
Hay menos cirugías estéticas por falta de dinero y de ánimo
Los insumos se calculan a precio dólar
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Los años 90, ayudados por la convertibilidad, habían acercado a la clase media y a las denominadas "clases bajas hospitalarias" una práctica que hasta entonces les estaba vedada y permanecía reservada sólo para unos pocos privilegiados: la cirugía estética. Ese milagro de la medicina moderna, que, según dicen los especialistas, logra llevar las formas "de lo normal a lo ideal".
Sin embargo, la crisis arruga. Muchos de los principales cirujanos plásticos del país afirman que hoy, a pesar de que la cantidad de consultas se mantiene relativamente estable, el número de intervenciones disminuyó notablemente.
Tal vez la definición más acertada para esta realidad sea la del doctor Jorge Patané, secretario general de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica y jefe de unidad del hospital Fernández: "Estamos en la Argentina, operamos argentinos y los argentinos están devaluados. Yo no puedo decir que ahora la gente no come pero sigue operándose con nosotros, porque sería algo irreal".
Patané considera que existen dos motivos fundamentales. En primer lugar, la popularización que se había producido en los últimos años de un fenómeno que inicialmente era de elite y que, a causa de la devaluación, vuelve a quedar fuera del alcance de los menos pudientes.
En segundo lugar, Patané afirma que la disminución de pacientes en quirófano se debe a que la gente se encuentra en un estado de shock: "La crisis hace que se postergue todo tipo de decisiones, y la cirugía plástica no es la excepción", dice.
La visión de Patané es confirmada por varios colegas. En diálogo con LA NACION, el doctor Manuel Sarrabayrouse, jefe del servicio de Cirugía Estética del Hospital Italiano, consideró que "la recesión que sufre el país no es sólo económica, sino también psicológica. Hay pacientes que cuentan con los medios, pero no están anímicamente preparados para enfrentar una cirugía estética en este momento".
El doctor José Luis Tobar, jefe de Cirugía del hospital Pirovano, afirma que también en su consultorio privado las intervenciones han descendido respecto de otros años.
La parálisis del corralito
"Es el tema de café de los cirujanos plásticos. Sin dudas ésta es la peor crisis que hemos vivido. Peor aún que la hiperinflanción del 89, porque en aquel momento había plata en la calle. Ahora incluso aquellos pacientes que tienen posibilidades de saltar el corralito tienen miedo de gastar. Hay una parálisis total. La gente viene y consulta casi tanto como antes, pero se confirman muy pocas intervenciones", dice el doctor Jorge Pedro.
Pedro es especialista universitario en cirugía plástica recibido en la Universidad de Buenos Aires desde hace catorce años, y actualmente se desempeña como médico del hospital de Clínicas. Una de sus preocupaciones frente a la crisis es "que otra vez aparezcan los médicos que improvisan quirófanos en sus consultorios, en vez de trabajar en lugares apropiados, con los equipos para realizar intervenciones quirúrgicas. Es muy importante advertir a los pacientes sobre los riesgos que implica", dice.
La Sociedad Argentina de Cirugía Plástica fue fundada en 1952 y agrupa a los cirujanos plásticos más prestigiosos del país en las sedes de Buenos Aires, La Plata, Mar del Plata y Mendoza. A pesar de ello, la sociedad no cuenta aún con estadísticas oficiales que reflejen la menor afluencia de pacientes.
Realidades diferentes
Mientras que en los consultorios privados los cirujanos plásticos adaptan sus honorarios a la crisis, en los hospitales públicos las cirugías estéticas se han dejado de practicar o bien ocupan el último lugar entre las prioridades. En el Pirovano no se realizan esas intervenciones desde diciembre.
Como es lógico, allí, como en los demás hospitales, antes que las perfecciones prometidas por la estética se priorizan intervenciones reparadoras o reconstructivas, aquellas destinadas a resolver las secuelas de accidentes, quemaduras o tumores.
El principal problema al cual se enfrentan los médicos -tanto en los hospitales como en sus consultorios particulares- es el costo de los insumos y de las prótesis necesarias, en su mayoría importados de Estados Unidos, Holanda, Inglaterra o Brasil y, por lo tanto, con precios fijados en dólares.
Así, por ejemplo, una prótesis mamaria que antes costaba 600 pesos (dólares) ahora cuesta 1200 pesos. "Y además tenemos problemas para conseguir variedad de tamaños", dice Sarrabayrouse. La excepción a la regla es el colágeno, cuyo precio bajó de 180 dólares a 130, aproximadamente.
En los hospitales la crisis por los insumos resulta terminal. La doctora Adriana Castek es, desde 1998, directora del hospital Fiorito. "Nosotros sólo realizamos intervenciones de carácter reconstructivo o reparador, las cuales, a menos que necesiten la implantación de prótesis, no llevan insumos caros. Aun así, somos dólardependientes", dice.
Castek afirma que las empresas que proveen los insumos básicos para cirugía (placas radiográficas, guantes, suturas, catéteres) no se presentan a las licitaciones y que los presupuestos se están manejando a 24 horas, con la cotización del dólar del día.
"Por ahora estamos trabajando con los materiales que tenemos en stock y con las compras que realizamos a partir de los recuperos de las obras sociales -dice la directora del hospital-. Mientras tengamos la plata seguiremos, y si no, esto dejará de funcionar."
Ninguno de los especialistas consultados por LA NACION duda al momento de afirmar que la situación de emergencia sanitaria en la salud pública resulta innegable.
A pesar de todo, algunos cirujanos mantienen una actitud positiva frente a la crisis. Jorge Pedro afirma: "Si la gente no tuviera tanto miedo a gastar esto sería un boom. No sólo por los importantes avances en materia de postoperatorios y anestesias, sino también porque los cirujanos hemos adaptado nuestros honorarios a la crisis. Eso demuestra nuestra voluntad para poder seguir operando a costos accesibles".





