Jorge Schoeffer: un sacerdote de incansable fe y permanente guía espiritual
Un apóstol incansable de la fe, que vivió el ministerio sacerdotal a tiempo completo y al servicio de los demás, fue monseñor Jorge Schoeffer, fallecido anteayer, a los 73 años.
De larga trayectoria en la diócesis de San Isidro, fue durante varios años párroco de la iglesia Santa Teresita, de Martínez, donde promovió una intensa actividad pastoral y fue consejero y guía espiritual de muchos jóvenes, con quienes iba con frecuencia a misionar.
Predicaba con ejemplar sencillez y era modelo para muchos sacerdotes y seminaristas, a quienes acompañaba con dedicación y paternal estima. Se preocupó especialmente por la formación en los seminarios y siempre fue muy cercano a las comunidades de vida religiosa.
El padre Schoeffer vivió su vocación sacerdotal con alegría, sencillez y espíritu siempre renovado, como pide hoy el papa Francisco. Atento a las necesidades de la comunidad, se trasladaba varios kilómetros para visitar un enfermo o atender una situación dolorosa.
Inquieto lector y misionero urbano, no manejaba y hacía dedo para trasladarse de un lugar a otro. En los viajes conversaba animadamente sobre temas de teología, moral y liturgia, así como sobre cuestiones de arte o literatura.
Son conocidas las anécdotas en que para cumplir alguna misión pastoral se hizo llevar por un coche fúnebre o por el auto que transportaba a una pareja de novios que él mismo iba a casar.
Había nacido el 10 de diciembre de 1940. A los 23 años recibió la ordenación sacerdotal en San Isidro, el mismo día que sus compañeros Jorge Casaretto, luego obispo de la diócesis, y Jorge Garralda.
Monseñor Carlos Galán, que asumió como arzobispo de La Plata en 1991, le pidió que lo acompañara en su misión pastoral en la capital bonaerense. Fue un colaborador fiel, como así también de su sucesor, el actual arzobispo Héctor Aguer, quien lo designó provicario general de la arquidiócesis.
Se mantuvo en actividad hasta último momento: hace tres semanas acompañó en Cañuelas a un seminarista en su misa de ordenación. En los últimos meses, aquejado por problemas de salud, volvió a la diócesis de San Isidro y residía en el Hogar Marín.
El obispo de San Isidro, monseñor Oscar Ojea, lo despidió ayer en una misa muy cálida y sentida en la parroquia Santa Teresita, antes de partir a la inhumación de sus restos, en la Casa de Ejercicios Espirituales de Victoria. Por la noche, el arzobispo Aguer ofició una misa en su memoria en la catedral de La Plata.
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