
El encuentro con la vida normal tras el accidente
Reflexión: Carlos Garibotto se salvó junto con su hijo y cree que fue un toque de atención para pensar más en lo espiritual y emocional
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CORDOBA.- Ayer, Carlos Garibotto se reintegró a la vida normal después de haber esquivado la muerte, junto a su hijo Luciano, de 8 años, en el fatídico accidente del avión de LAPA.
El sobreviviente de la tragedia volvió a comandar su negocio de venta de repuestos de automotores, en el centro de esta ciudad. Su reencuentro con los amigos y clientes fue muy emotivo. Todos querían tocarlo, saludarlo y alentarlo a recobrar fuerzas, después del difícil trance que atravesó.
Garibotto, de 54 años, tiene aún vendada la mano izquierda por las quemaduras que sufrió intentando apagar el fuego que había alcanzado a su hijo en el cabello y la espalda. "Se rompió la ventanilla y entraron las llamas, que alcanzaron al nene. Ante la desesperación, intenté apagarle el fuego de su cabecita y de la ropa con mis manos", explicó.
Detrás del mostrador de su comercio, y con tono pausado, evidenciando que aún no ha superado el estado de shock, cuenta las sensaciones que tuvo al retomar la actividad: "Hoy es como empezar de nuevo. Vine a mi trabajo, me encontré con el personal y con los amigos de siempre. Siento como si volviera a vivir".
"Lo ocurrido es como un golpe, que ayuda a meditar y a pensar en que la vida pasa como un soplo. Que hay que pensar más en las cosas espirituales, en la familia y en los amigos, que en lo material y en el trabajo, por los que, a veces, uno se pone tan mal. Uno toma conciencia ante una tragedia como la que vivimos con mi hijito Luciano", reflexiona.
Garibotto agrega:"Solamente el tiempo se va a encargar de sellar las heridas. Mi hijito ya está superando este trauma, lo está tomando como una aventura. Pero uno queda con muchos miedos, hasta para cruzar la calle. Inclusive me costó volver a manejar mi propio coche".
Confesó que por ahora no piensa en volver a subir a un avión. "Fue lo primero que me pidió Luciano, que nunca más subamos a un avión, a pesar de que a él le encantaba viajar por ese medio."
El viaje a Buenos Aires tuvo el objetivo de asistir a la presentación de un nuevo producto del rubro automotor en el autódromo Oscar Gálvez. Garibotto llevó a su pequeño hijo para que conociera el circuito y al piloto Guillermo Ortelli, de quien Luciano es "hincha fanático" .
"Habíamos pasado un día hermoso y después vino la tragedia" , recordó con pesar.
Junto a su colega repuestero Carlos Alberto Crosa, uno de los muertos y quien reservó los pasajes, se ubicó en la fila 13, pero al regreso pidió ir más atrás y ocupó la fila 18. "Es una cábala que siempre tuve de elegir los asientos traseros. Es una tontería, pero me sirvió para salvar la vida de Lucianito y la mía", manifestó. Quienes iban en esa sección de la nave tuvieron tiempo de escapar antes de que las llamas devoraran todo el avión.
Apenas se alejaron del lugar, Garibotto pudo comunicarse con su familia en Río Ceballos (su esposa Cristina y sus otros hijos Trinidad, de 19; Carlos Dante, de 18, y María de los Angeles, de 17) para avisar que los dos estaban vivos. Fue un llamado oportuno; después sobrevendría la conmoción y confusión de informaciones.
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