjo éxitos como "Videoshow", con la introducción de la cámara viajera; "La vida en Calabromas"; "Mesa de Noticias"; "Cantaniño"; "Juana y sus hermanas", e importó "El Chavo" y "El Chapulín Colorado".
Incursionó en el cine, con "Los pasajeros del jardín". Creó FM Hit, fue dueño de Radio El Mundo, tuvo su propia agencia de publicidad y llevó adelante el proyecto América 92, en lo que hoy es Puerto Madero. También llegó a formar parte del directorio de Socma y es amigo personal de la familia Macri.
En el deporte hizo producciones de golf (ganó un Pro Am en los Estados Unidos, como jugador) y de hipismo. A través de la empresa L´Egalité gerencia la Asociación Argentina de Tenis y, tras diez años, en septiembre último consiguió el ascenso al Grupo Mundial de la Copa Davis.
Emprendedor, multifacético, seguro de sí mismo y fiel a sus incondicionales. No concibe otra posición que la del liderazgo, esa a la que llevó a su querido Racing después de tres infames décadas y media que forman parte del pasado.
Cuando comenzó su gestión, en el primer partido, frente a Talleres, a principios de año y por el campeonato anterior, tuvo la idea de enviarles un mensaje a los hinchas, esos compañeros de pasiones iguales a él. Como buen creativo, lo hizo a través de una bandera gigante con los colores de Racing, que decía: "Vamos por la gloria". Muchos vieron en esa leyenda una utopía; él vio una esperanza y una ilusión.
Hoy la utopía es un hecho, la esperanza un grito y la ilusión un puño apretado.
Y ya avisó que no se conforma: "Vamos por más", presagió.